144: Hablando con la pared

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Al ver que la joven con la que estaba se había ido, pregunté con curiosidad:

-¿Y tu novia?

-No es mi novia.

No me importaba realmente, así que no seguí preguntando. Lo seguí hasta llegar a un asadero. En la entrada se detuvo y me miró preocupado antes de sugerir:

-Vamos a otro restaurante.

En un inicio no noté nada fuera de lo normal, pero al ver su expresión tan sombría, me asomé dentro del restaurante solo para ver a Álvaro sentado junto a la ventana, iba vestido muy casual mientras cortaba de forma elegante el filete enfrente de él. Sorprendentemente, no estaba con Rebecca, sino con otra mujer que me pareció haber visto antes. Aunque no la conocía del todo, sabía muy bien quién era. Era la sobrina de Caleb, Cristina.

<<¿Qué hacen estos dos comiendo aquí? ¿El presidente y su secretaria?>>

-Vamos a otro restaurante. -No lo estaba evitando, pero no quería hacer de esto un momento incómodo.

Nicolás estuvo de acuerdo, pero después de unos segundos me miró de nuevo. -Se ven muy cercanos. ¿No piensas preguntarle?

Confundida, lo miré a los ojos y le pregunté:

-¿Preguntarle qué?

-Am -tartamudeó. -Nada.

Di un vistazo a mi alrededor y vi un restaurante de Barbacoa en la esquina y sugerí ir ahí. En ese momento, mi teléfono comenzó a sonar; era Álvaro. Levanté la mirada hacia el restaurante y pude ver su mirada penetrante sobre mi. Respondí la llamada y escuché su voz fría del otro lado de la línea. -Ven a comer conmigo.

-No puedo, estoy con un amigo. -Además, debía discutir algo con Nicolás y estaba segura de que Álvaro y Cristina tenían asuntos por discutir también. Pude verlo entrecerrar los ojos antes de bajar su tenedor y recargarse en el respaldo de la silla mientras ladeaba su cabeza para observarnos. Por el teléfono pude escuchar su voz inexpresiva. -Es por mí o solo eres tú?

-Ninguno de nosotros puede. -Como quería que fuera con él, eso significaba que él y Cristina estaban teniendo una discusión seria, así que no sería apropiado unirme a ellos junto con Nicolás. Pero al ver a Álvaro agitar su copa, supe que estaba furioso y solo respondí:

-Nos vemos en la noche.

Dicho esto, colgué la llamada y me dirigí al restaurante de la esquina. Cuando encontramos lugar, Nicolás  ordenó comida y apoyó su cabeza sobre sus manos antes de decir:

-¿No tienes miedo de que otra Rebecca vaya tras él?

Le di unos sorbos a mi agua e ignoré su pregunta. En su lugar, le respondí con una pregunta que llevaba bastante tiempo en mi cabeza. -¿De qué es lo que querías hablar?

Si poder conseguir drama de mí, murmuró desinteresado. -Es sobre ciudad K. Al parecer Álvaro piensa mudar al Corporativo allá.

Asentí. -Ya lo sé -Parecía que no le sorprendió mi respuesta.

-Eso no es lo más extraño, sino que mi madre piensa mudar el Corporativo Cruise a Ciudad K también.

-Suena bien -respondí al ver su aspecto melancólico. -La Ciudad K es un centro internacional para el comercio. Mudar la empresa a la Ciudad K ayudará a crear más oportunidades para que esta se desarrolle.

La manera en la que me veía era como si pensara que era una tonta. -¿En serio no sabes nada de esto o pretendes no hacerlo? El Corporativo Ayala está cerca de controlar la mitad de la economía de Ciudad J. Es mejor para el Corporativo quedarse en Ciudad J que mudarse a Ciudad K. Además, ya tiene una oficina en Ciudad K desde hace muchos años, pero nunca pudo desarrollarse mejor que las oficinas en Ciudad J. Álvaro no es nada tonto. Su plan de mudar la cede del corporativo no es por la empresa, sino por alguien.

Desconcertada por sus palabras, le pregunté impactada:

-¿A qué te refieres?

Volteó los ojos antes de responder agitado:

-¿Acaso eres estúpida? Zacarías piensa dejar que su hija herede la empresa y Rebecca está enamorada de tu hombre. ¿No crees que sus oportunidades son mejores si está con ella?

Asentí, pero no me agité tanto como él estaba. -Si esos son los planes de Álvaro, no hay nada que pueda hacer.

-¿Hacer qué? Lo primero que debes hacer es protegerte a ti misma. Busca una manera de aprovecharte de Álvaro antes de que te deje. Solo vas a terminar enredada en el plan de Zacarías.

Estaba muy impactada por sus palabras. Al poco tiempo, el mesero nos trajo nuestra comida y comenzamos a comer. Ya estaba empezando a sentir hambre de todos modos.

-Sami, ¿entiendes lo que te digo? -Nicolás se notaba ansioso, incluso podía ver el sudor correr por su frente. -Debes hacer un plan para salvarte antes de que pierdas todo en sus juegos.

Con la boca llena de carne, respondí:

-Es muy temprano para hacer algo. Come antes de que se enfrié.

<<¿Cómo piensas engañarme? No tengo más que mi vida>>.

Si Álvaro quisiera divorciarme, ya lo hubiera firmado  con gusto. Además de vivir o morir, nada más importaba en mi vida. Al ver que no reaccioné después de escuchar su letanía. Quedó boquiabierto y hubo un momento de silencio. Al final, solo respondió:

-¡Es como si hablara con una pared!

Su mirada cayó sobre mi vientre y dijo:

-Llevas tanto tiempo de embarazo, pero ni siquiera te preocupas por el futuro del bebé.

En ese punto, me enfadé de escuchar sus reclamos. Bajé mis cubiertos y respondí:

-Puedes quedarte con el bebé si su vida conmigo no es buena.

Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora