En el escritorio

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Capítulo 80:

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Capítulo 80:

Inclinó mi cuerpo y delicadamente me intridodizco en su interior.

Muevo las caderas con el baile del vaivén sosteniendo mis brazos en cada extremo del escritorio.

Su rostro de satisfacción seduce mis sentidos. Deseo aumentar el ritmo mientas ella toca mi espalda. Deslizando sus delicadas manos por la espalda hasta llegar a mis glúteos. Que apriete con fuerza, encajando el dedo medio en mi recto anal.

¡Usted si que es tremenda!.

Me gusta sus acciones de chica atrevida y en ocasiones sucia. Porque el sexo puede ser tanto tranquilo y tierno como rudo y salvaje con cierto toque grotesco pero placentero. Mi mujer me da todo eso y más. Al grado que he dejado de usar el cuarto rojo desde que empezamos a cogernos.

—¡Más rápido!— susurra jadeante, mientras me besa.

Soy más agresivo si lo hago...

—¡Hazlo!...

Obedezco sus órdenes y me impulso aún más en su interior con un chasquido de roce de piel y látex nos cogemos.

Necesitábamos cambiar de posición y de lugar para tocarnos y darnos el mejor placer que nuestros cuerpos y deseos necesitan.

Aún así quisiera saber... ¿A qué está dispuesta a experimentar en el sexo?.

No todo es vainilla...

—¿Te gustaría explorar tus límites en algo diferente?.

Ella me observa nerviosa.

¿Confías en mí?.

La confianza es muy importante en el sexo en especial si deseas coger con algún instrumento sexual de alto riesgo.

—¡En teoría si!.

Eso me hace sentir bien, aunque no entiendo por qué solo en la teoría.

¿Eso automáticamente me convierte en tu sumisa oficial?.

Estaba demasiado concentrada en escucharme.

No mi señorita Kagome.

Sus ojos se entristecieron, probablemente en su cabeza rondaba la palabra "decepción".

Un mechón de cabello oculta su hermoso rostro que coloco detrás de su oreja —No puedo obligarte a que lo seas, esa desición tiene que ser tuya.

Ella abrió los ojos de par en par.

—¿Y qué pasaría si nunca quiero ser tu sumisa?. Probablemente me dejarías.
Necesitaba una buena explicación, la levanté del escritorio y la lleve a la silla reclinable me senté en ella y coloque a mi mujer sobre mis piernas y mi miembro.
Era una pregunta válida y confusa para mí porque realmente no sabría que hacer en ese sentido de la relación porque mi vida se basa en un mundo sadomasoquista.

50 Demonios escondidos del señor Sesshomaru (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora