Sabía que estaba sorprendido, pero haría mi mejor esfuerzo para resolver el conflicto entre él y Jorge para liberar sus preocupaciones y compensarlo por lo bueno que ha sido conmigo.
Cuando salí del baño, Álvaro ya se encontraba en la cocina. Me vio y se dio cuenta de que estaba descalza.
-El piso está frío, ¡ponte una pantuflas, por favor! -dijo preocupado.
<<¡Ah!>>Estaba tan enfocada mirándolo que lo había olvidado. Luego de ponerle las pantuflas, entré a la cocina para echar un vistazo a lo que estaba cocinando.
-¿Qué estás cocinando? -pregunté para averiguar de dónde venía ese aroma rico y reconfortante.
-¡Caldo de pollo! -contestó con orgullo. Se acercó a mí con ojos alegres y dijo-. ¡Dame un beso!
Me tomó por sorpresa y me sonroje.
-¿Ya decidiste cuándo visitar a Jorge?
Cambié de tema y al darse cuenta, sonrió y vaciló:
-¡Te lo diré después de que me des un besito en la mejilla!
Le di un pequeño beso en la mejilla y después lo miré.
-Listo, ¿ya puedes decirme?
Álvaro sonrió de forma tan brillante; parecía un bebé alegre con sus mejillas y orejas sonrojadas.
-¡Pasado mañana!
-¡Genial!
Por sorpresa, dormí bien esa noche. Cuando desperté. Álvaro ya se había ido a trabajar. Me quedé en la cama y pensé en regresar a los apartamentos Glenwood para recuperar mi teléfono. Era extraño no tenerlo conmigo. Para mi sorpresa, vi a Mayra y la señora Hernández conversando felizmente.
-¿Cómo llegaste aquí? -interrumpí.
-Ya he estado aquí por un rato. Te traje tu teléfono y tu bolso. ¡Vayamos a desayunar y después vamos al hotel para ver a Javier!
Asentí en respuesta pues e plan sonaba excelente. Mayra era muy parlanchina; siempre tenía algo de qué hablar. Una vez, estaba en la cocina con la señora Hernández y ambas hablaron de temas desde comida hasta criar niños. No me sorprendía si hubieran continuado la conversación por días.
Para mi suerte, la señora Hernández tenía que ir a comprar comida después del desayuno, así que pude llevarme a Mayra para ir al hotel.
¡Vamos!
-¡Tu ayudante tiene mucha experiencia! ¡Ella es la razón por la cual quiero mudarme contigo! -exclamó mientras masticaba una ensalada de mango verde que compró en el chalé.
-¡Siempre puedes quedarte a dormir!
La señora Hernández era una anciana que había estado con la familia Ayala por muchos años. Por ello, la trataban como parte de la familia.
-¿Por qué hay tantos medicamentos en tu auto? -exclamó Mayra mientras abría la guantera del asiento delantero-. Hmm... La mayoría son pastillas para ayudar a la liberación de progesterona.
Mayra me miró y cuestionó:
-¿El doctor no te aconsejó que limitaras el consumo de pastillas durante el embarazo? ¿Por qué estás tomando tantas pastillas diferentes?
El semáforo se puso en rojo, así que detuve el auto y expliqué:
-He estado en el hospital muchas veces y eso es lo que los doctores me recetaron. El doctor Ceja me receto algunos medicamentos para ayudar a suprimir mis náuseas y estabilizar mi embarazo.
Su expresión cambió cuando mencioné a Gael.
-Ah -respondió en voz baja.
La miré y pregunté sin pensarlo:
-¿Planeas contarle al doctor Ceja sobre tu embarazo?
Mayra puso un dedo sobre su sien y explicó con un ligero tono de molestia:
-El bebés es mío y no tiene nada que ver con él. No siento la necesidad de contarle.
No indagué más y estacioné el auto frente al sótano.
-¿Deberíamos llevarle desayuno a Javier?
Probablemente aún no ha despertado. -Ya eran las 11 a.m.
-Seguro pidió servicio a la habilitación. ¡Vamos! -Mayra me llevó al elevador y dijo-. Es probable que ese dormilón siga en soñando.
Tocamos la puerta varias veces, pero no hubo respuesta. Mayra junto sus manos y exclamó:
-¡Lo sabía!
Justo cuando estaba a punto de llamarlo, Javier abrió la puerta.
-¿Por qué están aquí tan temprano? -preguntó Javier con sus ojos medio abiertos.
-Oye, ¡ya es mediodía! ¿Qué hiciste anoche? Hasta los cerdos tienen hambre a esta hora. -Mayra volteó los ojos y estaba a punto de entrar a su habitación cuando Javier la detuvo.
-¡Espera!
-¿Por qué? - Mayra y yo sorprendidas.
Mayra observó la habitación, entrecerró los ojos y supuso:
-¿Acaso trajiste a una mujer aquí?
-¡No, claro que no! -exclamó Javier con un pequeño rastro de culpa-. ¡Esta es la habitación de un hombre! Hay cosas privadas que tal vez no quieran ver.
<<Tsk!>> Mayra se quedó sin palabras.-
-Te conocemos tan bien, hasta el tamaño de tus pantalones. ¿Qué nos podría sorprender?
Admiró el ingenio rápido de Mayra.
-¿Quién está ahí? -dijo una voz desde adentro de la habitación. Tanto Mayra como yo nos quedamos boquiabiertas. Nos volteamos a ver y exclamamos al mismo tiempo:
-¿Es un chico?
-Javier, ¿te acostaste con un chico? Oh por dios..... -dijo Mayra. <<Esa voz sonó familiar>>
Me quedé atónita mientras que el rostro de Javier se puso rojo. Después, Mayra y yo entramos a la habitación.
ESTÁS LEYENDO
Reticencias de amor
FanficConmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥