132: Noticias de Ciudad K

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Detuve a Mayra antes de que dijera algo.

-Solo vete, estaré bien!

Ella no dijo mucho después de eso. No obstante, miró a Jonathan furiosa y advirtió:

-Si te atreves a hacerle daño, ¡me vengaré pase lo que pase!

Jonathan levantó sus cejas y no dijo nada. Mayra se fue después de eso.

La mujer del vestido verde cambió mi taza y el té también. Me miró y dijo:

-Si teme no poder dormir, puede beber un poco de té negro. Puede tomarlo sin preocuparse por tener insomnio.

-¡Gracias! -dije con una sonrisa.

Jonathan observó a la mujer y frunció un poco el ceño, somo si la culpara por actuar sin su consentimiento. Después de eso, la mujer se mantuvo en silencio mientras me sonreía con dulzura, Jonathan tomó algunos sorbos de su té y luego me miró.

-Ya que dejaste el Corporativo Ayala, ¿no planeas divorciarte de Álvaro?

-¿Desde cuándo el señor Arias está interesado en los asuntos personales de alguien más?

Él frunció el ceño y preguntó:

-¿Hace falta diferenciar los asuntos personales y generales entre nosotros? Sami, deberías saber que te puedo dejar tener una mejor vida si lo dejas.

-¿Acaso parece que no estoy viviendo una buena vida ahora?

El incidente del Corporativo Ayala había causado una gran conmoción, así que no me sorprendió que supiera al respecto. Jonathan puso su taza de té en la mesa, con una mirada profunda.

-Sami, sabes que te conozco más de lo que conoces a ti misma. Deja de fingir que eres fuerte. Sabes bien que Álvaro no es tu refugio. Lo mejor es que lo dejes.

-¡Ah! -No pude evitar reírme-. Señor Arias, ¿está bromeando? Aunque dejé el Corporativo Ayala, sigo siendo la esposa legítima de Álvaro.

-¡Tsk!

Jonathan tomó un sorbo de té mientras sus ojos se enfocaban en mí y dijo en un tono extraño:

-Suenas tan segura y eso me hace sentir un poco sorprendido. Volví de Ciudad K apenas ayer. Hay un rumor entre las familias ricas que dice que el señor Montenegro y la señora Ortega encontraron un yerno de comportamiento digno que lleva el apellido Ayala.

Después de decir eso, de pronto comenzó a reírse.

-¿En dónde está tu esposo Álvaro ahora?

Jonathan tenía la intención de hacerme sentir indignada. Sin embargo, fingí que no escuché sus palabras y contesté con calma:

-Señor Arias, si no tiene nada más que decirme, entonces debo retirarme.

Él me sonrió con frialdad mientras observaba a la mujer de vestido verde a su lado y dijo:

-Dalia, ¡cuéntale a mi querida hermana sobre el incidente en Ciudad K!

-No hace falta. Ya es tarde. ¡Debo irme! -dije con el  ceño fruncido, sintiéndome un poco molesta.

-Señorita Arias, no hay prisa. Ya que está aquí, haga como que está escuchando una historia. ¡No hace falta ser tan impaciente! -dijo Dalia mientras mantenía la calma.

<<Extrañamente, esta señorita Dalia no parece el tipo de mujer que cae en el libertinaje con la disposición que posee>>.

-¿Puedes escuchar primero? -Jonathan puso su mentón sobre mi mano mientras me miraba. No respondí, insinuando que accedía en silencio. Ya que había escuchado muchas historias, no me importaba escucha otra.

Dalia sonrió ligeramente mientras llenaba mi taza de té.

-El señor Arias y yo estuvimos en Ciudad K por algunos días. Durante nuestra estadía, ¡escuchamos algunas noticias sobre el señor Álvaro!

Ella se mantuvo en silencio por un momento y después continuó:

-Tal vez no todas las historias son ciertas, así que puede tomarlas como rumores.

-¡Gracias! contesté mientras me imaginaba las historias que serían.

Álvaro se había quedado en Ciudad K por casi un mes, basado en el tiempo calculado. Durante este tiempo, no recibí llamadas ni mensajes de él. Incluso si se había quedado en la sala de emergencias, debía haber salido después de unos días. Fue chistoso vivir eso mientras luchaba por tomar una decisión. Básicamente, no estaba segura de cuáles eran las cosas que yo no podía dejar ir.

-La familia Montenegro de Ciudad K han sido burócratas por 3 generaciones. Por ello, son muy conocidos ahí. No obstante, Zacarías es una persona despreocupada en la familia Montenegro. A través de los años, solo ha tenido ojos para una mujer; Camila Ortega. Sin embargo, ella no es una mujer ejemplar o de familia de clase alta. Por ello, la familia Montenegro se opuso en su relación. Después, ella se embarazó y dejó Ciudad K. Luego, se encontró con personas sin escrúpulos y su hija desapareció. Tanto Zacarías como ella sufrieron de esa desalentadora relación por años. Ella dependía del Señor Solís, el presidente del Corporativo Cruise, para llegar tan lejos y se le dio una nueva oportunidad de vida. Además, también encontró a su hija perdida con la ayuda de Zacarías. Luego de decir eso, Dalia me echó un vistazo de inmediato y después volvió a fijar su mirada en Jonathan. Él lucía sombrío y se quedó en silencio. Después, Dalia continuó:

-El señor Arias también sabe que Rebecca es la hija perdida de Zacarías y Camila, a quien ya han encontrado. La familia Montenegro en Ciudad K también reconocieron el estatus de Camila. Al mismo tiempo, la señorita Villa ha sido aceptada en la familia. Con ello, su nombre a cambiado de Rebecca Villa a Daniela Montenegro. Se dice que la familia Montenegro quiere a esta chica y ha preparado un gran banquete para ella el siguiente mes. Han buscado un maestro de violín entre los mejores maestros del mundo para que le enseñé pues a ella le gusta tocar el violín.

Al escuchar todo eso, comencé sentirme algo impaciente.

-Señorita Dalia, ¿por qué me está diciendo todas esas cosas que no se relacionan conmigo? Quiero saber, ¿Cuál es el motivo de decirme todo esto?

Ella solo sonrió ligeramente mientras explicaba de manera tranquila:

-Si. El señor Arias no tiene interés por nadie que no se relacione con usted, pero señorita Arias, al menos a usted le importa su esposo ¿cierto?

Solo solté una risita y dije:

-Si es así, ¿necesito escuchar historias de otros acerca del bienestar de mi esposo? -suspiré-. Tal vez ustedes dos lo están pensando demasiado. Como sea, aun así, me gustaría agradecerles por expresar su preocupación por mi vida personal. Pero, hasta donde yo sé, creo que al menos debería confiar en él sin importar lo que haya hecho. Tal vez debería tomar estos rumores con una pizca de sal.

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