Capítulo 74 ¿Con quién durmió Mayra?

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-Oh, ¡adiós, hablamos después! -dijo y colgó de inmediato.

<<¿Qué está sucediendo? ¿Qué no le pedí a Gael que la llevara de regreso al hotel? ¡No podía creer que se consiguiera un hombre estando en esas circunstancias! Pero, espera, ¿no era la voz de Gael?>>.

Entonces me decidí por llamarlo, su teléfono sonó durante un buen rato hasta que alguien contestó.

-¡Samara! -respondió y no parecía que estuviera dormido.

-¿Qué estás haciendo? -pregunté.

<<Parece que no está con Mayra>>.

-Terminé de trabajar, ¿estás libre? Hay que vernos para comer.

-Claro -contestó sin pensarla dos veces.

Cuando levanté la mirada Nicolás me estaba viendo y con una sonrisa, dijo:

-Samara, ¿es en serio?

Lo miré sin saber a qué se refería.

-¿Qué sucede?

Nicolás suspiró.

-¿Tan malo es estar a solas conmigo? ¡No dejas de llamar e invitar a tus amistades para que vengan a comer con nosotros! <<¡Qué infantil>>.

Ignoré su berrinche y puse atención al bullicio de la ciudad.

-La ciudad está creciendo muy rápido -dije, mientras contemplaba el enorme Centro de Comercio Internacional de la zona-, ¡es un edificio muy grande!

Nicolás se dio cuenta de que intentaba cambiar de tema y solo suspiró.

-El edificio del Corporativo Ayala es más grande que ese, además este tiene más empresas en su interior.

-Parece que ya lo conoces -dije con curiosidad.

-Si, es que mi madre compró este edificio junto con el propietario de otra empresa de tecnología; dentro, ella tiene una de sus empresas.

Así que el edificio era propiedad de Camila, no pude evitar sentir admiración por aquella mujer, era tan capaz e inteligente y al mismo tiempo tan bella y adinerada. Entonces, recordé que había dicho que tenía otra hija cuando estábamos en el Jardín Pear.

-Nicolás, ¿tienes una hermana? -pregunté con curiosidad.

Al parecer a él no le gustaba tocar el tema porque de inmediato su expresión cambió.

-Es hija de ella, no tiene nada que ver conmigo.

Con eso, entendí que no debía hablar con él sobre eso. Miré a mi alrededor y noté que en el primer piso del Centro de Comercio Internacional había una tienda de bollos rellenos de crema; de repente, sentí unas ganas enormes de comerlos. Me giré hacía Nicolás y dije:

-¿Por qué no esperas a Mayra y a Gael en el Centro comercial? Yo iré a comprar algo.

Dicho eso, me encamine hasta la tienda de bollos y ordené unos cuantos para Mayra también, ya que a ambas nos encantaban, hasta eso que teníamos gustos muy similares con respecto a la comida. Luego de pedirlos me quedé sumida en mis pensamientos; me llegó el recuerdo de que cuando era pequeña, me encantaba comer cosas frías y dulces.

-Deme dos bollos fríos con crema, por favor.

De repente, una voz masculina que me resultaba muy familiar y que me recordaba mi infancia se escuchó a mis espaldas. Si el dueño de la tienda no hubiera hablado, habría pensado que estaba en un sueño. Los nervios siempre me han superado y no sé desde cuándo empezó, pero Jonathan siempre me había ocasionado terror; en cuanto notaba su presencia cerca mío, se me erizaba la piel.

A pesar de que el sol brillaba con fuerza y de que estaba haciendo calor, un escalofrió comenzó a recorrerme la espalda, reacción que se me filtró por todo el cuerpo y comencé a temblar de miedo. Detrás mío, un hombre me saludó con frialdad.

-Sami, ¡tanto tiempo sin verte! Mi cuerpo se quedo tieso mientras respiraba con dificultad, en eso, el encargado de la tienda me entregó mis bollos pero no podía moverme del hombre, entonces la mano del hombre que tenía detrás mío se estiró y los tomó. Luego me agarró de la mano con mucha naturalidad y puso la caja dentro de mis dedos.

-Sami, tu reacción me esta causando problemas -dijo en tono amenazador.

Tarde un poco en reaccionar, pero dije mientras me apartaba de él.

-Perdón, creo que se ha equivocado de persona. -Y con eso, salí corriendo.

Habían pasado 5 años desde la última vez que lo vi, él alguna vez me dijo que jamás vendría a buscarme por su propia cuenta, pero que la próxima vez que nos viéramos sería el comienzo de su nuevo plan. Crea que después de que dejó Ciudad J no lo volvería a ver, después de todo, estábamos en un mundo muy grande pero jamás, ni en un millón de años, se me habría ocurrido pensar que me lo encontraría en Ciudad A. Luego de escapar de Jonathan, me encontré con Mayra y Nicolás dentro del centro comercial y le entregue la caja de bollos toda mallugada a ella y le dije con voz temblorosa:

-¡Mayra, tenemos que regresar a Ciudad J ahora mismo!

Mayra sintió mi pánico y contestó ansiosa:

-¿Qué sucede?

-¡Jonathan Arias está aquí! ¡Lo miré! -dije con miedo.

Entonces, Mayra se dejó caer sobre una silla, pude notar como le estaba tomando algo de tiempo procesar la información; luego de un minuto, dijo:

-¡Debemos regresar ahora!

Nicolás no entendía que estaba pasando y con el ceño fruncido, preguntó:

-¿Qué esta sucediendo?

Mayra me tomó la mano, ya estaba dispuesta a irse conmigo, pero en eso Nicolás me tomó de la otra y dijo:

-¡Esperen, díganme qué está pasando!



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