Pasaron varios años, desde su boda, Noah vio a sus hijos crecer poco a poco, tenía miedo de que el tiempo pasara tan deprisa, no sabía si estaba disfrutando bien de ellos, su pequeño dinosaurio ya era casi tan alto como él, no era complicado.
Lo pasaron muy mal, cuando el primer celo de Tyrion llegó, Noah lo cuido con delicadeza y le explico lo que estaba pasando en su cuerpo, sabía que el primero era el más doloroso, él lo vivió solo.
-Me duele la cabeza y la barriga...- lo miraba con tristeza, acostado en la cama – No me gusta mamá.
-Joe, traerá pronto la medicina, aguanta un poquito...- las manos del omega temblaban, mientras acariciaba la frente del pequeño – Te hará sentir mejor.
Puso un paño mojado sobre la frente del pequeño, así si cuerpo se enfriaba un poco, Tyrion sostenía las manos de su mamá, con miedo, no quería que se fuera, aunque le hubiesen explicado en clase lo que era un ciclo de calor, no lo entendía, su cuerpo nunca se había sentido así, ni cuando se refrió muy grave al estar todo el tiempo lanzándose a la piscina.
-Mamá ¿Por qué nos pasa esto? - el omega sonrió, no sabía darle una explicación lógica, solo sabía que pasaba – Mi cuerpo está caliente y duele, no me gusta.
Tyrion solo tenía doce años, era la edad habitual donde se manifestaban por primera vez, como alfas u omegas, para muchos era un golpe muy fuerte, su cuerpo sentía como una explosión gigantesca de hormonas, que no podían controlar, por eso Noah cerró la puerta.
Joe entro en la habitación con el supresor, había tenido que ir a comprar uno, los de Noah eran demasiado fuertes para él, sería un golpe a un más fuerte para él, solo necesitaban que su cuerpo se calmará un poco.
-Déjame tu brazo, solo será un pequeño pinchacito, no te haré daño...- Tyrion no tenía fuerzas ni para quejarse, no se enteró cuando Joe lo pincho – Duerme un poco, te sentirás mejor cuando te despiertes.
Noah salió con él, ambos escucharon como el pequeño dinosaurio les pedía que no apagasen la luz, el omega volvió para darle un beso en la frente, podía escuchar los sollozos de su pequeño, pero no podía hacer nada más por él, era un proceso que todos acababan pasando. Escucho que el de los alfas era aún más fuerte.
-No llores, pequeño dulce...- lo abrazo con cariño, Noah deseaba que el tiempo se detuviese – Dentro de unos días nuestro travieso estará como siempre.
-¿Por qué ha tenido que ser tan pronto? – se quejó, Joe le empezó a acariciar el cabello – Es muy pequeño para eso, nos dijeron que por la droga que le dieron, a lo mejor se atrasaba, pero no lo ha hecho.
-Nuestro pequeño dinosaurio, va a estar bien, me ocupare de que no sufra mucho, tengo muchos supresores para él, si es que los necesita.
Joe llamó al instituto de Tyrion, para decirles que no iría en lo que quedaba de semana, por una enfermedad, no tuvo que dar muchas explicaciones para que supieran lo que era, ya que es habitual en ese curso, le desearon al pequeño una pronta recuperación.
-Pequeño dulce, ve a tomar un baño, el olor de Tyrion está en tu cuerpo, seguramente y Sky puede notarlo – lo volvió a abrazar de nuevo, su pequeño dulce se preocupaba demasiado por ellos.
-Avísame, si se encuentra peor.
-Mi amor, solo estarás unos minutos ocupado.
El beta se sentó en el sofá, para vigilar a los dos traviesos que estaban sueltos por el salón, con Skyler no había problemas, se entretenía con cualquier cosa, ahora le gustaba leer cuentos, los cuales le compraba el abuelito Elías. El bollito era el gran problema de Joe, esa pequeña traviesa aprovechaba cada segundo donde sus padres estaban distraídos, para hacer cualquier travesura.
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Lo que ocultan las palabras
RomanceNoah siempre se había sentido solo, apartado de la sociedad por ser un omega masculino, su tío siempre lo odio y no dudo en demostrárselo, su madre supuestamente se fue con su amante alfa y lo dejó con él. Noah siempre creyó esa historia y llegó a...