Capítulo 52 Preocupado

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Sin embargo, cuando desperté ya había oscurecido; al momento en que termine de abrir los ojos el rostro de un hombre llamó mi atención, tenía grandes ojeras bajo sus ojos y un poco de barba.

<<¿Todo este tiempo estuvo aquí>>

Miré a mi alrededor y me encontré con 4 paredes blancas, lo que me decía que estaba en una habitación de hospital; por instinto, estiré mi mano y la coloqué en mi vientre, para mi fortuna todavía tenia un bulto en mi barriga y ya no dolía.

-Despertaste -dijo el hombre con voz ronca.

Me sorprendí por un momento, pues cuando me giré en dirección a Álvaro, me di cuenta de que había despertado, luego se levantó de la silla y me sirvió un vaso de agua, el cual colocó sobre la mesita de noche y dijo:

-¿Quieres agua?

Era difícil saber que pasaba por su mente, así que con mucho cuidado pregunté:

-¿Sigo embarazada?

Su par de ojos color obsidiana parecían atravesarme el alma, se notaba frío y daba miedo; mi corazón latía a mil por hora mientras esperaba su respuesta. Luego de un rato rompió el silencio al preguntar:

-¿Por cuánto tiempo pensabas seguir ocultándomelo? Sin embargo, yo no tenía una respuesta para lo que quería saber, además, dada la situación no quería discutir con él, solo contuve mis lágrimas y tartamudee al decir:

-Rebecca te obligo a hacerme abortar al amenazar con quitarse la vida, no pude soportarlo así que.... -Pude darme cuenta de como su expresión se tornaba aun peor, pero de todas maneras continúe-: yo no quería mentirte pero si no quieres tener nada que ver con el bebe podemos divorciarnos, una vez que lo hayamos solicitado cada quien ira por su lado y no permitiré que el niño afecte tu futuro junto a ella, no te preocupes.

-¡Samara! -Estaba enojado, en su mirada podía notar la ira- , ¿Crees que soy tan patético que no merezco ser el padre de nuestro hijo? Sus palabras me tomaron por sorpresa, solo pude decir:

-No es por eso, solo me preocupaba que no quisieras formar parte de la vida del bebe por tu relación con Rebecca..

-¿Y por eso decidiste tomar decisiones tu sola? -dijo, estaba segura de que si no fuera por el hecho de que estaba hospitalizada ya me habría hecho pedazos-, Samara, escúchame bien, ese también es mi hijo y será mejor que lo críes como se debe.

Esa era la primera vez que escuchaba a Álvaro feliz y molesto al mismo tiempo y a juzgar por su reacción, pude entender que todavía estaba embarazada, así que solo permanecí en silencio. Poco después, un medico ingreso a la habitación y me explico la situación, luego miro a Álvaro y lo aconsejo:

-Los primeros 3 meses del embarazo son un periodo crucial para el bebe, así que debe aprender a controlarse.

Me mordí los labios y pude sentir como Álvaro asentía lleno de incomodidad. Ahora bien, para mi buena suerte el feto estaba bien y la hemorragia se había detenido, al parecer todo había sido ocasionado por el estrés al que me había  sometido recientemente; el medico nos dio unos cuantos consejos mas y después se retiro. Yo sabia que Álvaro estaba molesto y que ya no quería seguir en el hospital, así que dije:

-¡Álvaro, ¿y si nos vamos a casa? -Entonces el me miro con una expresión fría y explique-: anoche no pude cenar y tengo hambre, el bebe también necesita comer. -Al tiempo que dije eso, señale a mi vientre y lo mire con lástima.

En un principio creía que me ignoraría, pero en su lugar se levanto y dijo:

-¿Que te gustaría comer? Iré a comprarlo.

Sonreí sorprendida, me apoyé un poco en él y tiré levemente de su ropa mientras contestaba:

-¡Quiero cerdo, pescado a la plancha y esos fideos que siempre cocinas! -En realidad, quería utilizar eso como pretexto para irnos a casa, ya no quería estar ahí.

Álvaro me miró y acepto de mala gana: 

-Iré a preparar el papeleo para que te den de alta -dijo, luego agregó en tono serio-: mientras tanto, deberías recostarte y descansar.

Una vez que salió de la habitación, me di cuenta de que no me quedaba mucho liquido en la intravenosa, así que llamé a una enfermera, quien entró y me lo quitó.

-¿Todavía debe ponerme más medicina? -dije al pensar que moría por irme a casa.

-Ya no, señorita Ayala, solo debe acostarse y descansar.

Su respuesta me tomó por sorpresa.

<<¿Cómo es que sabía que yo era la señorita Ayala?>>

En eso, la enfermera guardo la medicina y me miró con recelo.

-Señorita, su marido es muy bueno con usted, cuando fue ingresada al quirófano se veía muy preocupado y no se movió de la sala de espera, parecía un niño indefenso en cuerpo de adulto.

Me quedé perpleja mientras escuchaba.

<<¿Estaría preocupado por mí o por nuestro bebe?>>

-¿En qué estás pensando?

De repente, escuché una voz cerca de mi oído, levante la mirada y me di cuenta de que la enfermera ya no estaba, solo Álvaro, quien tenía una pila de papeles en una mano y medicamentos en la otra.

-¿Qué es eso? -bajé la mirada y miré la bolsa con la medicina. Álvaro en lugar de responder, me dio la mano para ayudarme a ponerme de pie, me tomó entre sus brazos y me sacó del hospital; al salir, rápidamente intenté bajarme-, Álvaro puedo hacerlo sola.

<<¡Era tan incomodo!>>

-¡Si te quieres ir a casa, entonces deberás escucharme y dejar de moverte!

Y así fue como salí del hospital, me sentía tan avergonzada; una vez que me subió al auto tomó el asiento del conductor, me miró y se me acercó.




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