Jay estuvo abrazando a Taku por más de una hora, el alfa se negaba a dejar que le viera la cara, había llorado demasiado, seguramente tendría los ojos hinchados, además, era la primera vez que le contaba su historia a alguien, Pavel la supo porque Hiroko se la dijo, por primera vez se sentía seguro contando lo que había pasado, aunque seguía viéndose como un temible monstruo.
-Dolió mucho ¿no? – puso su mano sobre el vientre del beta, donde seguía teniendo algunos moratones- No quería que le hicieran daño a nadie más, pequeño Jay.
-Solo dolió un poquito, Taku, yo estoy bien – le sonrió, pero el alfa no lo vio, él seguía acariciando el vientre de Jay para calmar el dolor- Ya no duele, podemos hacer una competición de baile cuando quieras, pero no te quejes si te piso los pies- Taku se rio – No soy buen bailarín, lo siento.
-Le diré a Hanya, que te apunte a las clases de los principiantes, aunque todos son niños pequeños – bromeo, a Jay le gustaba escucharlo reír- Te diré que la profesora es bastante estricta.
-Yo quiero que me enseñes tu a bailar – el alfa lo miro a los ojos, Jay hablaba en serio- Iré a las clases, si tú eres mi maestro.
Jay ayudo a Taku, el alfa tenía las piernas dormidas de haber estado tanto tiempo en la misma posición, el beta cubrió su rostro al verlo completamente desnudo, Taku se cubrió con la toalla, pero Jay se negaba a mirarlo.
-Jay, ya puedes mirar – negó con la cabeza, Taku se acercó aún más a él- Ya me he puesto los calzoncillos, puedes mirar.
-Tienes que vestirte completo antes – el alfa puso su mano sobre el hombro de Jay, el beta lo golpeo con el codo- Las manos quietas.
Jay miraba de reojo a Taku, intentaba que él no se diera cuenta, tardo demasiado tiempo en vestirse, pensó que lo estaba haciendo aposta, le gustaba hacerlo sufrir, ese alfa era malvado.
-Ya estoy vestido, pequeño beta – Jay giro la cabeza para comprobarlo, Taku le sonrió- En mi casa fuiste toda la mañana sin camisa, y yo no te dije nada.
-Estaba herido, era tu paciente, debías comprobar mi estado – mintió, la verdad es que lo hizo aposta- Yo no soy pervertido – Taku cruzo los brazos, haciéndose como si estuviera enfadado- Tú fuiste él que me dijo que me quitará la camiseta.
-Era para curar tus heridas, beta cabezota – Jay le saco la lengua- Pareces un niño pequeño, Jay.
-Ya tengo diecinueve años, los cumplí el día del acuario – le confeso, pesaba que Taku lo había invitado para celebrar su cumpleaños- Fue divertido estar contigo.
-¿Por qué no me dijiste nada antes? – el beta subió los hombros en señal de no saber la respuesta.
-Pensé que ya lo sabias, el día que me llevaste a tu casa leíste toda mi información, detective Taku – el alfa se rio, no se acordaba de su cumpleaños- No podrías ganar mucho dinero como detective, necesitas saber todas las pistas.
-Pequeño beta ¿tú sabes cuándo es mi cumpleaños? – negó con la cabeza – Estamos igual, pero no te diré cuándo es, lo tendrás que descubrir tu solo – Jay hizo un puchero- No le puedes preguntar a nadie del teatro.
Taku acompaño a Jay a su casa, el beta había recibido demasiadas llamadas de sus padres, temaba por su vida, sabía que el castigo de ahora iba a ser mucho peor.
-Dile a ese bailarín que entre, también – su padre le estaba esperando en la puerta- Tengo que hablar con los tres.
-¿Tres? – Jasper estaba esperando en el salón, su madre se había ido con Noah a comprar la cena- No voy a hablar con él, papá.
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Lo que ocultan las palabras
RomanceNoah siempre se había sentido solo, apartado de la sociedad por ser un omega masculino, su tío siempre lo odio y no dudo en demostrárselo, su madre supuestamente se fue con su amante alfa y lo dejó con él. Noah siempre creyó esa historia y llegó a...