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— Pan, queso, leche, curtidos, tres tazones de arroz, agua, manzanas. —Repasó mientras revisaba las cosas dentro de la canasta.
— Llevas comida suficiente para dos días. ¿Empacaste ropa? —La chica asintió entregando un envoltorio bien comprimido. — Bien. Agregué una pala y un pico pequeños para que no tengas problema al rascar la tierra; también algo de papel y un par de bolsas... —Sacó una bola de hilo y trozos de tela cosidos a medias. ¿Qué es esto? —La chica lo miró. Tomó las telas y las admiró antes de volver a doblarlas explicando:

— Será un calentador. —Namoo elevó una ceja mirándola.
— Apenas lo estoy armando, así que se ve extraño ahora. Lo llevaré para pasar el tiempo mientras descanso. No esperará que camine todo el tiempo, ¿o sí? —Él asintió entendiendo.

— Bien. Coloqué unas mantas también; anoche hizo mucho viento de nuevo y podría ser un día frío. Metí carbón y esta reja de metal que te servirá para colocarlo. Los cazos son de barro, así que no tendrás complicaciones para calentarla. —Cubrió la canasta con una servilleta blanca.
— Debo agradecerte. Entiendo que te molestes por esto; no espero que lo entiendas del todo, tampoco busco excusarme ni hacerte ver que debes sólo obedecer. Te compensaré por ello.

Ella lo miró. Luego negó con una sonrisa.

— No esperaba que fuera a enviarme fuera sola, es todo. —Extendió más sus labios. — Parece que mi señor está muy confiado en que volveré. Porque va a dejarme ir. Podría sólo huir y usted me daría hasta dos días de ventaja.

Él también sonrió.

— No lo harás.

— ¿Está seguro?

— Por supuesto; si tuvieras la intención, no estarías diciéndomelo. —Le pellizcó la nariz y ella se la tocó al instante siguiente.
— Y si yo creyera que piensas algo así, aún tendrías grilletes en los tobillos y no saldrías siquiera de la mansión. —Ella se rindió.

— Bueno. Pero no debe preocuparse por una compensación, no lo hago contra mi voluntad, sólo me siento asustada, pero me preocupa más que mi señor siga padeciendo esos dolores. Incluso ya no puede dormir cómodamente. —Se angustió. Primero por él, después por ella...
— Pero... irá a buscarme si me pierdo, ¿verdad? Llegué aquí de casualidad antes. No es que supiera el camino y... con todo este tiempo, aún no podría saberlo, ¿no?

— No tienes de qué preocuparte. —Fueron sus vagas palabras. Tan dispersas de preocupación que hacía dudar, por instantes, si acaso sería capaz de preocuparse realmente por ella. Al final incluso ella había elegido confiar como última opción, ¿no? ¿Por qué él no lo haría?
— Toma esto. —La sacó de su afligido pensamiento. Ella miró. En su palma yacía una brújula.
— La aguja señala al norte. No importa dónde estés, si te crees perdida, mira a dónde apunta la aguja y camina en dirección a su izquierda. Si esto aún te es confuso, observa hacia dónde se esconde el sol y síguelo. Hwang sigue al ocaso. —Ella recibió la brújula y la miró atenta.
— Iré a buscarte mañana al alba y también al siguiente amanecer. Si aún con eso no has vuelto la segunda mañana a esta hora, contra toda oposición saldré a buscarte. —Le peinó el cabello dentro de la capucha.
— Lleva esto entre tus ropas. —De su propia manga reveló un puñal dentro de una funda. Ella lo miró un momento, después a él mientras negaba con la cabeza.

— No puedo.

— Aquí nadie te hará daño, así que no tienes razón para armarte ni asustarte; pero es diferente allá afuera. Lo sabes. Hay gente que se ha dedicado a lastimar a otros y no tendrán consideración contigo viéndote sola. —Insistió. — Tienes que volver viva y en una pieza. —Le extendió el arma.

— Mi señor...

— No saldrás si no la llevas. No pienso sólo en mí.

"Tampoco yo". —Se consoló mirando ese par de pupilas. Sabía que no era capaz de herir a otros con ese tipo de utensilios porque no podría soportar la idea de extinguir una vida con sus propias manos, pero él necesitaba la medicina y la firmeza de su voz sentenciaba seriamente su declaración. Palabras que ella no podría permitir que se volvieran realidad. Necesitaba la medicina. No importaba cuánto lo pensara... al final lo había escogido a él. Y lo seguiría a él.
"Si eso le dará tranquilidad..." —Lo tomó. — Lo llevaré.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora