Como no podía consumir alcohol por el embarazo, levanté mi taza de té para brindar por Benjamín.
-¡Feliz cumpleaños, Benjamín! ¡Qué dios te bendiga siempre! -Mis palabras lo hicieron sonreír.
-Gracias por tus buenos deseos. ¡Qué dios bendiga a todos! ¡Salud! -Todos disfrutaron de la cena a excepción de Marco, quien estaba de apático como siempre. Al final, Benjamín se embriagó y Silvia lo llevó a su habitación. Entre tanto, Álvaro jugaba ajedrez con Marco mientras esperaban a cortar el pastel. Había comido demasiado y decidí tomar un paseo por el jardín. Álvaro fue muy atento en pedirle a una de las empleadas que me acompañara. El chalé de los Buenrostro era muy grande con un diverso rango de vegetación. Me cansé luego de caminar por un buen rato y me senté en un banco de piedras cercano. En ese momento, la sirvienta me aconsejó:
-Señorita Ayala, por las tardes hace mucho frío afuera. ¿Por qué no vamos al pabellón? Es más cómodo para descansar porque tiene una hamaca acolchonada. -Asentí en forma de respuesta y me recosté en la hamaca justo como la sirvienta me sugirió .En verdad, era más cómoda. El balance de la hamaca me adormiló, pero intentaba relajarme. En ese momento, escuché la voz de la sirvienta-. Señorita Ayala, si gusta puede tomar una siesta. El señor Ayala me pidió cuidarla mientras duerme. No se preocupe, siempre echamos repelente de serpientes en el jardín. -Asentí sin expresión alguna.
-Gracias. -Desde que me asusté por la serpiente de la última vez, no me atreví a quedarme por mucho tiempo en el jardín. Sin embargo, nunca esperé que Álvaro notara mi temor. Al desechar mis preocupaciones, la brisa calmante de la tarde me adormeció poco a poco. Cuando desperté, me di cuenta de que ya era de noche y el pabellón estaba iluminado. Vi una figura alta parada enfrente de mí al estar medio despierta. Pensé que era Álvaro y metí la cabeza debajo de la almohada-. Álvaro, me duele mucho la espalda. Creo que debe ser niño porque es muy desconsiderado como tú. -Sentí calambres en el estómago y cerré los ojos para descansar. Al no recibir respuesta, sugerí-. Dame masajes en las piernas. Me duele.
-Muy bien. -Aceptó y puso sus dedos en mi pierna. De pronto, me di cuenta de que no era la voz de Álvaro y retiré mis piernas al instante cuando vi el rostro de Marco. En medio del pánico, dije de golpe:
-Marco, ¿Cómo...qué haces aquí? -retracté mis palabras al momento de emitirlas. Qué pregunta tan estúpida. ¡Es el chalé de los Buenrostro, por supuesto que puede ir a dónde quiera! -Al ver mi reacción, retiró su mirada de mi pierna y respondió con suavidad.
-Viene a caminar. -Asentí de manera desinteresada y sin tener nada qué decirle, me levanté para irme. Justo entonces, se sentó en la hamaca- ¿Me estás evadiendo? ¿te doy miedo? -preguntó y sacudí mi cabeza.
-No. -Marco asintió y comentó:
-Se llevaron a Copito. Me disculpo por su mal comportamiento, pero no era su intención asustarme. -Me tomó un segundo darme cuenta de que se refería al mastín. Mis labios titubearon al ver que el nombre del perro era Copito.
<<Su cerebro funciona diferente al de la gente normal>>
-Estoy bien. No lo culpo. -Al notar que se había puesto triste, di una pausa por un momento y añadí-. No necesitas llevártelo. -Mientras lo amarraba bien y se aseguraba de que no lastimara a nadie, no necesitaba llevárselo. Marco levantó la ceja y resopló:
-No puedo dar mi opinión al respecto. -Me sentí mal por él al detectar su resentimiento y algo de tristeza en su voz.
-Lo siento, no quise...
-¿Por qué te disculpas? Frunció su ceño-. Eres similar a Silvia. Las dos saben qué decir y cómo actuar compasivas para mover el corazón de un hombre. -Sus palabras eran groseras y humillantes. Me cansé de estar parada y me recliné sobre un poste. Fijé mi mirada con el ceño fruncido y respondí:
-No necesitas desquitar tu enojo conmigo porque no tenía idea de que las cosas terminarían así. Aunque tu perro no tuvo la intención, si me asustó bastante. De todas maneras, ya acepté tus disculpas y no tengo nada que ver con que se hayan llevado a Copito. Como comentaste hace un momento, ni tú ni yo podemos opinar al respecto. -No estaba enojada con él, pero no me agradó que me culpara. Dejé salir un suspiro y continué-. No tengo el derecho de meterme entre los asuntos de tu familia, pero debo decirte que la tía Silvia no arruinó el matrimonio de tus padres. Tú sabes mejor que nadie que no fue gracias a ella.
De hecho, Benjamín se divorció de Sonia mucho antes de casarse con Silvia y fue Sonia quien se arrepintió después, dejando a Silvia en una posición incómoda. La mujer quería arruinar la vida de Benjamín cuando este ya había seguido adelante y estaba más feliz que nunca.
-¿Eh? -resopló Marco. Se desplazó por la hamaca, entrecerrando los ojos y mirándome con una sonrisa despectiva-. Me suena a que sabes mucho acerca de los asuntos de la familia Buenrostro.
-No sé nada y no me importa -respondí, cortante. Sin embargo, el hombre me agarró del brazo antes de poder irme.
-Para ti, casarse por segunda vez no es la gran cosa, ¿verdad? ¿Estás preparada para volverte a casar? ¿Qué piensas de mí? Puedes divorciarte de tu esposo y casarte conmigo. ¡No me importa si tienes un bebé!
ESTÁS LEYENDO
Reticencias de amor
FanfictionConmocionada, me quedé de pie sin poder moverme luego de leer las dos palabras que aparecían en mis resultados de la ecografía. ≤¡Solo Sucedió una vez! ¿Cómo quedé embarazada? ¿que debo hacer ahora?≥