Media hora después ya no escuchaba nada afuera, solo de repente se logró escuchar el motor de un auto que se iba y Álvaro entró como pudo a la casa unos cuantos minutos más tarde. Después de que comí hasta reventar, sentía que estaba un poco inflamada, tampoco podía evitar tener la sensación de que mi vientre había crecido bastante en los últimos días, así que decidí que mañana iría al hospital para que se me hiciera una revisión de rutina. La señora Hernández estaba limpiando la cocina y al mismo tiempo prestaba atención a todo lo que sucedía afuera; cuando Álvaro entró a la casa soltó un gritó.
-¡Dios mío! Miré el estado en el que está. -Rápido corrió para revisarlo.
Al tiempo, yo me encontraba recostada en el sofá descansando después de haber comido; entonces , levanté la mirada para encontrarme con que el apuesto rostro de Álvaro ahora estaba hinchado y con manchas de sangre alrededor de la boca, pero a pesar del lamentable estado en el que se miraba, seguía mostrándose orgulloso y erguido, de él desprendía el triunfo. La señora Hernández se apresuró a ir en busca de un botiquín de primeros auxilios y yo solo me giré a verlo para después decirle a la señora:
-Ya es tarde, me iré a dormir.
La señora Hernández se quedó sorprendida por mi falta de preocupación y no dijo nada. Y yo, evité por completo la mirada de Álvaro y subí las escaleras. Sabía bien que al actuar de esa manera estaba siendo fría, pero así era la vida y cuanto más me preocupara por alguien, más me darían por sentada. Y al igual que yo tenía cosas que le había ocultado a él, él tenía muchos secretos más.
Cuando salí del baño, Álvaro estaba de pie fumando en el balcón; su alta y esbelta figura se veía fría y desolada. Desvié la mirada de él y me senté frente al tocador para comenzar con mi rutina del cuidado de la piel; después de un rato y de un par de cigarros, entró y se fue directo al baño sin mirarme. Dado que ya era muy tarde, me sequé el cabello y me acosté, rápido me quedé profundamente dormida.
<<Parece que volveremos a darnos la ley del hielo>>.
Las noches de verano en Ciudad J eran muy tranquilas, lo que hacía que los sonidos de los animales e insectos del exterior fueran especialmente fuertes y mientras la hermosa luz de la luna brillaba desde las ventanas, el ambiente en nuestra habitación era de total silencio. Me sentía algo incómoda en la cama y di un par de vueltas tratando de encontrar la mejor posición para mí, de repente, un par de manos me sujetaron. Abrí los ojos de inmediato solo para encontrarme con que Álvaro estaba tratando de entrar en mí; entrecerré un poco los ojos y dije:
-Si cuando estoy despierta no suelo hablar contigo, ¿Qué te hace creer que dormida lo voy a hacer?
En eso, pude notar como se ponía rígido, Además, en su rostro se miraba la molestia.
-¿Estás tratando de vengarte?
Cerré los ojos, pues todavía tenía mucho sueño.
-Hum. -Se burló , antes de agregar-: ¡Entonces creo que tendré que esforzarme más!
Fruncí el ceño.
<<En definitiva, detrás de ese gran cuerpo, rostro atractivo y de su forma de vestir tan buena, se oculta una escoria>>.
Me mordí los labios y aguante su penetración brusca en silencio.
-¿No dijiste que no me ibas a decir nada? -Pensaba que estaba comenzando a reaccionar por él, así que se burló-. Supongo que lo que dijiste era una excusa, ¿no?
Me quedé en silencio y dejé que se saliera con la suya. Después de un largo rato terminó, encendió la luz de la mesita de noche y como de costumbre, me iba a llevar al cuarto de baño pero cuando se giro para verme, vio algo que lo hizo retroceder, se le veía muy asustado; la mano que llevaba en mi vientre de repente se estaba tensando. Me miró y con voz ronca dijo:
-¡¿Por qué no gritaste?! -El pánico se mostraba en su rostro, el cual normalmente era inexpresivo.
Comenzaba a sentirme un poco mareada y estaba en silencio, tanto el dolor que sentía como la sangre que no dejaba de salir de mí, eran indicios de que probablemente el niño que llevaba dentro, ya no lo estaría más; sin embargo, el dolor que tenía no era en mi cuerpo, sino en mi corazón...Era el tipo de dolor que sientes cuando algo te aflige, ese que hasta sientes que te corta la respiración.
<<¡Zas! Álvaro perdió el equilibrio mientras trataba de bajarse de la cama y se golpeó con la mesa de al lado; pero no dije nada, solo observé con total indiferencia. Como pudo, tomó su teléfono y tardó bastante tiempo en hacer una llamada pues sus dedos estaban temblando; justo en el momento en que la llamada entró, Álvaro comenzó a hablar con una urgencia que jamás había escuchado antes.
-¡Está sangrando mucho! ¡Está muy grave, necesito una ambulancia ahora!
De pronto colgó la llamada y de inmediato se dirigió al baño, de donde salió con una toalla en las manos, se acercó a mí, se agachó e intentó detener la hemorragia pero era inútil, pues la sangre seguía saliendo de mí.
Yo lo miraba con una calma que jamás había sentido, a pesar de todo lo que le estaba ocurriendo a mi cuerpo, además, poco a poco comenzaba a perder la visión y todo se volvía más y más lejano, pero alcanzaba a ver el pánico, la impotencia y el horror que había en Álvaro, e incluso en esta situación tan grave no podía evitar sentir una pizca de diversión, pues de todas formas, fue una situación que él mismo buscó.
En todo momento él no me dirigió la mirada y cuando se dio cuenta de que en realidad no podría detener la hemorragia, fue a mi armario, tomó un conjunto de ropa y me lo puso. Cuando me levanto de la cama pude sentir como sus manos temblaban en reflejo de la preocupación y al mismo tiempo, por lo perturbado que estaba. En ese instante, escuché el sonido de las sirenas de las patrullas que llegaban a la casa en indicio de que la ambulancia ya estaba ahí. Y en efecto, un minuto después, un grupo de personas con una camilla irrumpieron en el chalé; Álvaro me arropó y me echó una mirada que tenía un mar de sentimientos inexplicables. Y yo, sin querer verlo otra vez, cerré los ojos.
Mi mente estuvo totalmente en blanco durante todo el trayecto desde el chalé hasta el hospital y hasta el quirófano, en realidad, durante todo el proceso no logré sentir nada. Además, en el fondo de mi corazón sabía que si el bebé se salvaba o no, no tenía nada que ver con la relación que llevábamos Álvaro y yo, pues la división que había entre los dos hace mucho tiempo que se había formado.
-Si tiene sueño, cierre los ojos y trate de descansar, nosotros haremos lo posible para salvar al bebé, no se preocupe.
Me tranquilizó el médico que estaba en quirófano, así que segundos después asentí y cerré los ojos. No obstante, a pesar de que ya habían pasado dos horas, seguía despierta y totalmente consciente; en el momento en que me sacaron de la sala de operaciones pude ver a Álvaro, quien estaba de pie junto a la puerta. Cuando miró al médico, preguntó con el rostro pálido:
-¿Todo está bien?
Entonces, el médico asintió para tranquilizarlo.
-Así es, la trajeron a tiempo y por eso, tanto ella como el bebé están bien, pero señor Ayala, debe tener más cuidado en el futuro; la señora Ayala tiene síndrome de ovarios poliquísticos lo que significa que la posibilidad de tener bebés es muy pequeña. Así que tenga en mente que el bebé que tiene en su vientre fue muy difícil de concebir, por favor tenga cuidado y cuide bien de ambos.
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Reticencias de amor
FanfictionConmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥