Capítulo 69 Cena

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Tanto él como su auto eran bastante ostentosos y mientras que los jóvenes veían y se reían, también estaban los adultos que tomaban fotografías y lo veían a él y al auto con envidia.

-¡Tan vulgar! -dije mientras me bajaba de su auto, luego miré a mi alrededor y pregunté- .¿Qué te gustaría cenar?

A lo que él respondió con una sonrisa.

-Decide tú.

Luego de observar las opciones disponibles, entre a un restaurante francés sin dudarlo; Nicolás se fue detrás mío y comentó en burla:

-Samara, eres toda una romántica. No me molesté en responder porque en realidad había elegido ese lugar  porque no quería llamar la atención de otros. Una vez dentro el mesero nos recibió y preguntó:

-¿Será mesa para dos? El día de hoy tenemos un combo para parejas, ¿les gustaría pedirlo?

-Claro, tomaremos eso y también una botella de vino, por favor -respondió Nicolás sin pensar dos veces.

Por mi parte miré al mesero y pedí:

-Yo quisiera un jugo de frutas, por favor.

Cuando el mesero se dio la vuelta con nuestra orden, Nicolás me dijo:

-Samara, disculpa, por un momento me olvidé de que no puedes beber alcohol.

<<¡Lo estaba haciendo a propósito!>>

En eso revisé mi teléfono y me di cuenta de que Álvaro me había enviado un mensaje de texto:

<<¿En dónde estás?>>

<<¡Qué mensaje tan breve y tan seco!>>

No respondí y simplemente bloqueé mi teléfono. Cuando levanté la mirada noté que Nicolás me estaba observando y pregunté:

-¿Sucede algo?

-Samara, ¿ya te habían dicho que luces como una celebridad?

El mesero estaba sirviendo nuestro filete cuando preguntó, así que le agradecí y luego respondí a Nicolás.

-¿A quién me parezco?

-¡Angelina Jolie! -contestó un tanto sorprendido de que me haya interesado su conversación.

Asentí en respuesta y dije:

-Si, de hecho en la universidad solían decírmelo bastante. -En realidad mis amistades sí solían decirlo, pero una vez que comencé a utilizar anteojos deje de escucharlo tan seguido; hoy en día parezco alguien que se dedica a las artes cuando los uso.

-También te pareces a otra persona que conozco -dijo con mucha seriedad.

Yo me limité a cortar mi filete pues pensé que solo estaba aburrido tratando de sacar una conversación.

-¡Aja! -respondí y seguí concentrada en mi comida.

Sin embargo, Nicolás todavía no comía, en su lugar giraba su copa de vino.

-Te pareces a mi madre, sobre todo en los ojos, ambas los tienen muy parecidos.

Para entonces ya me estaba molestando, así que me metí un trozo de carne a la boca y lo miré fijamente.

-Supongo que tengo ese tipo de rostro, porque alguien también me había dicho que me parezco físicamente a Rebecca.

Jorge solía hacer comentarios sobre mi parecido con Rebecca, pero yo jamás sentí que fuera así porque son muchas las personas en este mundo que tienen nariz y ojos similares; era probable que hubiésemos tenido los mismo antepasados hace siglos.

Nicolás hizo una mueca y bebió de su copa de vino.

-¿Por qué te cambiaste de universidad durante aquel entonces?

Me sorprendió mucho su pregunta porque ya había pasado bastante tiempo de eso, además, ¿Cómo es que lo sabía? Deje los cubiertos de lado y pregunté:

-¿Fuimos compañeros de universidad?

Nicolás levantó una ceja mientras se servía más vino y contestó:

-¿No me recuerdas?

A lo que sacudí la cabeza en negación pues a decir verdad, no recordaba haberlo visto antes hasta que empezó a llevar la auditoría para el Corporativo Ayala, eso era todo. Ante mi silencio solo se encogió de hombros.

-Bueno, no importa, solo espero que a partir de ahora no te olvides de quién soy -concluyó.

Luego de eso estuvimos hablando, noté que durante toda la plática él no comió nada, solo me limitó a seguir bebiendo vino; después de vaciar la botella, se recargó sobre la mesa y me miró fijamente.

Dado que se estaba haciendo tarde, me puse de pie para pedir la cuenta e irnos, pues me preocupaba que si me acostaba tarde no pudiera levantarme temprano para mi vuelo. Por casualidad, nos encontramos con la madre de Nicolás, Camila, quien estaba junto a Rebecca; la realidad es que encontrarme con Camila no era raro, ni siquiera encontrarme a Rebecca, pero lo que sí lo era, era que estuvieran juntas, no  podía creer que se conocieran. A lo lejos pude observar cómo se daban la mano y compraban cosas como si fueran madre e hija, incluso se notaban felices.

Luego de pagar la cuenta regresé con Nicolás, pronto miré que sus mejillas estaban rojas, lo que significaba que estaba ebrio.

-¿Puedes caminar? -pregunté.

-No -respondió.

Suspiré, tomé mi bolso y lo ayudé a salir del restaurante; hace un rato Nicolás había entrado al lugar con elegancia y ahora salía con torpeza. Al llegar al auto lo dejé en el asiento del copiloto y encendí el motor, dado que su auto era deportivo era muy bajo para mí y no podía conducir con comodidad, ya estaba acostumbrada a conducir mi Cadillac. Para mi buena suerte casi no había autos en el camino así que no tuve ningún problema; quería llevarlo hasta el jardín Pear puesto que Álvaro y yo habíamos estado ahí una vez pero él se rehusó. En su lugar, me costó algo de esfuerzo pero logré averiguar que se quedaba en la Finca Peakville, lo cual me sorprendió porque vivía en la misma zona residencial que nosotros.

-Samara, ¿en verdad no te acuerdas de mi? -murmuró de repente.

Sacudí la cabeza.

-¿Ya nos conocíamos?

Entonces dejo escapar una risa amarga.

-¿Soy el único de los dos que recuerda el árbol de moras en el patio de Magnolia, además de las flores a la orilla del rio y a ti con la nariz llena de mocos?




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