Capítulo 40 Un gran espectáculo

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Antes de poder encender mi auto, Recibí una llamada de Mayra. Revise la hora y vi que ya eran las 10:00pm. En cuanto respondí, la voz de Mayra resonó en mis oídos.

-Sami, adivina en donde estoy. -Al escuchar la emoción en su voz, pensé un momento antes de responder:

-Ciudad Q!

-¡Maldición! -grito- ¡Eres una aguafiestas, señorita Aria! -Basada en su elección de palabras, supe que estaba en lo correcto. Sonreí al teléfono y le respondí en tono de burla.

-Como si no me conocieras. ¿Cómo está todo? ¿Has encontrado algún lugar bueno para vivir? -El estacionamiento del Corporativo Ayala era grande y sin mencionar que ya no había nadie. Mientras estaba sentada en el auto y hablaba por teléfono, podía escuchar el eco de mi voz, haciendo que el cabello detrás de mi cuello se estremeciera.

-Mhmm. La Ciudad Q es un buen lugar para establecerse; es muy relajante. Me quede aquí por unos días y me gusta mucho el estilo de vida. El clima es excelente también y pienso que es un buen lugar para vivir. -Mayra estaba hablando demasiado al otro lado de la línea y la puse en altavoz para encender el auto. El estacionamiento estaba vacío y me sentí insegura al quedarme aquí mucho tiempo. Le respondí a Mayra mientras daba reversa.

-Deberías quedarte en la Ciudad Q por más días para que te acostumbres y tal vez revisar departamentos para mi en lo que estás allá. Álvaro me asignó un nuevo proyecto. Se ve complicado y es probable que no pueda ir a ninguna parte por el momento.

Mayra maldijo un poco y comenzó a reprenderme.

-Ya habías decidido irte, ¿Porque demonios aceptaste este nuevo proyecto? Si ya decidiste irte, hazlo de una vez por todas. Deja de dudarlo tanto o arrastrar las cosas.

Por supuesto que sabía que debía irme de una vez por todas, pero los humanos somos propensos a ser indecisos y algunas cosas son más sencillas decirlas que hacerlas. ¡Pum! Acababa de dar reversa cuando choque contra algo. Mi corazón se aceleró y le respondí a Mayra, apresurada:

-Mayra, creo que choque con algo. Te llamaré después. Me tengo que ir. -Antes de que Mayra pudiera responder , le colgué y salí del auto. Era normal que hubiera gatos callejeros dentro del estacionamiento y esperaba que no fuera algo serio. Luego de darle vuelta al auto, encontré un gato pequeño desde el punto ciego de mi auto. Su herida se veía algo seria y me acerqué a verlo. Al momento de agacharme, alguien cubrió mi nariz y boca por detrás. El olor punzante de algún químico invadió mis fosas nasales. Para cuando me di cuenta de que estaba en peligro, ya había perdido la consciencia.

Me desperté en un lugar oscuro y todo estaba en silencio que podía escuchar una gota caer. Entré en pánico, pero logré calmarme en unos minutos. Como mis secuestradores me mantuvieron viva, significaba que tenían planes para mi. Basada en mi título de <<Señora Ayala >>, seguro querían exigir un rescate o usarme para amenazar a Álvaro. Mi vida no estaba en peligro por ahora sin importar la razón. Con esa idea en mente, mis nervios se calmaron gradualmente. Después de media hora , escuché un ruido aturdido justo antes de que las luces se encendieran y me dejaran ciega. Luego, se escuchó la voz de un hombre de Edad Mediana.

-¡La mujer esta despierta!

Tiempo después, mis ojos pudieron ajustarse a la luz. Escaneo mis alrededores y me di cuenta de que estaba adentro de un contenedor. Justo enfrente de mi, había un hombre aproximadamente 3 metros, pero como su espalda estaba contra la luz, no logré distinguirlo. A pesar de eso, noté que estaba un poco regordete y tenía una voz grave. Por ello, determine que era de edad mediana y también fue en parte por el olor de su colonia, la cual usaba la mayoría de los hombres de esa edad. No era ningún bandido, sino el dueño de algún negocio o un profesional asalariado.

-¡Está despierta! ¡Véndale los ojos y llévatela allá! -dijo el hombre y el otro de cuerpo delgado se acercó. Sus rostros estaban cubiertos y no pude ver cómo se veían. Yo seguía mareada y, aunque podía ver mis alrededores con claridad, mi cuerpo no se podía mover. Luego de que me vendaron los ojos, me arrastraron por los pies por un largo camino antes de empujarme a un cuarto de algún tipo y me quitaron la venda. Para entonces, había recuperado algo de fuerza y les pregunté con voz ronca:

-¿Quienes son ustedes? ¿Porque me secuestraron?

El hombre delgado no hablo, pero el de edad mediana dijo:

-Relájese, Señorita Arias. La invitamos a ver un gran espectáculo y la enviaremos de regreso al terminar. -La puerta fue azotada. Yo estaba sentada en una cama deteriorada con mis brazos y piernas atados. Después de tratar de soltarme unas cuantas veces fue en vano y me rendí. De repente, se escuchó una conversación dentro del cuarto sombrío.

-Álvaro, me dijiste que te divorciarías de ella y te casarías conmigo. No me hagas esperar mucho tiempo, ¿si?

<<¿Es la....voz de Rebecca?>>

-¡Rebecca, deja de hacer tanto escándalo! -La voz de Álvaro sonaba diferente a lo usual, como si hubiera bebido demasiado.

<<¿Porque puedo escucharlos hablar? ¿Quien está haciendo esto? >>

-Álvaro, ¿Estás enamorado de ella? ¿Es por eso que no quieres divorciarte de ella? -La voz ronca de Rebecca sonaba frenética y hacia qué las cosas parecían sugestivas entre ellos. Después, se escuchó que alguien se estaba desvistiendo y Álvaro dijo con voz dura:

-No juegues, Rebecca. Estoy casado con ella.

Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora