Cap: 176: El paciente

2.8K 130 5
                                    

Álvaro alzó sus cejas y dijo:

-Ya están reservados los boletos para ir a la Ciudad K. ¿Lo olvidaste?

Si no lo hubiera mencionado, en definitiva, lo habría olvidado. Me quedé perpleja por un momento y después pregunté:

-¿Qué debo llevar conmigo?

-¡Nada! -Álvaro puso sus manos alrededor de mi cintura-. Josué ya se ha encargado de todo. Nos quedaremos por un par de días. ¡Te llevaré a conocer a la tía Silvia!

-¿Deberían ir a que me hagan otro chequeo?

<<El bebé ya casi tiene 7 meses y no se desarrolló muy bien en las primeras etapas. Ya que no conoceremos la Ciudad K, ¿no sería mejor ir por un chequeo antes de irnos?>>. Tal vez Álvaro sabía lo que me preocupaba mientras decía:

-El doctor Lara ha conseguido a un obstetra y a un ginecólogo para que venga con nosotros. También he conseguido otro doctor en la Ciudad K, así que no te preocupes.

Solo asentí y me quedé pensando por un momento.

-Mayra y el doctor Ceja siguen en el hospital. Cuando nos vayamos, ¿Quién cuidara de ellos?

-Gael se ha recuperado sin problemas. Solo debe quedarse en el hospital por un par de días más. El doctor de Mayra dijo que ya la pueden dar de alta. Si te preocupas por ella, deja que venga con nosotros. 

Él había pensado tan bien en todo que me quedé sin palabras por un momento. Luego de reflexionarlo, pregunté:

-¿No deberíamos ir a la casa de la familia y despedirnos del tío Carlos y de la tía Elena? Álvaro dejó de hablar y me miró. Sus ojos oscuros se fijaron en mi por un largo rato y después preguntó:

-Samara, no quieres ir a la Ciudad K ¿cierto?

Me quedé aturdida y negué con la cabeza.

-No es eso, es solo que estoy acostumbrada a estar aquí, En Ciudad J. Es extraño ir a Ciudad K. Además, no duermo bien ahora y temo que empeore allá.

No me gustaba y no quería ir. Ambos padres biológicos de Rebecca estaban ahí y su poder y autoridad se basaba ahí. Tenía un mal presentimiento de que tal vez volaría en pedazos si llegaba.

-Ya me he comunicado con el doctor. Esta vez no estaré ahí por mucho tiempo, máximo solo un mes. Regresaremos luego de ver a la tía Silvia y al doctor. No nos quedaremos mucho tiempo. Tú no te encuentras bien y necesitas tratamiento para ti y el bebé. Sé que el doctor Castro está contigo, pero ustedes son amigos. ¡El juicio de un doctor puede verse afectado por las emociones personales!

Álvaro dijo eso en un tono bastante sincero y yo no podía negarlo. Asentí mientras observaba la palma de mi mano y dije:

-De acuerdo, iré con tus disposiciones! ¿A qué hora es el vuelo esta noche?

Más tarde, iría a ver a Mayra y a Javier. Llamamos a Javier desde tan lejos, en definitiva, no podía irme a Ciudad K sin verlo.

-¡A las 6!

-En un rato iré a ver a Mayra.

-¡Iré contigo!

Pensé en rechazarlo, pero luego recordé que él necesitaba ver a Gael, así que no dije nada.

Después de desayunar, fui a la cocina y empecé a preparar la pasta para Jonathan. La señora Hernández se rehusó a dejarme respirar el humo aceitoso y me sacó de la cocina a la fuerza. No protesté y le pedí que solo cocinara tres porciones.

El hospital no quedaba lejos del chalé y Álvaro manejaba de forma segura y veloz, así que llegamos a nuestro destino muy rápido. Cuando estábamos dentro del elevador, el recibió una llamada. Se suponía que visitaríamos a Mayra primero, pero no era adecuado que hablara por teléfono mientras estaba de visita, así que se quedó en las escaleras mientras yo entraba. Al entrar a la sala, Mayra me miró con los ojos llenos de expectativas y dijo de forma lamentable:

-Por fin llegaste. Me temo que me convertiré en una parte permanente del hospital. Por favor, ayúdame con los procedimientos para que me den de alta. Ya no quiero estar aquí, ¡voy a morir sofocada!

Ella era muy graciosa. Le pasé la pasta y dije:

-Esta recién hecha, así que come ahora. Después se hará pastosa. Solo disfrútala, yo iré a entregar otras dos porciones.

-¿Dos porciones? ¿Para quién? -preguntó Mayra con el rostro lleno de curiosidad.

-¡Para Jonathan y Gael!

Mayra se quedó boquiabierta.

-Sé que Gael está Hospitalizado, pero ¿qué le pasó a Jonathan?

La situación me estaba provocando dolor de cabeza porque no era fácil de explicar, así que respondí:

-Álvaro lo golpeó. Volveré más tarde y te contaré.

Al salir de la sala, me topé con Joel y Rebecca. Ella me lanzó una mirada que parecía tranquila e indiferente. Al verla más en paz consigo misma. Sentí que había cambiado bastante. Puse la comida en la mano de Joel y dije:

-Señor Quintana, no le importa llevar esto a la sala del doctor Ceja, ¿verdad?

Joel alzó la ceja y dijo:

-¿Tú lo preparaste?

-¡Fue Álvaro!

Luego de eso, se llevó la comida. No dije mucho y después me dirigí a la sala posoperaciones.

Jonathan parecía ser un experto en regañar a la gente. Desde la entrada de la sala, podía escuchar cómo le decía a la enfermera que se retirara en un tono muy frio. La enfermera salió de la habitación con un aspecto muy cenizo. Cuando me vio, tomó mi mano y dijo:

-Señorita Arias, algo urgente ocurrió en mi casa, así que ya no puedo seguir trabajando aquí. ¿Puede contactar a otra enfermera de inmediato?

-Sami, ¿estás ahí? -sonó la voz de Jonathan desde la habitación.

La enfermera se retiró sin decir mucho. Al entrar a la sala , vi a Jonathan en la cama con un teléfono en la mano. Cuando me vio, una sonrisa apareció en su rostro sombrío.

-¿Tienes lista la pasta?

Asentí mientras le pasaba la pasta.

-No le dificultes las cosas a los enfermeros. Esta noche iré a Ciudad k con Álvaro. Estaremos ahí por un tiempo. Sera mejor que consigas a alguien que venga y cuide de ti.


Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora