CAPITULO 85

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Taku empezó a correr por aquel callejón, tenía la sensación que de que le estaban siguiendo, no podía volver a casa si ellos estaban cerca, si descubrían donde vivía, tendría que escapar de nuevo y le gustaba mucho su trabajo en el teatro, aunque no ganaba mucho dinero, tenía lo necesario para vivir, con eso le sobraba.

-¿Cuándo salieron? – se apoyó contra la pared, intentando recuperar el aliento, estaba seguro que había visto, al menos a uno- Tendría que seguir allí ¿Por qué han salido?

Sus piernas se sentían débiles, no podía seguir manteniéndose de pie, y fue cayendo poco a poco al suelo, mientras sujetaba su cabeza con las manos, intentaba tranquilizarse, pero no podía, su corazón estaba a punto de salirse del pecho.

-Hiroko ¿Estás bien? – le envió un mensaje a su hermana, sus manos estaban temblando- No los has vuelto a ver ¿verdad? – intentaba despejar su mente- Dime algo, Hiro.

-Ya cumplieron su sentencia, hermano – sintió una presión en el pecho, se estaba ahogando de nuevo, sus sospechas eran ciertas, ellos estaban libres- No saben dónde están.

-Cuídate, hermanita, si vuelve a pasar pide ayuda, o mejor, vete lejos – sentía que lo estaban observando- Vete muy lejos, hermanita, con Riku, haz una nueva vida, yo te protegeré, Hiro.

-No puedo irme de aquí, hermanito – apretó el móvil sobre su pecho, no tenía miedo por él- Yo estoy bien ahora, deberías dejarlo.

Grito, con la esperanza de que nadie lo escuchara, sentía como ardía su garganta, pero quería tranquilizarse, si ellos lo encontraban seria su fin ¿Dónde se escondería ahora? Estaba aterrado, pensando en huir de nuevo ¿pero dónde? No tenía apenas dinero, los del teatro lo necesitaban.

Algo se movió cerca de él y su cuerpo se paralizo, miro de reojo en la dirección de donde venía ese sonido y suspiro cuando vio que solo eran unas botellas. Estaba a salvó, por ahora...

"Fue tu culpa, ellos me hicieron esto por tu culpa, siempre has sido un mentiroso"-, Taku se cubría sus oídos para no escuchar las voz en su cabeza, pero era inútil, seguía escuchando la voz de ese chico –"Me arruinaste la vida, nunca debí conocerte"-, imágenes de aquella noche volvieron a su mente.

Los gritos de ayuda y desesperación, que pensaba que había olvidado, volvieron, él también pidió ayuda, pero no había nadie, solo ellos. Quiso ayudarlo, era su amigo, nunca quiso engañar a nadie, pero no le gustaba ser alfa, lo quería ocultar un poco más.

-¿Cuándo me perdonarás? – ya no podía llorar, apenas le quedaban lágrimas- Yo no hice nada, o eso creo, por favor, perdóname.

Se quedó en ese lugar, se abrazaba a sí mismo, esperando sentir la calidez de alguien, su respiración seguía agitada y la presión en su pecho no se iba, quería morir en aquel lugar y que nadie lo encontrará.

¿Por qué tenía que ser alfa? Toda su familia era beta, porque le toco ser alfa, justo a él.

Se odiaba demasiado, no había día que no se culpará.

Pero él quería ser un beta, no quería hacerle daño a alguien, de nuevo, no quería sentir ese sentimiento de nuevo.

Estar delante y no poder hacer nada, era demasiado doloroso, era demasiado débil, era demasiado ingenuo. Sus manos seguían temblando, su cuerpo seguía temblando, pero él no se daba cuenta.

Su mente tenía demasiado información en aquel momento, iba a estallar, si no los hacía callar, su cerebro iba a explotar.

Dos horas más tarde, cuando empezaba a oscurecer, decidió ponerse en pie y marcharse de ese lugar, había pasado tiempo suficiente para que no lo encontraran. Solo debía volver a casa e intentar dormir un poco más que anoche.

Lo que ocultan las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora