Capítulo 85 Lucha por la identidad

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-¡No me importa pero debes limpiarlo! -Sin decir nada más, Joel tomó algo de comida y se la llevó a Rebecca.

El banquete de celebración de cumpleaños estaba comenzando oficialmente y Camila subió al escenario para decir unas palabras. Rebecca se dio cuenta de que Joel parecía estar distraído así que comenzó a ver a su alrededor, cuando me encontró, en su rostro tan delicado se formó una sonrisa provocativa que también contenía desprecio; le regresé la mirada pero pronto me di cuenta de que el saco que tenía en mis manos era más importante, así que mientras me quebraba la cabeza tratando de averiguar qué hacer con él, Álvaro se acercó a mí con una pequeña caja de regalo en las manos.

Tenía una mirada fría y en tono seco dijo:

-Este es el regalo de cumpleaños para la señora Ortega. -Dicho eso, me entrego la caja y frunció el ceño al ver el saco que llevaba en las manos, así que preguntó-: ¿De quién es eso?

-De Joel, tuve un pequeño accidente y derrame algo de comida sobre él. -Le expliqué mientras revisaba con detenimiento la pequeña caja que me había entregado.

<<¿Él mismo lo preparó?>>

Entonces, Álvaro miro el saco y con poca paciencia dijo:

-¡Deberías tirarlo!

En ese momento, todos en el banquete comenzaron a aplaudir porque Camila invitó a Rebecca al escenario; entrecerré un poco los ojos para ver mejor y sonando algo sarcástica dije:

-¿Que no se supone que mi querido señor Ayala está acompañando a la maravillosa Rebecca?

En su rostro pudo notarse la amargura pero ignoro mi comentario y dijo:

-¿No deberías explicarme cómo es que se conocieron Jonathan y tú?

Si me hubiera preguntado media hora antes sí le habría explicado pero justo en ese instante, no tenía ganas de hacerlo. Caminé hacia un bote de basura que estaba cerca y tiré el saco de Joel mientras contestaba.

-No hay nada que explicar, es justo como lo ve, señor Ayala.

Al tiempo, arriba en el escenario Camila y Rebecca desarrollaban una escena entre madre e hija y para demostrar el amor de madre que le tenía, Camila anunció que el 50% de sus propiedades las pondría a nombre de su hija. Además, también se había decidido que esta última se integraría a la empresa familiar para aprender sobre administración e incluso se mudó junto a ella al Jardín Pear, lo cual era de esperarse porque después de todo, Rebecca era la hija perdida a la que había encontrado después de 20 años. Ahora con Zacarías en el escenario para mostrar su apoyo, todo parecía más claro... De alguna forma los astros se habían alineado para que Rebecca contará con todo el apoyo de las dos figuras más destacadas de Ciudad D y Ciudad J.

Me giré y me di cuenta de que Álvaro estaba de muy mal humor, era mucha suerte de que estuviéramos en una fiesta porque si no, habría comenzado una pelea; se contuvo todo lo que pudo y dijo con seriedad.

-Más tarde tú serás mi pareja de baile.

Me burlé un poco y respondí:

-¿No le da miedo al señor Ayala que la señorita Villa...? Ah, no, me equivoqué, ahora es la señorita Montenegro . ¿No debería usted, señor Ayala, ser la pareja de baile de la señorita Montenegro? Y no se preocupe, no me meteré entre los dos ni los molestaré.

-¡Samara! -Apretó los dientes al tiempo que me tomaba de la muñeca y su fuerza tan repentina me hizo sentir un poco de dolor; Álvaro se había estado conteniendo el enojo y ahora lo había dejado salir, después dijo-: ¡Deja de ser tan terca!

<<¿Terca, yo?>>.

Lo miré divertida, fijé por completo mi mirada en él y asintiendo dije:

-Álvaro Ayala, en serio que eres otro caso, ¿Sabías? -Volteé la mirada y me di cuenta de que Jonathan se estaba acercando, así que me solté de su agarré y caminé hacía él.

<<A veces el diablo puede ser mucho mejor que el ángel>>.

Jonathan entrecerró los ojos y me examinó con la mirada mientras me acercaba a él; con una sonrisa llena de satisfacción, dijo:

-Sami, esta es la primera vez que de manera voluntaria vienes a mí.

Ignoré la melancolía que había en su mirada y dije:

-¿Cuándo puedo irme?

-¡Por ti, cuando quieras! -Se encogió de hombros mientras levantaba una de sus cejas para preguntar-: ¿A dónde quieres ir?

Dado que él fue quien dijo que quería que lo acompañara a esta fiesta y no había dicho nada más, pensé que con el simple hecho de que hiciera acto de presencia sería suficiente y podría irme cuando quisiera. Con eso en mente, eché un vistazo a la pequeña caja de regalo que todavía tenía en la mano y miré en dirección a Camila, quien ya había terminado con su discurso; entonces caminé hacia ella y cuando me miró, me saludó.

-¡Señorita Arias! Le pido una gran disculpa en caso de que sienta algo de molestia por mi falta de bienvenida en la recepción, pero creo que subestime el número de invitados.

Le sonreí de manera débil, creo que su cortesía nos había alejado un poco más.

-Señora Ortega, es usted muy amable, aquí tiene el regalo de cumpleaños que preparé para usted, espero que disfrute mucho su día y que se mantenga joven por siempre.

Por ser la celebración de su cumpleaños se le notaba muy animada, así que riendo tomó el regalo y respondió:

-Señorita Arias, usted también es muy amable. Con mucho gusto aceptaré sus buenos deseos y bendiciones.

Zacarías, quien había invitado a Rebecca a platicar con el resto de los invitados, me vio hablando con Camila y después de decirle unas cuantas palabras al oído, empezó a caminar en nuestra dirección. En eso, Rebecca me miró con recelo desde lejos antes de alejarse. Él era alto y muy imponente pero a pesar de su edad, su carácter noble y el aura inspiradora que emanaba de él, seguían presentes; me miró y con sus ojos oscuros que reflejaban afecto me preguntó:

-¿Eres Samara?

Asentí con la cabeza y me limité a saludarlo como suelo hacerlo normalmente.

-Hola, señor Montenegro.

-¡Ja, ja, ja! -Dejó salir una carcajada al tiempo que le daba un codazo a Camila, quien estaba a su costado-, esta chica se parece mucho a ti, no solo en lo físico, sino también en el carácter y determinación.

Camila asintió mientras su mirada se suavizaba, después sonrió y dijo:

-Cuando la vi por primera vez pensé lo mismo, si no hubiera sido por los resultados de la prueba de paternidad yo también habría creído que esta chica es mi hija.

-Sami -dijo Zacarías mientras su mirada se posaba en mí otra vez-, ¿puedo llamarte así?

Asentí pero en ese momento, algo en mi memoria se activó....Tal vez fue algún recuerdo de hace mucho tiempo y todo lo que pude ver fue una especie de escena que pasó a toda velocidad que alcancé a captar fue que su voz me resultaba bastante familiar.


Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora