Casi arrojo mi teléfono al escuchar eso. Segundos después, levanté mi voz y confronté al maniaco.
-¿Qué demonios te sucede, Jonathan? ¿Qué has instalado en mi teléfono?
-Solo es un simple programa de espionaje. Deberías dejar de molestarte por algo tan trivial. Estoy tratando de vigilarte y asegurarme de que todo está bien contigo, eso es todo -contesto de forma casual.
-¡Estás loco de remate!
Apenas pude contener mis ganas de destruir mi teléfono.
-Samara, cálmate por favor. Solo quiero cuidarte y asegurarme de que estás bien. ¿No es eso genial?
¡Puedo saber lo que estás haciendo cuando se me dé la gana! -sonaba ofendido, hablando como si no estuviera haciendo nada malo.
-¡Aléjate de mí!
Luego de terminar la llamada, me apresuré hacia el baño y tiré mi teléfono al inodoro sin dudarlo. Estaba tan molesta que mi corazón no dejaba de acelerarse. No podía precisar el momento exacto en el que instaló el programa espía en mi teléfono. Luego de eso, ya no tenía ánimos de satisfacer mis antojos. Fui a la sala y me senté en el sofá para ordenar mis pensamientos porque estaba bastante furiosa.
Al final, me quedé dormida en el sofá. Desperté poco después y me di cuenta de que había una manta sobre mí. Al abrir los ojos, Álvaro y yo cruzamos miradas porque estaba justo enfrente de mí. Su presencia me tomó por sorpresa y lo saludé de inmediato:
-Bu...¡buenos días!
-¿Por qué te dormiste en el sofá? -preguntó Álvaro de forma indiferente, rompiendo el silencio como si estuviera molesto.
-No podía dormir anoche, así que decidí bajar para cambiar de entorno. Tampoco esperaba quedarme dormida en el sofá.
-¿Estás tratando de decir que no podías dormir por estar a mi lado? -preguntó inexpresivo. Sacudí mi cabeza frenéticamente y contesté:
-¡No! ¡Solo no podía dormir! ¡Por eso bajé a caminar! Por....por eso....
Ya que él sabía que yo no estaba bien, me cargó entre sus brazos y me consoló:
-De acuerdo, no te estoy culpando. Solo me preocupa que te resfríes. Si en el futuro no puedes dormir, despiértame para que te haga compañía.
¿De acuerdo?
Mi mente estaba hecha un desastre porque era evidente que una vez más, él estaba tratando de ser tolerante conmigo. Siempre había sido un hombre paciente que aceptaba todas mis peticiones.
Asentí en respuesta y me acurruqué en sus brazos mientras poco a poco regresaba a mi yo de siempre. Lo que había sucedido en la mañana y la noche anterior no era nada más que una farsa.
Fuimos al cementerio luego de terminar de desayunar. Llegamos temprano y resultó ser un gran día. Álvaro había preparado las cosas que necesitábamos con anticipación. Me ayudó y llevó a la tumba del abuelo porque el camino estaba bastante resbaloso. El sol ya había salido por detrás de las colinas cuando estábamos a punto de llegar. Nos detuvimos cuando estábamos apenas a unos metros de la tumba porque alguien más estaba delante de la tumba de Jorge. Sin darme cuenta, fruncí el ceño por que tenía la mirada fija en la mujer que estaba frente a la tumba. Álvaro también notó a Rebecca, quien se había puesto un vestido de tul negro. Tal vez porque nunca se había puesto un vestido negro cuando estaba cerca de mí, pero tardé en darme cuenta de que era Rebecca. Cuando me di cuenta de que era ella quien estaba delante de la tumba, me giré y le pregunté a Álvaro.
-¿Fuiste tú quien le dijo que hoy estaríamos aquí?
-¡No!
Luego de responder a mi pregunta, se acercó a ella y le preguntó con indiferencia:
-¿Qué haces aquí?
-¿Por qué no puedo estar aquí? He echado de menos Pablo porque últimamente aparece en mis sueños. Decidí pasar a visitar al señor Ayala después de visitar a Pablo.
Rebecca dirigió su mirada hacia mi y me saludó con una leve sonrisa después de explicar el propósito de su visita.
-¡No esperaba encontrarme con los dos aquí! ¡Qué casualidad!
A decir verdad, de repente me sentí fatal. Había olvidado que Pablo estaba enterrado en el mismo cementerio. Avancé unos pasos y coloqué el ramo que Álvaro había preparado delante de la tumba del abuelo. Como estaba muy embarazada, no pude inclinarme para rendirle homenaje y en cambio, asentí con la cabeza para mostrarle mi respeto. Álvaro tomó mi mano con firmeza mientras me secaba las lágrimas y me miraba con sus ojos abismales.
-No llores. Si no, nuestro hijo también estará triste.
Asentí con la cabeza mientras le decía a su querido abuelo:
-Abuelo, Álvaro y yo formaremos una familia pronto. La próxima vez que te visitemos, tal vez vengamos como una familia de tres. Por fin puedes descansar en paz.
A mitad de mi discurso, me giré para mirar a Álvaro con una mirada íntima antes de decir:
-¡Ya no tienes que preocuparte por mí porque estamos en buenos términos! Álvaro ha estado cuidando mucho de mí, ¡ y creo que será un gran esposo y un padre cariñoso!
A decir verdad, mis palabras no iban dirigidas al abuelo, sino a Rebecca, quien seguía ahí. Su rostro se frunció en respuesta mientras tiraba del dobladillo de la camisa de Álvaro y le instaba:
-¿Álvaro, ¿podrías pasar a visitar a Pablo también' Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que lo visitaste.
Bajé la mirada porque estaba consciente de la cruel estrategia de Rebecca de aprovechar al difunto a su favor para ganarse a Álvaro, recordándole los buenos tiempo que habían pasado juntos. Álvaro me miró a los ojos como si estuviera tratando de obtener mi consentimiento para visitar a Pablo. Me asomé a la tumba del abuelo con una sonrisa y le ofrecí:
-¡Vamos a visitarlo juntos! Después de todo, él era uno de tus mejores amigos, ¿no? Deberías presentarnos el uno al otro.
Rebecca tenía una expresión sombría en su rostro porque yo insistía en acompañarlo, pero hizo un gran trabajo reprimiendo sus emociones. Álvaro me tomó de la mano mientras afirmaba:
-¡Tienes razón! ¡Vamos!
La dicha tumba estaba a poca distancia porque el cementerio no era muy grande. En cuanto llegamos a la tumba de Pablo, vi una foto grabada de un joven apuesto. A pesar de su rostro de aspecto atractivo, era evidente que lo había pasado mal soportando una serie de tratamientos. En cuanto llegamos a la tumba de su hermano, los ojos de Rebecca empezaron a rebosar de lágrimas que al final se transformó en un intenso lamento.
-¡Pablo, he traído a Álvaro conmigo!
Por fortuna, Álvaro llevaba otro ramo de flores. Lo puso delante de la tumba de Pablo mientras se inclinaba para mostrar su respeto. Cuando terminó, se quedó mirando la foto de la tumba. Me puse a su lado y también me incliné para mostrar respeto. En un intento de descubrir si Rebecca había montado otro espectáculo delante de nosotros, la miré durante todo el tiempo que estuvimos ahí. Después de unos minutos, Álvaro sugirió:
-Creo que es hora de irnos.
Rebecca no podía salir de su intensa sesión de lamentos. Se aferró a la mano de Álvaro mientras gritaba con voz ronca:
-¡Alvi, Pablo ya no está para mantenerme a salvo! ¡Tú eres el único en quien puedo confiar! Aunque soy parte de la renombrada familia Montenegro, ¡no crecí junto a ellos! Simplemente fui la hija perdida de la familia. Por mucho que me quieran, ¡no puedo corresponder al afecto porque no somos nada cercanos!
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Reticencias de amor
FanfictionConmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥