Cuando salí de la tienda busqué un lugar donde sentarme del otro lado de la calle. Miré mi reloj y me di cuenta que ya casi era hora de que Álvaro saliera del trabajo.
<<Tal vez debería esperarlo para irnos a casa juntos..>>
Con eso en mente, compré un té negro con leche de una tienda cercana y me senté junto a la calle. Estela y Felipe salieron de la tienda de ropa después de una hora. No me acerqué a ellos de nuevo; no éramos amigas ni nada. Los dos caminaban tomados de la mano y parecían disfrutar de su compañía. Estela se fue primero después de recibir una llamada. Por el otro lado, Felipe se quedó ahí y esperó hasta que un Maserati negro se detuvo frente a él. No pude evitar ver el auto más de cerca. Al ver al hombre salir del auto, me paralicé. Yo sabía muy bien quién era. Él era el hombre que me secuestro en el garaje. Sin darme cuenta, me levanté para seguirlos. Felipe se subió al auto, dijo unas palabras y se fue. Yo rápido pedí un taxi y le ordené que siguiera al auto.
-Señora, ¿está segura de que quiere hacer eso? ¡Esta embarazada! ¿Es su esposo el que va en el Maserati? -preguntó el taxista.
Yo, por el otro lado, estaba completamente enfocada en el auto frente a nosotros y solo le dije que no lo perdiera de vista. Lo seguimos hasta que se entró a un vecindario en el distrito norte. El taxista se detuvo y me dijo:
-Solo residentes pueden entrar. No podré seguirlos.
Le pagué con rapidez y me bajé del taxi. Caminé hacia los guardias para ver si podía convencerlos de dejarme entrar, pero no tuve éxito. Fue entonces que decidí llamar a la señora Lara. En cuanto la llamada entró, la mujer en la otra línea me dijo:
-Hola, señorita Ayala.
-Hola, señora Lara. Disculpe que la moleste a estas horas, pero tengo una pequeña situación personal en la que necesito que me ayude. ¿Cree que sea posible? -pregunté.
-Oh, eres demasiado cortés. Dime qué pasa y veré qué puedo hacer. -Pude notar por el ruido de fondo que estaba en un salón de belleza.
Le di un vistazo a la residencial y dije:
-Bueno, Álvaro y yo estamos pensando en mudarnos y escuchamos que usted vivía en Golden Scale. Así que me preguntaba si podía hablarme un poco sobre el lugar. Como estoy embarazada no puedo moverme mucho para ver la zona y Álvaro está muy ocupado.
-¿En serio? Pues para ser franca, Gold Scale no es tan buena como Peakville. Solo compre una casa ahí por Felipe para que pudiera mudarse y casarse. El proceso es bastante problemático, la verdad. Si esos dos jóvenes no estuvieran tan entusiasmados por casarse tan pronto, ya hubiera vendido esa casa.
<<¿La casa del Felipe? Felipe trabaja con Créditos AC. Tal vez aquel señor también trabaja ahí>>.
Después de pensar un poco, dije:
-De hecho, creo que estoy cerca de la zona. ¿Podría decirles a los guardias que me dejen entrar para echar un vistazo?
-¡Claro que sí! Pásale el teléfono al guardia y hablaré con él.
Al poco tiempo, pude entrar sin ningún problema. Pude obtener el número de bloque de la señora Lara gracias al guardia de seguridad y enseguida me puse a buscarla. Como las casas estaban construidas en un área urbana, tenían un espacio relativamente limitado, además de haber otros edificios cerca, la cantidad de gente que vivía en Gold Scale era bastante.
Cuando por fin encontré la casa de la señora Lara, pude ver el Maserati estacionado afuera. Anoté los números de la placa y di un vistazo a mi alrededor antes de irme. Para mi mala suerte, escuché la voz de Felipe detrás de mí. -Hola, señor Ayala. Ya que está aquí, ¿no le gustaría pasar un tiempo aquí para ver la casa por dentro?
Me di vuelta lentamente y vi a Felipe en las escaleras mirándome con una expresión fría. Sentí que se me bajara la presión. Lo miré con una sonrisa forzada y respondí:
-¿La señora Lara le mencionó que vendría? Es solo una visita casual, no creo que debería entrar.
-Pero ¿Cómo va a conocer las casas si no entra a verlas? Además, sería un poco grosero de su parte rechazar mi invitación -dijo Felipe con una mirada hostil en su rostro.
Nerviosa, comencé a inquietarme. -Esta bien, con tu permiso.
Apretó los labios y me dio la bienvenida. -Adelante.
Era justo como la señora Lara lo describió, definitivamente más pequeña de lo que imaginaba. Eran apenas unos 250 metros cuadrados. El hombre que buscaba se encontraba sentado en la sala. Al verme entrar, me sonrió con un gesto desconcertante. -¡Señora Ayala! ¡Si que tiene ojos de halcón! Y es buena recordando rostros, por lo que veo. -Su comportamiento y sus palabras confirmaron mis sospechas.
Conforme más lo miraba, sentía que me ponía más pálida. -¿Y usted quién es?
-Puedes llamarme señor Toledo. -Parecía estar muy tranquilo. Me invitó a sentarme y dijo:
-Señora Ayala, nos ha estado siguiendo todo este tiempo. ¿Qué está tramando?
-Tengo algunas preguntas para usted, señor Toledo. No nos conocemos, ¿ o si? Me preguntaba por qué razón me secuestraría por algo tan trivial como una licitación pública -respondí.
Me miró con una expresión desagradable y se recostó en el sofá. -Señora, si en verdad quiere hablar, ¿Por qué no deja de grabar nuestra conversación? ¿No le parece que es descortés? -dijo con un tono molesto.
ESTÁS LEYENDO
Reticencias de amor
FanfictionConmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥