Me quedé la noche anterior porque no tuve opción. Me daría migraña si me quedaba una noche más. Él asintió y dijo:
-Tus sobras estaban deliciosas.
<<¿Mis qué?>>
Después de un momento, me di cuenta de lo que quiso decir y le lancé una mirada intensa.
-¡Pervertido!
Él levantó sus cejas y exclamó con inocencia:
-Espera...¡no! Me refiero a tus...¡Sobras!
<<¿Qué tan infantil es este hombre?
Lo ignoré, recogí todo y le dije:
-Bueno, ¡ya me voy!Él tomó mi muñeca una vez más y dijo:
-¿De verdad me dejarás aquí solo?
-¡Puedes decirle a tu querida Rebecca que venga! -me burlé.
'Él frunció el ceño y continuó:
-¿Por qué tienes prisa por irte? ¿De verdad odias tanto verme? ¿O tienes prisa de encontrarte con alguien? ¿Es Nicolás? ¿Jonathan?
No estaba de buen humor, así que me quite su mano de encima.
-Así que el señor Ayala puede verse con su linda amante, pero ¿yo no puedo ver a mis mejores amigos? ¿No es eso hipocresía?
Parecía que Álvaro comenzaba a molestarse y mi humor empeoró al pensar en Rebecca.
-Así que el señor Ayala puede hablar de lo que sea bajo las estrellas con la señora Villa, ¿pero yo no puedo juntarme con mis amigos para conversar? ¡Mis relaciones no son tan complicadas como la tuyas!
-¡Ja! Vaya, ¡mira quién habla! ¡Por supuesto que tus relaciones son más complicadas! -se burló y el ambiente en la habitación se puso tensa enseguida-. ¿Quieres que te lo muestre?
Luego de decir eso, utilizó tosas sus fuerzas y me tiró por encima de su hombro. Se quitó el catéter de su brazo, me acorraló y presionó debajo de él.
-Álvaro, déjame ir! -grité.
-¿Qué te deje ir? Me provocaste para que hiciera esto, ¿cierto? ¿Por qué te estás quejando? -dijo, agitado.
-Álvaro, solo dime si no quieres al bebé. No hace falta lastimarlo de esta manera.
En ese momento, me di cuenta de que no tenía sentido seguir forcejeando, así que intenté tranquilizarme.
Él se detuvo al escuchar lo que dije. Suspiro y preguntó con una mirada sería:
-Samara, ¿Qué quieres que haga?
Me quedé en silencio mientras sentía el dolor de mi corazón. <<¿Cuándo acabará esta tortura?>>
-Para empezar, ¡podrías quitarte de encima de mí!
Nuestros problemas no se podían explicar o resolver en cuestión de días.
¡Me temo que no puedo! -insistió.
Después, se acercó a mis labios, haciendo que me sonrojara.
-Álvaro, ¡estamos en el hospital! ¡Contrólate! -exclamé.
-Lo sé, pero, ¿no tienes ganas? -dijo con una sonrisa.
-¡No! -rechacé su insinuación pues quería mantener mis límites.
Después , me dio un beso en mi frente y me puso entre sus brazos. En ese momento, tenía muchas ganas de escaparme. Él seguía sosteniéndome después de un rato, así que comencé a ponerme inquieta.
-¿Ya terminaste? -exclamé.
-Solo un poco más -dijo en voz baja.
Por fin me soltó y se giró para acostarse boca arriba. Yo ya no quería estar ahí, así que me levanté, me acomodé la ropa y me fui de la sala. Por casualidad, me topé con Rebecca en el pasillo. Para mi suerte, mi rostro sonrojado seguía presente. Me di cuenta de que ella presenció la interacción que había tenido con Álvaro hace un momento al ver su expresión de enfado.
-Samara, ¡eres una perra!
-Aja. Pero tú no eres mucho mejor. ¡Nos estabas espiando descaradamente! -Apreté mi mentón y continué-. Ya puedes entrar. Tal vez también te tire en su cama. Después de todo, él resiste mucho.
Me hice a un lado para abrirle paso, pero ella se retiró. El sudor de Álvaro seguía en mis manos, así que me dirigí al baño y me lavé bien. Cuando me fui, el sol ya se había puesto y el cielo estaba oscuro.
Jonathan me había estado molestando mucho últimamente. Cuando vi su auto estacionado frente al sótano de mi chalé, me dirigí enseguida a los apartamentos Glenwood. Él detuvo su auto frente al mío, bloqueando mi paso apropósito.
-No hace falta que te escondas, Samara. Siempre te encontraré.
Después de eso, él salió de su auto, se acercó despacio y se recargó contra mi ventana. Era verdad; no podía esconderme.
-¿Qué es lo que quieres? -pregunté mientras bajaba de mi auto y lo miraba con intensidad.
-¡Vámonos de aquí, Sami! ¡Te he extrañado mucho!
-Apuesto a que estabas pensando en maneras de torturarme y hacer que me deprima -me burlé. En ese momento, él cerró sus ojos por un minuto y se quedó pensando por un segundo antes de decir:
-No estás feliz con Álvaro, ¿cierto?
Él tenía razón.
-No, ¡Somos muy felices juntos! -clarifiqué mientras sacudía mi cabeza.
-¿Y cuánto crees que eso durará? Después de todo, se lo quitaste a la hija de Zacarías -dijo con una sonrisa.
Ya no quería seguir respondiendo sus preguntas sin sentido, así que exclamé:
-¿Viniste hasta aquí solo para preguntarme cosas tan tontas?
Al escuchar eso, él fue al grano y mostró sus intenciones.
-Sígueme a la provincia R. He traído a nuestra familia a casa y la renové para que luciera justo como era antes; tal como te gustaba.
-¿Regresar a vivir en depresión contigo?
Al escuchar eso, su rostro se puso serio y frunció el ceño.
-Sami, nunca quise lastimarte.
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Reticencias de amor
FanficConmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥