Capítulo 96 El incidente.

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Rebecca sentía que era injusto y al ver que Álvaro se iba, le dijo a Josué que en realidad no necesitaba de su ayuda y mientras se levantaba y cojeaba un poco me miró y dijo:

-Samara, lo hiciste a propósito.

A lo que yo contesté con la verdad.

-Lo siento pero no fue intencional. -La única razón por la que me había sujetado de ella era porque entré en pánico.

Luego de que Josué se fue con Rebecca, Álvaro salió de su oficina con un botiquín de primeros auxilios en la mano y se acercó a mí; me miró directo a los ojos y dijo:

-Dame tu mano.

Fruncí los labios y extendí mi mano hacía él, sentía mucho ardor debido a los cortes y raspones que tenía por la caída, ni siquiera me había dado cuenta de que había comenzado a sangrar. Entonces, Álvaro tomó mi mano y la miró, segundos después frunció el ceño cuando noto que estaba cubierta de sangre.

-Trata de aguantar, esto dolerá un poco.

Asentí y me mordí ligeramente los labios.

La primera capa de piel se había abierto y dejaba al descubierto la carne viva que había debajo, cuando sentí el dolor punzante debido al antiséptico que estaba aplicando, de manera casi instintiva intenté retirar la mano, justo cuando Álvaro estaba en proceso de limpiarla, pero él se aferró y no me soltó, simplemente dijo:

-Estarás bien dentro de un rato.

Por lo que levanté las cejas y dije:

-Solo coloca una venda y ya. -No quería que se pusiera tan meticuloso al limpiar la herida porque dolería más.

Luego de vendarme la mano me miró con preocupación.

-¿También te duelen las rodillas? -Negué con la cabeza porque no quería que me tocara, además, tampoco se daría cuenta por que estaba usando una falda larga; sin embargo. Álvaro no se quedó tranquilo y sin preguntar, levantó un poco la falda para encontrarse con una gran mancha roja, era horrible-. ¿En serio no te duele? -preguntó enfadado.

Fruncí los labios y contesté:

-¡No!

De repente, con una de sus manos aplicó un poco de presión sobre la herida y no pude evitar gritar de dolor.

-¡Álvaro!

Con la cabeza todavía hacía abajo, comenzó a limpiar la herida y dijo:

-Aquí estoy.

No obstante, era obvio que lo había hecho a propósito.

Mientras yo seguía frunciendo los labios bajé la cabeza sin hacer ningún comentario; después él me miró y se aseguró de que todas mis heridas hubieran sido bien vendadas antes de cerrar el botiquín.

Un minuto después, trajo consigo las cajas de desayuno que Josué había comprado, las abrió y saco la sopa de calabaza, los panecillos al vapor, las empanadas y la leche de soya; cuando miré todo me pregunté qué era lo que pasaba por la mente de Josué cuando compró todo eso, ¿Qué le hacía pensar que entre los dos nos la podíamos terminar? Además, ya había comido un poco antes.

Álvaro puso toda la comida frente a nosotros y me miró para decir:

-Come todo esto y después toma una siesta.

Levanté la mirada y solté un suspiro.

.Álvaro, ¿estás criando cerdos ? ¿Por qué crees que seré capaz de comer todo esto?

A lo que él asintió y dijo:

-¡Si, estoy criando dos!

<<Yo...>>. Había cavado mi propia tumba.

-Simplemente no puedo comer todo yo sola -dije e hice una pausa-, además, tengo cosas que hacer en mi oficina.

Sin embargo, ignoró mis palabras y sin decir nada se puso de pie y se sentó en la silla de su escritorio para hacer una llamada; segundos después, Estela entró a su oficina con una pila de documentos, me miró primero a mí y luego volteó a ver a Álvaro y con una pizca de picardía dijo:

-Señorita Arias, esto son los documentos que debe firmar y ya casi terminamos con el trabajo de Créditos AC, revíselo todo por favor. -Estela dejó los documentos y luego me miró con curiosidad.

Sabía que estaba tratando de hacer, quería saber qué estaba pasando entre Álvaro y yo, entonces tomé las cajas de comida que estaban sobre la mesa y se las di.

-Bien. Seguro que no has comido, ten. -Ella, al darse cuenta de que le estaba dando todo comenzó a negar con la cabeza de inmediato, entonces le susurré a la oreja-: No lo rechaces, por favor ayúdame.

A lo que Estela dijo:

-Señorita Arias, no puedo comerme todo esto sola.

-No te preocupes por eso, hay muchas personas en la oficina y puedes compartirlo con ellos.

Después de darle el desayuno, me giré para ver a Álvaro, quien también me estaba observando sin mover un solo dedo, parecía estar congelado. Por un momento me sentí un tanto culpable y dije:

-¿Qué sucede?

-¿Y yo que voy a comer? -respondió con una sonrisa.

Mis ojos se abrieron de par en par de la sorpresa.

-¿Todavía no has comido? -Álvaro levantó una ceja y se quedó en silencio; entonces miré el vaso con leche de soya del que había estado bebiendo y agregué-: ¿Quieres esto? -Lo pregunté por compromiso porque sabía lo exigente e higiénico que era cuando se trataba de comer las cosas de los demás.

-¡Si! -contestó y se sentó a mi lado; de repente, ya se había bebido toda la leche que tenía. Me quedé sin palabras al darme cuenta de que se había tomado la leche directamente del sorbete que yo había utilizado y que todavía tenía mi labial.

En ese momento me invadió algo que jamás había sentido.

-¿En qué piensas? -preguntó mientras me tomaba de la cintura y con la palma de su mano sobaba mi vientre; entonces, las comisuras de sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa-. Parece que subiste de peso.

Volteé los ojos y lo aparté, entonces decidí que lo mejor sería revisar los documentos que tenía enfrente a mí; las auditorias del Corporativo Ayala y de Créditos Herrera ya estaban listas y solo se necesitaba mi firma. Entonces, Álvaro tomó uno de los informes y comenzó a leerlo.

-¿Créditos AC se encarga de la auditoría del Grupo Romero?

Asentí mientras firmaba los documentos que ya había revisado y proseguí con los que no; al darse cuenta, continuó hojeando otros informes y después preguntó:

-¿A quién le asignaste este proyecto?

No supe qué decir por unos segundos así que después de pensarlo, respondí:

-A Estela, ¿por qué? ¿sucede algo?

De solo ver su expresión pude notar algo que  no estaba bien, comencé a revisar el informe que él había visto pero no encontré nada raro.


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