CAPITULO 170

122 7 0
                                    

Jay había pensado en meter a la princesa en la maleta, sin que Taku se diera cuenta y cuando llegaran al coche, sacarla del escondite, el alfa no podría quejarse, ya que Yoko estaría con ellos y se pondría a llorar si se los veía irse. Pero el beta fue interceptado por los abuelitos de la pequeña, la cual fue secuestrada sin piedad por ellos, la iban a llevar a una tienda de juguetes y después al parque, hasta que tuviera hambre. Jay no pudo hacer lo que quería.

Jake y Tadashi estaban emocionados por tenerla a su lado, aunque habían discutido en más de una ocasión, Yoko se reía cuando lo hacían, ya que se lo tomaba como un juego, esos terribles abuelitos cambiaban su expresión cuando la veían sonreír, dejaban de discutir por un tiempo, tenían que cuidarla bien.

Taku tuvo que llevarse a Jay a la fuerza, para que subiera al coche, el beta miraba hacia atrás con la intención de ir a por su bebé, pero no le dejaron, sabía que iba a estar bien, tenía a muchas personas para cuidarla, pero nunca se había separado de su lado tanto tiempo.

Los engaños de Jay iban desde fingir que le dolía la barriga, hasta pedir regresar a casa porque se había olvidado algo importante, el beta miraba a Taku con tristeza para que le hiciera caso, pero el alfa le había puesto unas gafas de sol para no ver sus ojos, esa vez había sido más listo que su pequeño beta.

-¿Y si se pone triste? – el alfa sonrió, mientras miraba a Jay de reojo – La princesa es exigente con la comida, y si no cortan las hamburguesas como a ella le gusta o se olvidan darle su biberón de buenas noches.

-No creo que nuestros padres se olviden de cuidar a la princesa, ya has visto la cara que han puesto cuando nos hemos despedido – el beta le hizo morritos- Va a estar muy bien cuidada, no te preocupes, si pasa algo, nos llamaran enseguida.

-Le están creciendo aun los dientes, y si le duele mucho...- intentaba convencer a Taku para volver- Ya has visto como lloraba, es muy doloroso para ella.

-Comprobé la boca de nuestra hija antes de irnos, no le va a salir ningún diente, mientras estemos fuera – Jay le gruño, y cruzo sus brazos- Mi hermana le ha preparado helados por si acaso, a Kou también se los hace.

-Puede que se olvide de nosotros, por estar tantos días fuera, Taku, que haremos si nuestra princesa no se acuerda de nosotros.

-La estás mimando demasiado, Jay...- el beta le contesto lo mismo, sus amigos no sabían quién de los dos era peor – Solo son cuatro días, no te preocupes, se pasara enseguida.

El camino al aeropuerto se estaba haciendo muy largo para la pareja, Jay quería volver, y Taku quería llegar pronto al hotel, su pequeño beta no sabía dónde iban, él solo le dijo que prepara ropa para ir a la playa, nada más.

Jay le hizo una vídeollamada a su padre, cuando llevaba una hora separado de su pequeña, antes de llegar al aeropuerto, le pidió que le enseñara a la pequeña, para ver como estaba, Yoko estaba disfrutando con el globo que le había regalado, golpeando a Tadashi con él, el anciano hacia muecas demasiado divertidas, podía escuchar la risa de su bebé.

-Papá, acuérdate de ponerle la cremita, tiene la piel muy sensible, enseguida se pone rojita...- miro a Taku, sabía que el alfa le iba a pedir que apagara el móvil pronto – Dentro de una hora le tocan galletitas, en la mochila he dejado las que le gustan, si se pone a llorar mucho no le deis el chupete, no le gusta – la mano del alfa le iba a quitarle el móvil – Ella quiere que la abracéis, el chupete es su enemigo, papá...

-A partir de ahora, solo llamaremos a nuestros padres dos veces al día, durante el viaje, así que dámelo... - el beta inflo sus mejillas – Querido esposo, no podemos llamar en el avión.

Jay se quedó apoyado en el coche, mientras Taku bajaba las maletas, el beta había visto donde había escondido el alfa su móvil, así que se lo robo sutilmente, mientras tarareaba y le envió un mensaje a su padre, para que le enviara una foto de su pequeña, no se dio cuenta que su marido se estaba acerco a él por detrás, ya que se mantenía completamente callado. Jay sonrió cuando vio a su pequeña.

Lo que ocultan las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora