CAPITULO 153

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"Para el amor de mi vida, Elías.

Si estás leyendo está carta, significa que la enfermedad me ha ganado... Papá oso, por favor, no llores mucho, ya sabíamos que esto iba a pasar tarde o temprano.

Mi vida a tú lado fue maravillosa, me diste los mejores regalos, aunque se fueron de nuestro lado demasiado temprano. Tú te quedaste a mi lado, los dos teníamos miedo a quedarnos solos, pero en algún momento nos teníamos que ir. A mi toco ser la primera.

Sé que va a ser doloroso, pero Elías, aún no vengas a mi lado, por favor. Por fin pudimos encontrar a nuestro nieto, se lo habías prometido a tu pequeña. Disfruta de la compañía de Noah, él aún es muy joven y curioso, cuéntale cualquier cosa, aunque ya se lo sepa, le gusta escucharnos, has visto la sonrisita que hace cuando le contamos algo sobre sus mamás ¿verdad? Sé que aún te duele hablar de ellas, pero yo no he tenido el tiempo suficiente para hablar con él.

Cuida de los tesoros, eres su abuelito dinosaurio, ese pequeño Tyrion te puso el nombre, no te olvides, eres importante para ellos también. No te has quedado solo completamente, seguiré a tu lado, aunque no me veas, yo estaré a tú lado, papá oso.

Si te digo la verdad, tengo mucho miedo. Mi miedo siempre ha sido dejarte solo.

Puedo esperar, no tengas prisa. Disfruta de Noah y los tesoros, cuéntale a ese bollito, que su abuelita siempre lo querrá, aunque no le pueda conocer, siempre lo querré, papá oso.

Siempre te voy a amar.

El amor de tú vida, Deva."

Elías lloraba mientras sostenía la carta, la olio, para comprobar que aún siguiera su aroma en ella, pero no pudo encontrar nada, la abrazo contra su pecho y sonrió. Él no sabía cómo vivir sin ella, siempre había pensado que él sería el primero, su hermosa Deva, siempre había sida la más fuerte de los dos, una omega que se apodero de su corazón, el primer día que la vio. Un ángel que se ha llevado su alma, con ella.

Intento cerrar los ojos, para verla, pero todo era oscuro, releyó de nuevo la carta, pasó sus dedos por las letras, con cuidado para no borrarlas. Miraba el techo y lanzaba besos, con la esperanza de que su esposa los pudiera notar. Miro la parte vacía de la cama y espero verla sonreír, pero solo había osos de peluches. No estaba en su casa, lo había olvidado, por eso no podía verla.

No había dormido durante toda la noche, Elías miraba las fotos de su esposa en el móvil, le hizo una foto todos los días, desde que se enteró de su enfermedad, muchas de esas imágenes estaban borrosas, ya que la no quería que se diera cuenta. Tenía una carpeta, en la que solo estaba Deva, también tenía videos, muchas veces la grababa sin darse cuenta siempre había sido muy torpe con la tecnología. Pero en esos videos podía escuchar su voz, fue un impacto fuerte para él.

"Papá oso" se reía, mientras Elías le tomaba la foto, él se puso nervioso cuando se dio cuenta de que Deva lo había visto, se acercó a él y sonrió "Ya no somos jóvenes, para grabarnos a escondidas" el sonido de un beso detrás de la pantalla, y ella volvía al sillón de enfrente, mientras se burlaba de él, "Llevamos más de cincuenta años casados, y aún te pones nervioso, por un pequeño beso en la mejilla, Elías", el video termino, Así que lo puso de nuevo, solo una vez más. Quería escuchar su voz, solo una vez más.

La puerta de su habitación, cuando la luz se empezó a filtrar por la ventana. Una joven apareció ante él con una sonrisa, era idéntica a su madre, se acercó con cuidado y hablo.

-Señor Brown, mi papá a preparado el desayuno, me ha pedido que venga a avisarle...- sonrió enseñándole el hueco del diente que le había caído, hacía poco – Mi mamá, le llevará a ese lugar, después de desayunar.

Lo que ocultan las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora