Con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja, la señora Hernández había terminado de limpiar todo el chalé; no pude evitar girar a ver a Álvaro en espera de alguna indicación, no obstante, no dijo nada y solo se sentó a comer.
-Álvaro, ¿le pediste a la señora Hernández que viniera?
Antes de contestar terminó de masticar y tragar su comida.
-Si, será mejor que se quede contigo para cuidarte.
Sabía que tenía razón pero yo seguía preocupada por Mayra; luego de comer un poco de sopa pregunté:
-Álvaro, Mayra sigue en la comisaría, ¿podrías..?
-Termino de comer -dijo antes de que pudiera terminar la frase.
<<¿Pero que demonios?>>
Últimamente los mareos que sentía por las mañanas habían empeorado y era más lo que salía de mi boca que lo que entraba; luego de comer unos cuantos bocados perdí el apetito. Dejé el tenedor y estaba a punto de ir a la sala de estar y esperar a qué él terminara de comer para poder hablar sobre Mayra cuando de repente, Álvaro dio un fuerte golpe a la mesa y gritó:
-¡Te dije que terminaras de comer!
-¡Pero no puedo! -contesté con el ceño fruncido. Mi estómago no podía aceptar más comida, además, me había terminado un plato completo de sopa.
Él también frunció el ceño y me dijo:
-Termina de comer los huevos, hablaremos después.
Con lo que dijo, me daba a entender que si habría posibilidad de tocar el tema, así que dicho eso, me senté otra vez en la mesa. Pero poco después me di cuenta de lo tonta que había sido, no había terminado de comer el huevo cuando Álvaro me acercó una rebanada de pastel y un vaso de leche.
-También come esto -dijo.
Sin embargo, no pude aguantar más y exclamé:
-¡Creo que no te has dado cuenta, pero no soy un cerdo!
Ignoró lo que dije y agregó:
-¡Solo come, es nutritivo!
Este hombre tenía la capacidad de alterarme hasta los nervios.
-¡Estoy a punto de reventar, no puedo meter más comida a mi boca! -contesté.
A pesar de mi respuesta él se veía despreocupado e inmóvil, como si el futuro del mundo dependiera de que me terminara la comida. Para ese punto ya me estaba doliendo bastante la cabeza así que comencé a auto masajearme las sienes mientras intentaba convencerlo.
-Es en serio, entiendo que ya estoy llena...Si meto más comida puede que regrese y eso es peor.
-Come, nos preocuparemos por eso cuando suceda.
<<Hijo de....>>
-¡Por qué estás siendo tan maldito! .exclamé al tiempo que lo miraba e introducía un pedazo del pastel a mi boca y lo acompañaba con leche.
Al darse cuenta de que lo estaba obedeciendo levantó una ceja con orgullo.
Creí que desde el principio ya sabías cómo era.
<<¿En serio? Incluso si así fuera debo olvidarlo, porque lo necesito para resolver algo más importante.>>
-Como te estaba diciendo, Mayra ya tiene más de un día retenida en la comisaria, ¿podrías?
-¿Estás preocupado por ella?
<<¡Es obvio!>>
A pesar de todo, parecía que Álvaro no estaba para nada preocupado, en ese momento se encontraba sentado en el sofá sorbiendo del té que la señora Hernández había preparado, daba la impresión de que estaba disfrutando de unas vacaciones. El calor que había sentido durante la mañana ahora se había evaporado y convertido en humo que salía de mis orejas por la rabia; miré el reloj y me di cuenta de que ya era la una de la tarde y Álvaro no parecía ir a la oficina ni a la comisaría. A este paso, tal vez sería mejor que yo misma lo solucionara.
Subí los escalones para ir en busca de mi bolso e ir al Bar La Hora cuando me detuvo a mitad de camino y con indiferencia preguntó:
-¿A dónde vas?
-¡A la comisaría! -Si tengo que ser honesta, podía sentir que no tenía ni la más mínima intención de ayudarme.
Se quedó parado pensando por unos cuantos segundos cuando de repente se subió al asiento del piloto de mi auto y dijo:
-Súbete.
Entonces entré y me senté en el asiento del copiloto sin tener ninguna idea de que pretendía; luego de un rato me di cuenta de que no conducía hacia la comisaría sino a la oficina.
-Álvaro, tú....
-Yo me haré cargo de la situación de Mayra, ¿esta bien? Pero tú te quedarás en la oficina y no vas a ocasionar ni un problema, ¿entendiste?
Sus palabras no sonaban para nada convincentes para mí. Además, ¿por qué me hablaba como si fuera un niño? Sin embargo, no tenía otra opción más que obedecer porque , después de todo, él era quien estaba al volante; solo respire hondo y no dije ni una sola palabras. Una vez que llegamos al Corporativo Ayala me dejó en el vestíbulo y se fue.
Iba entrando a las oficinas cuando me encontré con el imbécil de Joel, como no estaba de buen humor traté de ignorar su presencia.
-Ya es mediodía, ¿acaso fuiste a una reunión?
<<Es tan molesto>>
-Señor Quintana, ¿ahora trabaja para el Departamento de Recursos Humanos? Si no es asó, ¿por qué no mejor se preocupa por sus propios asuntos? -Dije mientras lo miraba con molestia y presionaba el botón del elevador.
Joel también se notaba molesto así que contestó:
-La realidad es que escuché que tu mejor amiga estaba encerrada en la comisaría y aquí estás tú, en la oficina como si nada pasara...Jamás creía que serías tan fría.
Después de haber recibido órdenes de parte de Álvaro en la mañana me sentía muy molesta, totalmente harta y ahora Joel se había convertido en la gota que derramó el vaso.
-¿Es por qué has sido el perro faldero de Rebecca durante tanto tiempo que ya olvidaste cómo hablar con un ser humano? Tu lealtad hacia ella es envidiable, pero me pregunto si se debe a que juega contigo seguido o porque aprendes trucos de la persona más engreída de la oficina... -Mientras seguía hablando, algo más me llegó a la mente- Ah, y hay otra cosa que deberías saber, aunque el Bar La Hora está registrado bajo el nombre de Rebecca las acciones todavía le pertenecen a Ávaro y si quiero, puedo contratar a un abogado para recuperar todo. Dado que soy la esposa legal de Álvaro dudo mucho que haya algún problema.
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Reticencias de amor
FanfictionConmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥