EPÍLOGO.

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4 años después...

La luz del sol se filtraba a través de las grandes ventanas de la mansión Malfoy, iluminando la sala donde reinaba una escena que solo unos años atrás hubiera sido impensable:

Theo, Blaise, Ron y Harry, todos sentados en diminutas sillas alrededor de una mesa de té infantil, rodeados de juguetes y tazas de plástico, con postres imaginarios.

En medio de la mesa, se encontraba una pequeña Juliana Malfoy, que era idéntica a su madre de ojos verdes, pero tenía la cabellera rubia platinada de su padre.

— ¿Quiere más té, señor Potter?— le preguntó Juliana, con su voz tierna, intentando imitar la voz formal de su madre.

Harry, con una sonrisa resignada, inclinó la pequeña taza hacia ella.
— Por supuesto, señorita Malfoy. Es el mejor té que he bebido en mi vida.

Ron intentaba no reírse, pero el cansancio era evidente, pues llevaban horas jugando, o al menos eso les parecía a ellos.

— Creo que es el té número quince— murmuró Blaise a Theo, mirándolo como si pidiera ayuda—. Dile que ya es suficiente.

— Señorita— la llamó Theo. Juliana posó sus enormes ojos verdes sobre él. Todos lo miraron, expectantes, pero Theo le inclinó su taza—. ¿Me sirve más?

— ¡Siii!— exclamó la pequeña.

Todos los otros soltaron un suspiro, pero no se atrevieron a levantarse de sus sillas.

Del otro lado de la habitación, Calie observaba la escena con una sonrisa, claramente divertida de ver como sus amigos le daban toda su atención a su hija.

— ¿Qué tal el va el negocio?— preguntó de pronto Luna, quien estaba sentada cómodamente en un sofá cercano con una mano descansando sobre su vientre ya visible. Theodore y ella se habían casado y estaban esperando a su primer hijo.

— Mejor que nunca— respondió Hermione, que cargaba a una pequeña Rose en sus brazos. Ella y Ron también se casaron y ella comenzó a trabajar en el ministerio mientras que Ron se hizo cargo de «Sortilegios Weasley» junto a George—. Teddy pasó con Lupin el otro día— añadió.

— Ya le dije a Tonks que no es buena idea que Teddy pase mucho tiempo ahí— comentó Ginny, que cargaba al pequeño James Sirius—, pero al parecer ya no podemos hacer nada. Le encanta estar con George y hacer bromas.

— Y que lo digas— Calie rodó los ojos—. El otro día Adam nos visitó con el cabello completamente verde.

Justo en ese momento, se escuchó el sonido de la puerta principal abriéndose, y Juliana saltó de su silla, corriendo hacia el vestíbulo con los brazos extendidos. Todos los chicos aprovecharon la distracción de la pequeña: soltaron un suspiro de alivio y se levantaron rápidamente de las pequeñas sillas.

— Se me acalambro hasta el trasero...— comentó Blaise, mientras se dejaba caer a un lado de Pansy, y acarició su vientre. También estaban esperando a su primer hijo.

— Pudieron haberle dicho que estaban cansados— le dijo Calie.

— ¿Crees que se atreverían de decirle que no?— replicó Pansy.

— ¿Es que acaso no ves esa carita?— replicó Theo, señalando hacia donde había salido corriendo la niña—. Es imposible.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora