Capítulo 10 Álvaro me ignoró

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Álvaro, quien estaba viendo todo el fiasco, entro despacio y volteó a ver a Rebecca para preguntarle:

-¿Porque sigues despierta?

Rebecca actuó como si estuviera sorprendida de verlo llegar y lo agarro con un puchero delicado para que se sentará al lado de ella antes de poner sus brazos alrededor de su cintura.

-Dormí mucho durante el día y ahora no puedo. ¿Porque estás aquí?

-Vino a visitarte. -La mirada de Álvaro se fijó en mi, frunciendo y ordenando de inmediato - ¡Encárgate de eso! -Su voz era fría y carente de preocupación. Rebecca puso una expresión de arrepentimiento con sus brazos alrededor de él.
-Fui descuidada y lastimé a Samara por accidente.

Álvaro le acaricio el cabello con calma pues al parecer no iba a regalarla. Mi corazón dolía como si me hubieran forzado a saltar de un precipicio y arrastre mis pies fuera del cuarto lentamente. Sabía que iba a perder la apuesta, pero esperaba a que Álvaro fuera al menos a preguntar si estaba herida. Eso iba a ser suficiente para mi. Sin embargo, no me volteo a ver ningun segundo y ni siquiera parecía tenerme lastima. En el pasillo, una figura alta bloqueo mi paso. Volteé hacia arriba y me encontré con la mirada firme de Gael Ceja. Lo saludé confundida.

-¡Doctor. Ceja!

Me miró por un buen tiempo antes de preguntar.

-¿Te duele? - El dolor y amargura me inundaron al escuchar su pregunta. Lagrimas comenzaron caer por mis mejillas y cayeron al pio. No pude evitar que estremecerme por el viento fresco que atravesaba por el pasillo, intensificando la tristeza en mi interior.

<Incluso un conocido me pregunta si me duele. ¿Como pudo ignorarme la persona con quién he estado casada por dos años como si fuera un descarado?>

Gael tomo mis manos y encogí mi espalda de manera inconsciente, pero me agarro con fuerza.

-¡Soy Doctor! -Dijo Gael de manera directa sin dejar espacio para discusiones. Era doctor y era su responsabilidad tratarme. Sabía que no era un entrometido y que solo quería revisar mis heridas porque soy la esposa de Álvaro. Lo seguí hasta un cuarto, le murmuró algo a una enfermera en guardia y volteó para decirme -. Ella va a revisar tu herida.

-Gracias. -Asenti. Después de que Gael se fuera, la enfermera limpio la quemadura de mi mano con cuidado y sus cejas fruncieron cuando vio varias ampollas.

-Esto es muy grave. Puede dejarte cicatrices.

-No importa.

<Es una lección que aprender>

Como había ampollas, la enfermera tuvo que pincharlas para limpiar las quemaduras de forma minuciosa. Le preocupaba que no fuera a soportar el dolor y me advirtió:

-Puede que duela. Aguanta un poco.

-¡Mhm,!

<Esto no es nada. El dolor en mi corazón es mucho más insoportable que esto>

Al tratar mis heridas, la enfermera me dio instrucciones antes de dejarme ir. Estaba de regreso al cuarto de Rebecca cuando escuché a alguien hablar en las escaleras y me detuve por curiosidad.

-Jorge ya falleció. ¿Cuando te vas a divorciar de ella? -Era la voz de Gael.

-¿Ella? ¿Te refieres a Samara? -pregunto otra voz familiar y de inmediato supe que era Álvaro. avance un poco más cerca y lo ví inclinado en la barandilla con sus manos en la pared con un cigarrillo a medio fumar en la mano y lo observó pulsando su cigarrillo antes de afirmar:

-Sabes bien que es inocente. Te ama.

Álvaro lo miro con ojos fríos.

-No sabía que te preocupará.

Al escuchar sus palabras, Gael frunció.

- No lo pienses demasiado. Solo te lo estaba recordando porque espero que no te arrepientas de tomar esa decisión en un futuro. Aunque te ama, puede dejar de hacerlo en cualquier momento.

-¡Ja! -Se burlo- Álvaro -. Siempre he menospreciado su amor...

No pude seguir escuchando el resto de su oración.

<Es mejor no escuchar algunas cosas. Sería una tonta si sigo escuchando a escondidas>

Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora