Capítulo 115 Caja de Sándalo

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Miré a los hombres que se observaban fijamente y dije:

-Hace mucho tiempo. -Luego de una pausa, pregunté-. ¿Qué puedo hacer para que no se peleen?

Solo habían pasado días desde el accidente de Álvaro. Él seguía cubierto de heridas y no era adecuado que peleara ahora. La última vez que peleó, resultó herido a pesar de estar en su mejor condición. Esta vez...

-¿Por quién te preocupas? -preguntó Gael con una ceja levantada.

Me quedé sin palabras por su necesidad de obtener información y dije:

-No es bueno para ninguno que peleen aquí.

-No hay mucha gente alrededor -comentó Gael- Después , los miró a ambos, como si le causara gracia.

Comenzaba a creer que en cualquier momento sacaría una bolsa de palomitas para disfrutar del espectáculo.

No pude evitar soltar un soplido de molestia. Luego me giré hacia Álvaro y dije:

-Álvaro, llévame a casa. No pelees y causes una escena aquí.

El hombre me miró en silencio, con un ceño fruncido. Caminé hacía él y tomé su mano. Con un tono más suave, repetí:

-Se está haciendo tarde. Hay que regresar.

-¿Te preocupas por mí? -preguntó con una sonrisa.

Ignoré su pregunta y pregunté:

-¿Vamos a regresar?

Luego de dirigir su mirada a Jonathan, quien me estaba observando, Álvaro asintió.

-De acuerdo. Regresemos.

Luego de eso, me llevó hacia el auto y después miró a Gael.

-Lleva a arreglar el auto de Samara.

Parecía que Jonathan no había planeado pelear con Álvaro, así que no hizo nada más que observarnos mientras nos ibamos.

En el auto.

El pasar por las luces brillantes de la carretera, el interior del auto se iluminó por solo un segundo y me hundí en mis pensamientos. De repente, mi vientre se sintió cálido. Álvaro había puesto su mano sobre él. Baje mis ojos para mirarlo.

-Casi cuatro meses -dijo con una voz profunda-. ¿Quieres ir a caminar?

Me giré para mirarlo, un poco sorprendida. <<¿No debería estarme preguntando por Jonathan en este momento? ¿Por qué me está hablando de otra cosa?

-Estoy ocupada en HiTech -contesté mientras quitaba su mano de mi vientre-. Ya casi está completa la auditoría del Corporativo Ayala. Solo estoy esperando a que me den el informe, pero aún tengo que lidiar con el Corporativo Ayala después de eso.

Luego de una breve pausa, continúe:

-Álvaro, ¿por qué me asignaste las auditorías de HiTech y del Corporativo Ayala?

Sospechaba que había algo que no lograba comprender. Luego de encargarme de ambos casos, las cosas no estaban saliendo tan bien como lo había esperado. Además, la auditoría del Corporativo Ayala aún no estaba completa. No sabía cómo iba y también había un gran problema con HiTech. Aún así, no importaba cuanto lo pensara, no podía entender lo que estaba mal.

El hombre me echó un vistazo mientras manejaba y una sonrisa apreció en su labios:

-¿Por qué piensas que lo hice?

Sacudí mi cabeza y dije:

-No lo sé. Hay algo muy mal con la auditoría, pero no puedo entender qué. Lo mismo con HiTech. ¿Sabes algo sobre ello?

Álvaro volvió a enfocarse en la carretera con la misma sonrisa en su rostro.

-Hablemos de negocios cuando estemos en la oficina. Estamos casados, así que deberíamos hablar de las cosas que las parejas casadas hablan. Hablemos del bebé. Hablemos de nosotros.

Supe que había cambiado el tema a propósito, así que agaché mi cabeza y comencé a jugar con mis dedos en silencio. No podía obligarlo a hablar si no quería. Además, si no iba a mencionar a Jonathan, no tenía sentido que yo sacara el tema. Estaban ocurriendo demasiadas cosas y yo no podía resolverlo todo a la perfección. Yo solo era un ser humano y me estaba agotando los problemas que se acumulaban en mi corazón. La señora Hernández salió cuando el auto se detuvo frente al chalé. Al notar que éramos Álvaro y yo, una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Hace frío fuera, así que a la próxima deberías regresar a casa más temprano. Tu vientre está creciendo y ahora no puedes salir todo el tiempo. Estás más segura en casa.

Así era como la señora Hernández actuaba siempre, por lo que asentí y no dije nada. De pronto, recordé la caja que Jorge me dio y pregunté:

-Señora Hernández, ¿ha visto la caja de sándalo que me dio mientras limpiaba la casa?

Álvaro se estaba cambiando de zapatos en la puerta y se quedó helado al oír mi pregunta. Me observó con una mirada sombría y dijo:

-¿Por qué de repente preguntas por la caja?

Asentí con la cabeza y contesté:

-De repente la recordé.

Ese día había visto a Jonathan u he recuperado muchos recuerdos que creía perdidos. Sin embargo, así era la vida; no podía vivir aturdida para siempre. Jonathan no iba a detenerse, seguiría aferrándose a mí. No importaba lo que hiciera, no podría evitarlo para siempre, así que era lo mejor que me preparara. Después de contemplarlo, la señora Hernández negó con la cabeza.

-Nunca la volví a ver después de que te la di. El señor Ayala me dijo que te dejara guardarla a salvo. Algunas cosas las dejó él para ti, mientras que otras las dejó tu abuela.

Habían pasado demasiadas cosas en los últimos días y me había olvidado de todo eso. Ahora que lo pensaba, no recordaba dónde había dejado la caja.

-Bueno, intentaré encontrarla otro día.

Después de todo, esa caja era un recuerdo de Jorge.

Luego de cambiarse los zapatos, Álvaro entró a la sala y dio un sorbo a un vaso de agua. Su mirada contemplativa se fijó en mí. Sabía que su estado de ánimos era imprevisible, así que lo ignoré. Me dirigí directo a mi antigua habitación, pensando que la caja podría estar ahí. Intenté buscarla en los armarios. Después de la mudanza, mi ropa y mis objetos personales habían desaparecido de la enorme habitación y ahora lucía vacia.

Reticencias de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora