167: Su condición real

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Él sacudió la cabeza y sugirió:

-¡No! ¿Quieres acompañarme a almorzar?

Me adelanté y contesté antes de que Álvaro pudiera decir algo.

-¡Me temo que no podré acompañarte porque tenemos otra cosa que atender! ¡Deberías adelantarte y comer sin nosotros!

-¡Oye! ¡No puedes hacerme esto! ¡Tú fuiste quien me llamó desde el país M!

De pronto me sentí aturdida por sus palabras. Al final, le advertí y le mostré lo agotada que estaba.

-¿Has visto mi vientre? Me da miedo que mi bebé nazca antes de la fecha estimada si no me contengo.

Javier miró a Álvaro y dijo:

-Ya que estás agotada, deberías volver a casa sin Álvaro por que es a él a quien estoy buscando.

Álvaro se giro y preguntó:

-¿Por qué? ¿De qué quieres hablar?

Javier me miró mientras le hacía otra pregunta a Álvaro.

-¿No estás consciente de la condición de tu esposa?

Me quedé completamente perpleja porque el tonto de Javier me había traicionado, exponiéndome frente a Álvaro. Él me miró con ojos entrecerrados y afirmó:

-Estoy muy consciente de su condición.

<<¿Dis...disculpa?>>

Javier también estaba sorprendido. Se quedó en silencio por unos segundos y se quedó pensando antes de lanzar otra pregunta.

-En ese caso, ¿por qué no has hecho algo al respecto?

-Pensaré en algo y me encargaré de ello pronto.

Mientras su conversación continuaba, yo cada vez me confundía más. Cuando el elevador llegó, entré de inmediato porque ya había tenido suficiente de su charla. Para empezar, parecía que no estaban en la misma página.

-Álvaro, creo que necesitas ir al País M con Samara y llevarla a que le hagan un diagnostico completo -afirmó Javier.

-¿Regresaste por su condición?

Javier asintió mientras preguntaba de forma retórica:

-¿Por qué más regresaría? Me tomó más de 12 horas hacer un viaje de regreso. No tengo mucho tiempo que perder, ¿de acuerdo?

Sonaba como si Álvaro de verdad supiera sobre mi condición. No me importó mucho y decidí interrumpir su conversación:

-¡Conversemos en otro momento! Por ahora, ¡tenemos que regresar! ¡Ya vámonos! Ha sido un día largo, ¡estoy exhausta!

Al principio, Javier estaba a punto de irse, pero de pronto recibió una llamada. Él contestó, pero apenas podía escuchar a la persona al otro lado de la línea debido a la mala señal del elevador. Le tomó unos minutos entender lo que la otra persona estaba diciendo. Al final, estalló en risa mientras exclamó:

-¡De acuerdo! ¡Iré enseguida!

Después de terminar la llamada, por fin llegamos al piso designado. Javier miró a Álvaro y repitió lo que había dicho, pero esta vez con un tono serio.

-¡Hablo en serio, Álvaro! ¡Necesitas ir al país M con ella!

Después de eso, se retiró y desapareció entre multitud en las calles. Luego de subirnos al auto, Álvaro lo encendió y fijó sus ojos en la carretera mientras nos dirigíamos a casa. Lo miré y quería confrontarlo para saber si sabía la verdad, pero tenía miedo de exponerme si no era el caso. Al final, decidí ignorarlo y continué con los pensamientos que tenía en mente para mi misma.

El auto se detuvo al llegar a un cruce. Álvaro se giró mientras afirmaba con una voz ronca:

-No creo que debamos ir al país M. Estás muy embarazada; no estás en la mejor condición para hacer eso. Vayamos a Ciudad K pronto. Ya me he puesto en contacto con algunos especialistas conocidos.

-P...pero.

-Cuando fuimos al hospital durante la última etapa de cuidado prenatal, el doctor lo mencionó frente a mí. Además, ¿no recuerdas aquella vez que estabas completamente empapada de lluvia? Desde aquel entonces, me di cuenta de que algo andaba mal. Está bien si aún no quieres contarme, pero quiero que sepas que todo estará bien pronto.

Después de soltar un suspiro, continuó manejando pues el semáforo se había puesto en verde de nuevo. Asentí en respuesta porque estaba demasiado agotada para preocuparme por otras cosas en ese momento.

-Vayamos a rendirle un homenaje al abuelo mañana. ¿Por qué no me acompañas a la clase de yoga en la tarde? El instructor me dijo que sería bueno tener al padre del bebé cerca porque hay algunos movimientos que requieren cooperación.

Álvaro asintió y preguntó:

-¿Qué quieres cenar?

-¡Lo que sea!

Ya que habíamos arreglado las cosas, no pude seguir ocultando mi necesidad de dormir. Cerré los ojos y comencé a quedarme dormida en el auto.

Cuando llegamos al chalé, el cielo ya estaba completamente oscuro. A pesar de tener sueño, me di cuenta de que cuando llegamos a casa, Álvaro me cargó y me llevó hasta nuestra habitación. Tal vez era por las cosas que había hecho ese día, pero dormí como un tronco por unas horas.

Ya era media noche cuando desperté. Me levanté de la cama y me di cuenta de que Álvaro no estaba por ningún lado. Mientras salía de la habitación noté una fuerte luz que venía del estudio y decidí tocar la puerta.

-¡Adelante! -indicó una voz ronca desde adentro.

Cuando entré al estudio, lo vi con montón de documentos sobre la mesa. Resultó que había entrado en el sistema de la empresa para acceder a algunos datos internos. Eché un vistazo a los datos y me di cuenta de que algo andaba mal.

-¿No se ha vuelto a realizar la auditoría de AC? ¿Por qué aún no se reflejan los cambios?

El hombre agotado me miró y sonrió como si estuviera orgulloso de mí.

-Parece que no has pasado tu tiempo en el Corporativo Ayala en vano, ¿eh? Me alegro de que seas capaz de detectar el problema con los datos.

Me quedé sin palabras porque en efecto, no había pasado mi tiempo en el Corporativo Ayala en vano, pero al parecer, él había percibido lo contrario todo este tiempo. No respondió a mis preguntas y en lugar de eso, se ocupó de los contratos que tenía con él. Como no había nada más que pudiera hacer, me senté a su lado, esperando a que terminara las cosas que debía hacer. Mientras observaba el contenido de la pantalla, me di cuenta de que algo iba mal porque había un signo de exclamación rojo en la parte inferior izquierda de la pantalla.

-¡Álvaro! ¡Alguien está intentando acceder al sistema de la empresa sin el consentimiento del administrador!

Él ignoró lo que parecía ser un asunto urgente y me miró a los ojos.

-¿Desde cuándo tienes conocimientos básicos de informática? -preguntó con el ceño fruncido.

Observé el llamativo signo de exclamación y no podía creer lo que oía, pues Álvaro se comportaba tranquilo, como si fuera parte de su plan permitir que la otra persona accediera al sistema. Al final uní las piezas faltantes del rompecabezas: los datos defectuosos se cargaron a propósito para engañar a la otra persona.

-Eh... En realidad no, pero aprendí los fundamentos de la informática durante la Universidad. No es nada digno de mención.

En el fondo me sentía muy culpable porque no tenía más remedio que mentirle. Jonathan era el experto en ese campo. Siempre perfeccionaba sus conocimientos para poder infiltrarse en las cuentas de los demás a su antojo. El entusiasta de la informática siempre había compartido sus nuevas habilidades conmigo, pero nunca presté atención a las cosas que me había contado.

Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora