Capítulo 26. El Galeón de Neville.

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— ¡Neville!— exclamó Calie, antes de lanzarse a los brazos del chico, quien la recibió muy emocionado—

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— ¡Neville!— exclamó Calie, antes de lanzarse a los brazos del chico, quien la recibió muy emocionado—. ¡Por Merlin, te ves...!

— Destruido, ¿no?— completó Neville, al separarse del abrazo de la chica—. No es nada, Seamus está peor.

— Que tal, Longbottom— lo saludo Theo.

Pero Neville los acaba de ver y, loco por la alegría, fue directo a abrazarlos a todos, incluyendo a Draco, quien solo le dio un par de palmadas en la espalda para responder a su gesto.

Cuanto más miraba Calie a Neville, peor lo veía: tenía un ojo hinchado y amoratado y varios cortes en la cara, además de que su aspecto desaliñado delataba que llevaba tiempo viviendo en pésimas condiciones. Con todo y su mal semblante resplandecía de alegría cuando soltó a Harry y exclamó:
— ¡Sabía que estarían todos juntos y que no tardarían en volver! ¡Ya le decía a Seamus que sólo era cuestión de tiempo!

— ¿Qué te pasó, Neville?— preguntó Hermione.

— ¿Por qué? ¿Lo dices por esto?— señaló las heridas quitándoles importancia con un gesto de manos—. ¡No es nada! Le decía a Calie que Seamus está mucho peor que yo, ya lo verán. Bueno, ¿nos vamos? ¡Ah!— dijo mirando hacia atrás de los chicos. Calie lo imitó y vio a Aberforth al fondo de la habitación—. Van a llegar unas personas más, Ab.

— ¿Unas personas más?— repitió Aberforth, alarmado—. ¿Que significa eso, Longbottom? ¡Hay toque de queda y un estúpido encantamiento maullido en todo el pueblo!

— Ya lo sé, precisamente por ese motivo se aparecerán en el bar. Envíalos por el pasadizo cuando lleguen, ¿quieres? Muchas gracias.

Tendiéndole la mano a Calie, Neville la ayudó a subir a la repisa de la chimenea y a entrar en el túnel. Hizo lo mismo con Hermione y luego Ron, Harry, Draco y Theo se metieron también por el hueco.

Antes de cerrar la puerta, Harry se dirigió a Aberforth:
— No sé cómo darle las gracias. Nos salvó la vida dos veces.

— Pues cuida de ellos— repuso Aberforth con brusquedad, señalando con la cabeza hacia el túnel—. Quizá no pueda salvarlos una tercera vez.

— ¡Harry!— lo llamó el eco de Calie.

Al otro lado se encontraron unos desgastados escalones de piedra; daba la impresión de que el pasadizo era muy antiguo. De las paredes colgaban lámparas de latón, y el suelo de tierra estaba liso y erosionado. Los chicos se pusieron en marcha y sus sombras se reflejaban en las paredes.

— No vi esto en el mapa del merodeador— comentó Harry.

— Es porque no existió hasta ahora— respondió Neville, que iba a la cabeza del grupo—.Los siete pasadizos fueron cerrados al principio del año, ya no se puede utilizar ninguno de ellos, porque hay maldiciones y dementores esperando en las salidas— se puso a caminar de espaldas, sonriente, como si no quisiera perder de vista ni un momento a sus amigos—. Pero eso no importa ahora... Oigan, ¿es verdad que entraron por la fuerza a Gringotts y escaparon montados en un dragón? Se ha enterado todo el mundo, nadie habla de otra cosa.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora