Capítulo 104 Deberes de esposa

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Una vez que terminé con todas las formalidades, o sea con los procedimientos y firmas, le entregué los documentos a Joel; por otro lado, Gael entró a la cirugía. Cuando Joel miró los papeles, parecía no estar muy contento.

-Samara, ¿Qué significa esto?

-¿No es claro? -Lo miré con el ceño fruncido-, hice todo lo que me pidieron, no creo que me necesiten más.

-¿Así es como te desempeñas como esposa? -se burló-, tu marido está ahí adentro y tú solo estás pensando en una manera para mantenerte alejada de él, ¿es así cómo se comporta una esposa?

Toda la escena me resultaba muy divertida, por un lado estaba Rebecca sumiéndose en su propia miseria y luego estaba Joel; sonreí y dije:

-La realidad es que no sé cómo actúen otras mujeres  cuando se enteren de que su marido y su amante tuvieron un accidente estando juntos, creo que en mi caso, el no haber retrasado la cirugía de Álvaro fue el mayor acto de amabilidad que pude tener con él. Si te soy honesta, si no fuera por mi bebé que todavía no nace, ni siquiera habría firmado.

-¡Samara, eres una mujer muy cruel! -interrumpió Rebecca antes de que Joel pudiera decir algo más.

Asentí mirando como se le retorcía el rostro.

-Si, supongo que soy cruel pero no es suficiente, debí haber rezado para que los dos murieran en ese accidente como los amantes que son.

-Samara, ¿acaso tienes corazón? -respondió Joel, quien no estaba feliz por cómo le estaba hablando a su novia.

-¡Creo que no! -contesté, pues sabía que sin importar lo que dijera, sería tonto para ellos; por último, miré hacía el quirófano en donde estaban las luces encendidas y me fui del hospital.

Eran las 3 de la tarde cuando regresé a la empresa y Estela se acercó.

-Señorita Arias, el informe de la auditoría  a Créditos AC ya está terminado y fue revisado por el señor Ayala pero no está en su oficina para firmarlo, ¿puede hacerlo usted? -La miré pero no dije nada, en sus ojos se pudo notar la incomodidad y el nerviosismo, pronto agregó-: Señorita Arias, este documento es urgente, no me gustaría seguir retrasando el trabajo.

-¿Felipe es tu novio? -Hablé con indiferencia.

De repente, había perdido el color en su rostro.

-Señorita Arias, yo...

-¿Trabaja en AC? -agregué mirándola directamente a los ojos.

Sus manos comenzaron a temblar pero no decía nada, se limitaba a morderse el labio.

Entonces, aparté la mirada y suspiré al decir:

-Estela, desde el día que fuiste contratada te he tratado bien y sin importar lo que pase o ha pasado, mi única intención ha sido conseguir las mejores ofertas para ti. -Dicho eso guarde silencio, no tenía más que decir, pero como ella seguía sin responder nada, la miré de nuevo y dije-: Te recuerdo que la auditoría del Corporativo Ayala es muy importante para ambas empresas y si algo sucede durante este periodo, será responsabilidad de Créditos AC.

-Señorita Arias, yo....

No le di oportunidad de hablar, en su lugar, dije:

-Llévate los documentos de la auditoría  y revísalos otra vez, debes asegurarte de que no haya ningún error antes de que lleguen a manos del presidente. También informa a AC que la colaboración con ellos es en términos a largo plazo y no algo que dura unos cuantos días. Claro que si la situación solo es entre AC u tú, te dejaré la responsabilidad; así que no permitas que esto se haga más grande y que llegue al punto en el que los presidentes de dos grandes empresas tengan que sentarse a hablarlo.

Una vez que terminé de hablar le pedí que saliera de la oficina; yo no estaba tonta, pero era obvio que no sabía sobre auditorías y Álvaro claramente detectó el problema. A pesar de todo no me culpó a mí, sino que se fue con Joel y dejó caer casi todo el peso del problema sobre él, pues sabía que las mentiras y los engaños dentro de un espacio de trabajo eran comunes. Además, he de mencionar que Joel jamás ha estado de acuerdo conmigo, si quisiera hacer algo y ocasionar algunos problemas para que se me echara de la empresa, era cosa fácil para él; Estela era mi empleada y la mayoría de las tareas se las delegaba a ella, si se volvía egoísta y se ponía del lado de Joel, tarde que temprano yo terminaría dejando la empresa.

Conocía bien el carácter de Estela y sabía que a ella la conmovía el amor, así que tomar otros caminos podría ser un tanto complicado. A decir verdad, fue una coincidencia encontrar a Felipe aquel día, al final solo bastó con unir algunos puntos, pensar en la personalidad de Estela y listo, tenía la historia completa. Como no tenía mucho que hacer en la empresa y solo em estaba aburriendo, no tenía sentido que me quedará, así que tomé mis cosas y me preparé para salir; pero antes de que pudiera hacerlo, Nicolás apareció en mi puerta portando un traje formal, cruzó los brazos, puso su mirada en mí y dijo:

-¡Cenemos esta noche!

Fruncí el ceño y exclamé:

-¡Que no quiero!

-Podemos ir por algo interesante, ¿qué te parece un asado? -dijo mientras tomaba las llaves de auto que estaban sobre mi escritorio-. Si vamos en mi auto llamaríamos mucho la atención y debemos pasar desapercibidos, así que mejor vamos en el tuyo.

Le voltee los ojos.

-¿A dónde?

Con una sonrisa en el rostro, contestó:

-¡Tú solo ven conmigo!

En realidad no tenía ganas de salir con él, pero con tan solo pensar en Álvaro y Rebecca comenzaba a sentir una presión en el pecho y sentía que necesitaba comer algo; sin más , nos fuimos.

Jamás imaginé que Nicolás me llevaría a una zona tan humilde de la ciudad, condujo hasta un pequeño y oscuro callejón que parecía haberse desgastado con él tiempo; las paredes del lugar estaban repletas de flores que se miraban aún más impresionantes con la luz del sol de fondo.

Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora