Conmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥
La señora Hernández había preparado muchas cosas en la cocina. Por lo general, yo era bastante perezosa, así que casi nunca estaba ahí; y cuando lo hacía el platillo más común que preparaba era macarrones con queso.
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Mayra y yo éramos iguales en cuanto a la cocina. Antes, la abuela siempre decía que las mujeres no debían estar en la cocina y en lugar de ello, debíamos leer más libros e indagar más en actividades poéticas. Con el paso del tiempo, la cocina se volvió un lugar al que rara vez entraba. Ahora que lo pensaba , era porque la abuela me quería y evitaba hacerme trabajar en la cocina. Es por eso que me decía esas cosas.
No quería desperdiciar mi tiempo holgazaneando mientras estaba en casa. Por ello, decidí cocinar algo. Luego de preparar todos los ingredientes puse algo de aceite en el sartén. Justo en ese momento, Álvaro salió de ducharse y me quedé congelada al ver su cabello peinado.
-¿Tienes algo que hacer hoy?
Él asintió en respuesta y entro a la cocina. Al ver la comida sin cocinar, preguntó:
-Estaré afuera un rato. ¿Estarás bien si te quedas sola en casa?
Murmuré en respuesta y puse algo de carne en el sartén. Cuando la carne cayó, el aceite salpicó en mi mano y retracté mi brazo por instinto. Siseé de dolor de inmediato y Álvaro me quitó el sartén y me puso hacía un lado.
-Pon tu mano en agua fría por un rato. Yo cocinaré.
Luego de poner mi mano en agua, me quedé a un lado y observé a Álvaro mientras se movía en la cocina. Sus movimientos eran ágiles y llenos de seguridad. Eso lo diferenciaba de otros hombre ricos. No tenía idea que hacer, así que tomé una naranja y pregunté:
-¿Con quién saldrás más tarde?
Álvaro puso el espagueti en una olla mientras me miraba y dijo:
-Rebecca y Zacarías están a punto de regresar a Ciudad K, así que invité a algunos amigos a almorzar.
Me quedé congelada hasta que vi una mancha de aceite en su manga. En ese momento, me quité el delantal y se lo puse a él.
-De acuerdo. No tomes y regresa temprano.
Todos tenían su propio camino que recorrer y yo no podía forzar a Álvaro a cortar lazos con Rebecca. Después de todo, ellos eran humanos, no máquinas. Álvaro asintió y me dio un beso en la frente.
-No lo pienses mucho, Gael, Joel, Camila y Zacarías también estarán ahí. Estás embarazada, así que no es conveniente que te muevas mucho.
Asentí en respuesta y llevé un plato de la cocina hacía el comedor. Luego de servirse una porción, Álvaro se quitó el delantal y tomó mi mano para revisarla.
-¿Te sigue doliendo?
Después, se levantó y caminó hacia la alacena. Al verlo sacar el botiquín de primeros auxilios, dije de inmediato:
-Estoy bien. Ya no me duele.
Sin embargo, él ignoró mis palabras. Se sentó a mi lado y aplicó una ligera capa de ungüento en mi mano. Ambos almorzamos en silencio y después me recordó unas cosas entre murmullos y se retiró. Luego de eso, comencé a sentirme aburrida al estar sola en la casa enorme, así que decidí ir al estudio y comencé a leer Breve Historia del Tiempo.
Estaba a punto de quedarme dormida cuando Mayra me llamó. Cuando contesté, ella gritó:
-¡¿Qué estás haciendo? ¡Puede que tu hombre está a punto de....
-¿A punto de qué? Es de día.
Me encontraba recargada en el balcón y la luz cálida del sol me estaba haciendo sentir somnolienta.
-¿Y qué si es de día? ¿Acaso no tienes sentimientos durante el día? Álvaro y Rebecca acaban de entrar al hotel Winthem. ¿No vas a echar un vistazo?
Mayra sonaba desesperada y supuse que estaba de compras pues podía escuchar sus tacones.
Bostecé y después miré hacía el reloj. Ya eran las 5 de la tarde y habían pasado horas desde que Álvaro salió de la casa. Había pasado horas sentada, así que mi espalda se sentía incómoda.
-Espera, te estoy hablando sobre tu hombre. ¿No vas a ir a ver que sucede? -El tono de Mayra sonaba urgente-. Esa mujer, Rebecca, va vestida toda lujosa. Yo digo que lo mejor es que vayas a echar un vistazo.
Murmuré con desinterés en respuesta.
-Ya comiste? ¿Quiere venir a mi casa a comer?
-¡Maldición! Ay....olvídalo. No iré a tu casa. Me iré a la mía cuando termine de comprar.
Después de terminar la llamada, salí del estudio y caminé un poco por el patio trasero del chalé. El clima estaba agradable para caminar. En el patio trasero había una hilera de jacarandas azules y era la estación adecuada para que florecieran. Las flores azules estaban esparcidas por el césped y era una escena pintoresca. Poco después, alguien llamó al timbre de la casa. Justo cuando me giré para dirigirme a la puerta, sonó mi teléfono. Era Álvaro . Contesté la llamada y antes de que pudiera decir algo, dijo:
-Abre la puerta. Han ido a amueblar el cuarto del bebé. Además, la terraza acristalada del último piso no es la mejor habitación para descansar, así que les he pedido que remodelen también el dormitorio principal. Ahí descansarás mejor.
Murmuré brevemente en respuesta y abrí la puerta. El hombre de mediana edad que apareció fuera de la casa me miró y saludó:
-Hola, señora Ayala. Somos las personas que el señor Ayala pidió para amueblar la guardería.
Asentí con la cabeza antes de abrir más la puerta para dejarlos pasar. Luego, susurré en el teléfono:
-¿Dónde estás? ¿Cuándo vas a volver?
-Estoy en el Hotel Winthem. Puede que llegue un poco tarde. He pedido una sopa para que cenes y le he pedido al señor López que te la lleve más tarde.
Sonaba despreocupado, como si lo había arreglado todo perfectamente para mí.