En el momento en que habló, parecía que estaba recordando algo y chasqueó los dedos.
-¡Ah, por poco y lo olvido! Seguro que ahorita está cuidando de su adorada Rebecca en la sala de hospital, dudo mucho que tenga tiempo para ti.
Una vez que dijo eso, se inclinó hacía mí y su aliento lleno de tabaco solo me provocó más ascos, así que de inmediato contesté:
-Oye, Jonathan, entonces si muero ¿seré libre por fin?
De repente, su rostro se tornó sombrío.
-Inténtalo.
¿Cómo se supone que podría hacerlo? Ese todavía no era el momento y aunque lo fuera, me gustaría llevarme a uno de estos demonios conmigo; en ese instante, el patio se vio iluminado por las luces de otro auto, eral la Jeep de Álvaro. Miré mi reloj y me sorprendí un poco porque eran las 12 de la noche, no creí que regresaría tan pronto.
De inmediato, Álvaro identificó el auto de Jonathan pero en lugar de bajarse, se quedó ahí y encendió un cigarro; daba largas caladas mientras nos echaba una mirada mortal. Y Jonathan , como el asqueroso oportunista que era, se inclinó más hacia mí y dejó escapar una risita en cuanto Álvaro nos vio.
-Me preguntó cuál será su reacción si te beso.
-¡Eres un enfermo de mierda! -grité y traté de alejarme de él pero para mi desgracia, no había suficiente espacio en su auto.
Abalanzó su cuerpo hacia mí y consiguió tocar sus labios con los míos antes de que yo tuviera oportunidad de alejarme; Jonathan se lamió sus propios labios con satisfacción mientras miraba a Álvaro.
-¿Estás loco?
-¡Si, lo estoy! -aceptó al tiempo que Álvaro se bajaba de su auto.
Lo miré fijamente y exigí:
-¡Abre la puerta ahora mismo!
Pero ignoró totalmente lo que dije, pues estaba ocupado siguiendo con la mirada al otro hombre, que recién había salido de su auto. Cuando se dio cuenta de que esté último caminó directamente al chalé, se giró para verme y dijo:
-Sami, él no te quiere, ni siquiera le importó que te haya besado.
Jonathan tenía experiencias en como atormentar a sus presas pues sus palabras habían tocado lo más profundo de mi ser, por lo que solo pude decir:
-¿Y qué tiene? No es de tu incumbencia, solo déjame ir.
<<¡Bang!>> De repente, se escuchó un fuerte estallido y una de las ventanas del auto de Jonathan se quebró; levanté la mirada y me encontré con Álvaro de pie junto al auto, en sus ojos podía verse la maldad.
<<Genial, aquí viene otro demonios>>.
Desde lejos, se podía pensar que todos ellos eran hombres bien vestidos y con excelentes modales, pero al tenerlos más de cerca, podías darte cuenta de que sus almas estaban totalmente podridas; Jonathan estaba mal, yo no puedo decir que soy mejor que él, pero incluso Álvaro puede llegar a ser un tanto despreciable de vez en cuando, pues detrás de su fría forma de ser y nobleza, se ocultaba un ser de alma salvaje sediento de sangre. Y justamente esa noche, ese lado de él fue revelado.
Álvaro llevaba en su mano un mazo que el jardinero había dejado cuando estaba acomodando las piedras del patio, contra esa herramienta, ninguna ventana de auto soportaría el golpe. Jonathan estaba mirando con detenimiento el cristal hecho añicos de la ventana, simplemente se limitó a seguir observando como Álvaro estiraba la mano para abrirme la puerta. En cuanto lo hizo, yo salí en silencio pero no sin antes observar a esos dos hombres que parecían estar en un concurso de miradas. Jonathan fue el primero en bajarla porque parpadeó y aunque estaba sentado en el asiento del auto, el aura siniestra que desprendía de él no era menos que la de Álvaro, que estaba ahí de pie.
-¿Qué tal si peleamos?
Desde el principio de las civilizaciones, los hombres siempre habían resuelto sus problemas utilizando los puños, parecía que los altercados físicos eran la única forma que conocían para resolver cualquier desacuerdo. Tal vez es que les divertía golpearse o era la única manera que tenían de desahogar sus frustraciones. Entonces, los ojos oscuros de Álvaro comenzaron a brillar al tiempo que decía:
-¡Por supuesto!
La conmoción de la situación fue suficiente para despertar a la señora Hernández, quien vivía en el patio del chalé, en eso encendió las luces y salió corriendo. Primero posó la mirada en mí y luego en Álvaro, para después terminar en Jonathan, quien al ser un hombre desconocido para ella, le causó sorpresa y por unos segundos no supo reaccionar, pero al hacerlo dijo:
-Señor Álvaro, ¿debería llamar a la policía?
En eso, Álvaro comenzó a quitarse el saco negro que traía y en sus ojos se veía el peligro.
-No es necesario, entra a la casa y trae una silla para mi mujer para que pueda sentarse a observar el espectáculo.
<<¿Qué?>>
La señora Hernández asintió y de inmediato entró a la casa. Yo por mi parte, fruncí las cejas en señal de molestia y dije:
-No me quedaré aquí a ver nada, no es bueno para nuestro hijo. Así que ten cuidado y trata de no hacerte daño, te espero adentro.
Mis palabras parecieron animarlos y la expresión sombría que tenía se había iluminado. Sonrió con confianza y contestó:
-Bien, entra y espérame.
-¡Mierda! -Por alguna razón, Jonathan se había agitado, aún más después de ver la escena y comenzó a soltar puños contra Álvaro.
Sin advertencia, ambos hombres comenzaron a pelearse, en cambio yo, seguí caminando sin mirar atrás y traté que el sonido de las carnes siendo golpeadas no llegará a mis oídos. Cuando llegué a la sala de estar, la señora Hernández me miraba con el rostro lleno de preocupación.
-¿Qué sucede?
-Nada, no es para tanto -dije mientras negaba con la cabeza.
Como no había comido nada en la fiesta, empecé a sentirme hambrienta; miré a la señora Hernández y para evitar toca el tema de los dos tipos de afuera, pregunté:
-¿Todavía hay comida?
-Si, claro.. -Afirmó, luego se fue a la cocina y regresó con un plato de huevos revueltos y una olla con estofado de pollo.
Al ver la comida que había traído me sorprendí bastante:
-Señora Hernández, ya es medianoche.. Estos platillos, ¿Cómo es que? -El simple hecho de que todo siguiera caliente era todavía más sorprendente.
Ella sonrió y dijo:
-Lo que pasa es que el señor Álvaro me habló hace un rato, me dijo que usted no había comido en la fiesta y que al llegar a casa tendría hambre.
Al escucharla decir, no pude evitar asombrarme, estaba sin palabras.
<<Sin embargo...¿Estaba preocupado por mí o por su hijo?>>
Justo cuando estaba completamente perdida en mis pensamientos, fui interrumpida por gritos y gruñidos de hombres que venían del exterior; mientras la señora Hernández me servía la comida, volvió a preguntar preocupada:
-¿Por qué no llamamos a la policía?
Sacudí la cabeza en negación y me concentré en masticar la comida.
-No hay necesidad.
Dado que los dos eran muy parecidos en complexión, era seguro que ni uno moriría.
ESTÁS LEYENDO
Reticencias de amor
FanficConmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥