Capítulo 94 Puedo hacerlo mejor

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-Entonces ven a casa conmigo.

-Yo...

Las escaleras del lugar eran muy espaciosas y aunque estábamos hablando en voz baja, se escuchaba eco por todo el lugar, entonces levanté la mirada y dije:

-Me quedaré aquí y mañana regresaré al chalé.

Entonces él asintió.

-Está bien, en ese caso me quedaré contigo.

<<¿Qué demonios?>>, al ver lo decidido que estaba, sabía que en verdad se quedaría si no regresaba con él y sin otra opción, salí de las escaleras y grité:

-¡Vámonos! -Terminé de bajar y envié un mensaje a Mayra pero como no había traído las llaves de mi auto conmigo, me tuve que ir con Álvaro.

De repente, pude notar que su expresión había cambiado, su rostro ya no se miraba sombrío y desesperado, sino aliviado, sobre todo cuando me senté en el asiento del copiloto; luego me ayudó a abrochar el cinturón de seguridad, cerró la puerta y se fue al asiento del conductor. Una vez que llegamos a la finca Peakville, la señora Hernández ya nos estaba esperando en la entrada de la casa, cuando nos miró llegar, también se le notó más relajada.

-¿A dónde fue tan tarde?

-Tenía algunas cosas que hacer. -Cuando entré a la sala de estar me di cuenta de que la mesa seguía servida.

Al ver la comida, no pude evitar sorprenderme, así que mirando a la señora Hernández pregunté:

-¿Ya cenó?

 A lo que ella asintió y respondió:

-Si, ya cené pero el señor Álvaro todavía no, cuando llegó a casa y se enteró de que no estaba, se fue a buscarla sin comer nada.

Segundos después, Álvaro entró a la casa después de estacionar el auto y dejó su abrigo en el perchero de la entrada, dado que cuando fue a buscarme estaba un poco oscuro no había visto bien su rostro y ahora que lo veía a toda luz, noté que se le miraba cansado y tenía grandes ojeras. Ese era un periodo de mucho trabajo para el Corporativo Ayala, así que había estado yendo a varios viajes de negocios y tenía reuniones y tenía reuniones a todas horas, de hecho, regularmente debía levantarse entre 5 y 6 de la mañana para irse a trabajar.

-Señora Hernández, seguramente los platillos ya están fríos así que, ¿podría calentarlos de nuevo? -Dicho eso, me giré hacia Álvaro y dije-: Deberías comer algo, es malo para tu digestión que te quedes con hambre.

Se sorprendió mientras se masajeaba las sienes, luego me miró y dijo:

-¡Bien!

Ya no me quedaba nada más por hacer y la señora Hernández ya estaba calentando la comida, así que yo regresé a mi habitación y me metí a bañar; cuando salí, Álvaro me estaba esperando afuera, al verlo fruncí el ceño.

-Dormiremos en habitaciones separadas -dije.

-No voy a hacer nada malo -respondió, al tiempo que se quitaba la camiseta, luego tomó una bata para baño y se dirigió a la ducha.

En un inicio, en el armario de esta habitación solo estaba mi ropa, pero ahora también estaba la de él.

<<Lo olvidaré, si sigo insistiendo en esto vamos a terminar discutiendo y no tiene caso>>.

Una vez que me sequé el cabello me acosté. Media hora después, alcancé a escuchar que Álvaro había terminado de bañarse y salió sin pena con las gotas todavía cayendo de su cuerpo, luego de terminar de secarse con una toalla levantó la manta de la cama y se acostó.

Cuando sentí la humedad que emanaba de su cuerpo tuve una sensación de disgusto y me aparté un poco de él pero una vez más, él me atrajo cerca suyo.

-No te sigas alejando de mí, tenemos una vida por delante, ¿acaso siempre nos estaremos dando la espalda? -Normalmente en su voz se podía escuchar la frialdad pero esta vez, podía sentir un poco de desesperación.

-No trato de alejarme, es solo que tienes el cuerpo mojado -dije, me sentía muy cansada.

De pronto me soltó, se puso de pie y tomó la toalla que había dejado a un lado y me la entregó.

-Ayúdame a secarme.

-¡Ya estás seco! -dije al tiempo que me giraba al otro lado de la cama y me arropaba para dormir.

Se volvió a acostar a mi lado y me tomó de la cintura.

-Puedes hacerlo después.

Me sentí un poco molesta y permanecí en silencio durante unos segundos.

-Álvaro, ¿estás haciendo esto por qué te sienes culpable? -pregunté, pues sentía que estaba comportándose de esa manera en reflejo de la culpa, como si estuviera tratando de compensarme.

De repente, la habitación se sumió en un silencio sepulcral y cerré los ojos mientras sentía como me dolía el corazón.

<<¿Se puede mantener una relación solo con culpa?>> , pensé.

-¡Ya no lo haré! -Pude escuchar su voz ronca en mi oído, luego besó con calidez mi hombro y aseguró-: ¡Puedo hacerlo mejor!

Al escuchar lo que tenía para decir me quedé sin palabras, no sabía que contestar. Entonces, el tiempo siguió corriendo pero lo hacía lentamente y al tenerlo alrededor mío me resultaba muy complicado dormir, sin embargo, parecía que él ya se había quedado dormido porque a mi lado podía escuchar el ritmo constante de su respiración. Me di la vuelta y quité su mano de mi vientre, pero nuevamente él me agarró la mano y me detuvo; fruncí el ceño al decir:

-Álvaro, no puedo dormir así.

-Bien -respondió.

Una vez más, me quedé sin palabras. Álvaro me tenía todavía de la mano y no pude evitar abrir los ojos para verlo, lo tenía a escasos centímetros y susurré:

-No podré dormir si sigues haciendo esto.

.Lo harás una vez que te acostumbres -contestó, luego abrió los ojos y me miró cansado-, se buena chica y duerme.

<<Solo Dios sabe lo desesperante que es esto para mí.>>

Volví a cerrar los ojos lentamente y para mi buena suerte, estaba tan cansada que no pude aguantar más y me quedé dormida. Sin embargo, esa noche no dormí como hubiera querido, pues en la mañana fui despertada por Álvaro, me sentía confundida y podía escuchar su respiración agitada, justo entonces me di cuenta de que me tenía de la mano y que...Me desperté rápidamente.

-Álvaro, tú..

Después de un largo rato me llevó al baño, me acercó al lava manos y me abrazó desde atrás, comenzó a levantarme y con su voz ronca dijo:

-Puedes volver a dormir.

Y asentí, pues eran apenas las 6 de la mañana y por lo regular yo seguía durmiendo a esa hora; entonces, Álvaro me llevó a la cama de nuevo y me recostó, después me besó la frente.

-Duerme un poco más -dijo al tiempo que se cambiaba de ropa y salía de la habitación.




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