Capítulo 28. El Vínculo.

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Ambos partieron a toda prisa, ignorando los chorros de luz que surcaban la oscuridad por todas partes. Las aguas del lago del colegio batían contra la orilla y producían un sonido parecido al del mar.

Antes de llegar al muelle, redujeron el paso y escudriñaron a su alrededor, tratando de ver en la penumbra. Ella respiraba con dificultad y casi no podía hablar.
— ¿Cómo... Cómo vamos a entrar?— preguntó sin aliento.

— No... no lo sé.

No cesaban de oírse el estruendo y las explosiones la batalla, y Harry vaciló un momento. Había ido hasta allí; estaba haciendo lo que Voldemort quería... ¿No estaba arrastrando a su amiga directamente a una trampa?

— Harry— Calie lo devolvió al presente—. La única forma de seguir adelante es matando a Nagini, vamos..
Lo tomo de la mano y se escabulleron por el muelle, que en ese momento pareció ser más ruidoso de lo normal.
Caliope temía que fueran descubiertos, oír una voz fría y aguda o ver de pronto un súbito destello de luz verde. Y entonces le llegaron unas voces provenientes de la casa sobre el lago al final del muelle. Sin atreverse apenas a respirar, avanzaron hasta allí y Calie miró a través de los empañados cristales de la habitación.

Entonces Snape habló, y a Calie se le cortó la respiración: su padrino se hallaba a solo un cristal de distancia de donde ella estaba escondida con Harry.
—... mi señor, sus defensas se están desmoronando...

— Sí, sí...— comentó Voldemort—. Pero se me atravesó un nuevo problema, Severus...

— ¿Ah, sí, mi señor?— repuso Snape.

— La necesito— dijo Voldemort en voz baja.

— ¿Qué necesita, mi señor?

— A la chica— Calie sintió un fuerte escalofrío y giró su cabeza hacia Harry, quien también escuchaba la conversación, y que la miró sin entender—. Necesito que vayas a buscar y me traigas a la hija de Juliana... Caliope.

— Creí que ya no era indispensable para usted, mi señor...

— Y no lo es— replicó Voldemort—. Pero para ti, supongo que si lo es, Severus... ¿cuanto tiempo creíste que podías guardar tu secreto?

Snape esbozó una sonrisa.
— ¿Qué quiere usted decir, mi señor?

— Sí te pidiera que fueras por ella para poder asesinarla, dime, Severus, ¿lo harías?

Silencio.
Snape no respondió. Calie no podía verle la cara, y se preguntó si su padrino de verdad estaba dudando en entregarla o si solo estaba buscando las palabras adecuadas para tranquilizar a su amo.

— Mejor resuélveme otra duda, Severus— Voldemort alzó la varita de saúco—. ¿Por qué no me funciona?

— Ha llevado a cabo magia extraordinaria con esa varita, mi señor, tan solo en las últimas horas.

— No, Severus, no. Yo soy extraordinario... pero la varita, se resiste a mí.

— No hay varita... más poderosa, el mismo Ollivander lo dijo— repuso Snape—. Hoy, cuando Potter venga, la varita no le fallará, puedo asegurarlo... le responde a usted y solo a usted.

— ¿Seguro?— susurro Voldemort.

— ¿Mi señor?

— La varita— Voldemort empezó a caminar alrededor de Snape, quien se mantuvo erguido—. ¿De verdad me responde a mi? Eres un hombre astuto, Severus... debes entenderlo... ¿a quien le da su lealtad en realidad?

Entonces Calie lo comprendió: Voldemort sabía que él no era el legítimo dueño de la varita de saúco. Pero, ¿sabía que el amo era en realidad Draco? ¿Iría detrás de él? Tenía que...

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora