154: ¿Por qué me duele?

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<<Seguramente debió sentirse triste al saber lo del bebé, ¿cierto?>>

Arrugó las cejas al escucharme. -Eso ya quedo en el pasado.

-Lo sé, pero solo pregunto -respondí. No podía evitar querer saber más de eso. Las palabras se me enredaron en la boca y resultaron en puro disparate. -Solo me preguntaba si estarías triste si llegara a perder al bebé.

-¡Samara! -alzó la voz. Me comenzó a doler el brazo pues me apretó al reclamar. La mirada en su rostro se volvió sombría. -¿A quién viste hoy?

Mi cabeza ya me estaba doliendo bastante, así que recargué la cabeza en su pecho y sin la energía para decir otra cosa, le respondí:

-No importa. Como acabas de decir, ya quedó en el pasado.

La habitación comenzó a sentirse tensa y parecía que la temperatura bajó varios grados. Supe que se había molestado pero no tenía sentido seguir pensando en eso, así que solo cerré los ojos y me recargué en él. En ese momento, se escuchó un zumbido, seguido del tono de llamada de su celular. Intenté levantarme y salir de sus brazos pensando que tomaría la llamada, pero antes de que pudiera hacer algo, me apretó con más fuerza, presionándome contra su cuerpo. Con su otro brazo tomó el teléfono y deslizo su dedo sobre la pantalla.

-¿Qué pasó? -respondió mientras activaba el modo de altavoz.

-Alvi, acabo de tomar un puesto en la empresa de mi madre en ciudad J. Llegaré mañana. ¿Vas a pasar por mí al aeropuerto? -La voz de Rebecca resonó desde el otro lado de la línea. Yo, por el otro lado, apoyé mi cabeza en su pecho y me acurruqué en una posición más cómoda en sus brazos.

-Tengo cosas que hacer en el trabajo mañana. Enviaré a Joel que pase por ti -respondió Álvaro con una voz monótona.

Hubo una pequeña pausa antes de que su voz se escuchara del altavoz; esta vez con una sensación de desilusión. -Alvi.... ¿no podemos ser siquiera amigos ahora?

Álvaro respiró profundamente y sostuvo el aire por un segundo. Era obvio que estaba incómodo. Incliné la cabeza para mirarlo y al ver que no tenía ninguna intención de responderle a esta mujer, hablé sobre la bocina del teléfono:

-Me va a acompañar a mi revisión del embarazo mañana. Espero que entiendas y no pongas a mi esposo en una situación difícil, señorita Villa.

El brazo que me rodeaba me apretó suavemente. Álvaro suspiró y agregó:

-Envía los detalles de tu vuelo a Joel. Él pasará por ti mañana.

Tras decir esto, colgó la llamada y apoyó su mentón sobre mi cabeza. Sentí un pequeño ardor cuando su barba raspo mi mejilla, pero cuando intenté alejarlo, no me dejó moverme. -¿Así es como declaras que eres dueña de tu hombre? -dijo con una mueca en el rostro.

-¿No puedo?

Comencé a retorcerme hasta que me soltara para levantarme y salir de la habitación. Cuando llegué a la sala, sentí el aroma del tazón de fideos sobre la mesa del comedor. Álvaro lo había cocinado y se veía delicioso. Mientras admiraba la comida preparada por mi esposo, llegó para abrazarme por la espalda.

-Leí en un libro que las mujeres embarazadas no deben comer mucho condimento, así que casi no usé especias. ¿Lo quieres probar?

Solo pude reaccionar con una mirada perdida. Sentí que estaba en un sueño...Uno en el que cambiaba de lugar con Rebecca. Álvaro era tan amable y atento esos últimos dos años de nuestro matrimonio. Sentí como sí todo lo que llegó a sentir por Rebecca cambió de atención hacía mí. La situación era demasiado surreal y, por alguna razón, sentía que algo no estaba bien. Me llevó a la mesa para que me sentara frente a la comida. Los fideos sabían muy bien, pero no los pude disfrutar por todos los sentimientos que agobiaban mi corazón, así que no pude comer más que unos cuantos bocados. Al verme desinteresada en su comida, frunció el ceño y preguntó:

-¿No te gusto?

Agité la cabeza. -No es eso. Solo no tengo mucha hambre.

-Aun así, deberías comer un poco más -dijo mientras se dirigía al refrigerador y sacaba algo de leche para servirme. -De otro modo, sentirás malestar en el estómago cuando te dé hambre en la noche.

Toda la noche, Álvaro se quedó conmigo en el apartamento.

A la mañana siguiente, abrí los ojos algo desubicada al sentir que algo a mi lado se movía. Todo se veía borroso, pero la figura de Álvaro se hizo cada vez más clara mientras entrecerraba los ojos y parpadeaba. Pude ver que se estaba vistiendo. En cuanto se dio cuenta que había despertado, me preguntó:

-¿Te desperté?

Sacudí la cabeza despacio. Sentía que mi cuerpo era demasiado pesado para moverlo. -¿Vas a la oficina? -pregunté con voz ronca.

-Mhmm -respondió con la cabeza y un murmuro. -Josué te traerá el desayuno. Descansa un poco antes de comer. Regresaré por ti para ir a tu revisión. -Me besó suavemente en la frente antes de volverme a levantar y acomodar su corbata con un nudo perfecto y salió por la puerta.

Me sentí rara. Álvaro me había tratado y atendido muy bien esos últimos días, pero parecía haber una distancia invisible entre nosotros. Después de desayunar, decidí llamar a Mayra. Ella me dijo que necesitaba que alguien pasara por ella al aeropuerto porque tenía muchas cosas que cargar. Como vi que faltaba tiempo para mi revisión en el hospital, llamé un taxi para ir al Corporativo y tomé mi auto. Cuando llegué al aeropuerto, el vuelo de Mayra todavía no aterrizaba y, como no tenía mucho que hacer, estacioné el auto en el estacionamiento subterráneo y me dirigí a la sala de espera.

Mientras observaba a mi alrededor desde mi asiento, pude ver a una pareja entrar a lo lejos. No me sorprendió en lo absoluto ver que era Álvaro con una mujer a su lado. Cualquiera hubiera pensado que era una pareja perfecta. Saqué mi teléfono y marqué al numero de Álvaro y él respondió en cuestión de segundos.

-¿Dónde estás? -pregunté.

-En el aeropuerto. -Escuché su voz por el teléfono mientras veía como movía sus labios desde donde yo estaba. -Joel tuvo una urgencia y tuve que venir yo.

Por algún motivo, sentí como si un peso se me hubiera quitado de encima. Tal vez me sentía aliviada de que no me mintió.

-Mira enfrente de ti -respondí con mi mirada fija sobre él mientras esperaba a que me viera y nuestras miradas se encontrarán. Suspiró levemente:

-¿Por qué viniste?

-Mayra viene en el vuelo de las 11:30. Vine por ella. -Rebecca se dio cuenta de mi presencia también mientras hablaba con mis ojos fijos en ellos. No hace falta mencionar que su expresión no era agradable a la vista cuando la escuché decir por la línea:

-¿Debería ir a saludarla?

Se notaba que Álvaro estaba algo nervioso. -No es necesario. -A mi me respondió:

-Quédate donde estás. Vendré a buscarte en un momento.

Tras decir esto, colgó y llevó a Rebecca fuera de la sala. Me quedé sentada sola, mientras los veía desaparecer y sentí una presión en el pecho. <<Era normal que Álvaro viniera si José estaba ocupado, ¿no? ¿Por qué me duele tanto verlos juntos?>>


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