Capítulo 98 En la cena

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-¿Dijo por qué? -Yo sabía que Álvaro no aumentaría la carga de trabajo de los empleados si no tuviera una buena razón.

-Parece ser que Créditos AC había pasado por alto algunos puntos impresionantes durante la Auditoría, no era algo tan importante pero al señor Ayala le molestó -dijo Estela casi en un susurró.

No traté de averiguar más, pues Álvaro sabía lo que hacía, además aunque yo intentara decir algo, no serviría de nada porque son sus ordenes. En respuesta, simplemente asentí; luego fui al balcón y comencé a regar las plantas con agua mineral, en ese momento, me acordé.

-¿Surgió algún problema con HiTech?

-No, de hecho el mercado está respondiendo muy bien pero, parece ser que sí hay uno con OrbirTech.

Me sorprendí y contesté:

-¿Qué sucede?

-Hay una empresa de tecnología en Ciudad A que se ha estado preparando para adquirirlos, pero todavía no hay nada decidido porque hay diferencias de opiniones.

Estela en verdad había estado prestando atención a OrbirTech.

-Busca información sobre esa empresa y luego organiza una reunión con OrbirTech para mí.

Cómo Álvaro también había estado pendiente de OrbirTech, eso me decía que él también pensaba en adquirirla, pero parecía que la otra empresa también la quería debido a su experiencia en tecnología. Luego de hablar, Estela regresó a su trabajo y yo encendí la computadora para buscar información sobre OrbirTech, a pesar de que la empresa era pequeña tenía buen valor en el mercado y era claro que al presidente solo se le daban los términos técnicos, porque  de lo contrario, las finanzas de la empresa no estarían por los suelos.

Mientras leía, Álvaro entró a mi oficina, se quitó el saco que traía puesto y dejó al descubierto su cuerpo tan esbelto; sin la seriedad con la que normalmente andaba por la vida, se miraban realmente atractivo. -¿Qué miras?

Apagué la computadora y me paré.

-Investigo sobre OrbirTech, ¿ya nos vamos? ¿El doctor Lara ya te envió la dirección?

Asintió y me tomó entre sus brazos.

-Si, ya es hora, ¿tienes hambre?

-En realidad no. -Aunque no había comido en toda la tarde y ya habían pasado varías horas desde que comí, no sentía hambre.

El auto de Álvaro estaba en el estacionamiento y debido a mi anterior experiencia en ese lugar, él solo fue por el auto mientras que yo solo esperaba afuera. Había muchas personas, en la recepción así que estaba bien, pero no pude aguantar mucho tiempo estar parada y me senté; todos iban de un lado a otro desesperados por salir de la oficina, incluso miré a algunos  rostros conocidos, alcancé a ver a Estela, quien se había puesto un vestido amarillo claro y se había maquillado de nuevo, luego de salir del edificio se subió muy felizmente a un Cadillac negro que la esperaba. Para ser alguien que pronto se estaría casando, se le notaba muy feliz y no pude evitar preguntarme que tipo de hombre era capaz de cambiar el rostro inexpresivo de Estela por una gran sonrisa; como la ventana de lado del conductor estaba abajo, pude echar un vistazo, parecía que el hombre tendría alrededor de 20 años, tenía un buen aspecto y parecía ser inteligente.

De pronto, sonó el claxon de un auto y regresé a mi realidad, era Álvaro; me subí con él y miré una vez más a la entrada de la oficina pero el Cadillac ya se había ido.

-¿Qué estás viendo? -preguntó Álvaro al tiempo que se acercaba a mí para abrochar mi cinturón de seguridad. 

-A un amigo -contesté mientras giraba hacía otro lado.

No trato de averiguar y en cambio, condujo hasta el restaurante en el que Caleb ya había hecho una reservación. Cuando llegamos, él y su esposa ya estaban ahí, pero también estaban otras dos personas que no conocíamos; al darse cuenta de que llegamos todos comenzaron a saludar y a presentarse, una de las personas desconocidas era una mujer de la mediana edad que resultaba ser ginecóloga, mientras que la otra persona era una sobrina de Caleb, parecía ser alguien muy amable y llena de energía.

-Señor Ayala, para usted pedí pollo a la sal y sopa de la casa, todo está muy rico, solo espero que sea de su agrado. -Como ya conocía a Marta, comenzamos a platicar-, no sabe el susto que me dio aquella vez, en verdad pensé que abortaría.

Estaba algo avergonzada y tenía mucho remordimiento pero contesté:

-No tengo intención de ocultarlo, en verdad lo siento mucho.

Ella negó con la cabeza y me regaló una sonrisa al decir:

-¿Por qué se disculpa? Las cosas parecen haber mejorado, ¿cierto? No hay que hablar del pasado ya.

Luego de que Caleb y Álvaro estuvieron hablando durante un rato, se giró hacia mí y me dijo:

-Señora Ayala, la doctora León es ginecóloga en nuestro hospital, el señor Ayala me pidió que le tuviera un especialista a su disposición durante el embarazo.

La doctora León me miró y sonrió.

-Señora Ayala, si llega a presentar algún problema no dude en acudir a mí, es bienvenida siempre.

Le regresé la sonrisa y me serví un poco de jugo en mi copa de vino para brindar con ambos, miré a Caleb y dije:

-Puede que le de algunas molestias después, doctor Lara, así que me gustaría agradecerle por anticipado.

Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora