Se levantó pronto, perdiéndose la fragilidad de sus sueños en el amanecer. Pretendía tener el mayor tiempo posible de luz solar para su excursión a la aldea, y tras un frugal desayuno, se aseguró de, antes de salir, usar todo su mana y energía para levear sus habilidades un poco más, recuperándose con el agua sagrada. Lo había estado haciendo desde que había vuelto, cada cinco minutos, y Muro de Tierra estaba en 8.
Miró hacia su refugio sin saber si volvería allí, con un extraño sentimiento de abandono hacia el que había sido su primer hogar en aquel mundo, aunque sólo fuera por un par de días. Quizás volvería más tarde o quizás se quedaría en la aldea, eso es algo que no sabía aún. Lo que sí sabía es que el bosque que se abría ante él era tan hermoso como traicionero.
Caminó por la misma ruta que tenía visible en el mapa por haberla recorrido el día anterior, y luego siguió más allá, a ciegas. Corría de vez en cuando, cuando su energía estaba al máximo, tanto para ir más rápido como para entrenar Espíritu del conejo, y sólo hasta que bajaba a un 75% de energía.
Encontró un par de serpientes más que lo observaban desde lo alto de unas ramas, y prefirió no detenerse en los árboles para intentar atraerlas y matarlas, ante el peligro de ser envenenado. Sólo una se puso al alcance de su hacha, pero ésta era especialmente efectiva contra ellas, si eran del mismo nivel.
También tuvo problemas cuando miles de unos insectos parecidos a hormigas, desde los que emanaba algo de magia que le hacía temer que pudieran ser aún más peligrosos, lo rodearon. Pero el uso de Muro de Tierra para elevarse y saltar de uno a otro le permitió escapar de la encerrona.
Más tarde se encontró con un ciervo negro, abisal según se leía en su información, de nivel 15 y que representaba una amenaza muy por encima de sus habilidades. Por suerte, éste no parecía interesado en él y simplemente siguió mordisqueando algunas plantas mientras lo miraba de reojo. Pero cuando de repente alzó la cabeza y huyó, Eldi tuvo la certeza que algo peligroso estaba cerca.
Corrió en una dirección parecida a la del ciervo, dirigiéndose a la aldea y dejando atrás el lugar de donde venía y de donde podría venir la amenaza. Si bien no había visto ni oído nada, la actitud del ciervo abisal y sus propios instintos le decían que no se detuviera.
No fue hasta al cabo de unos minutos que se detuvo a descansar y comer algo, pues no podía mantener ese ritmo mucho tiempo sin arriesgar sus reservas de energía. Miraba hacia la dirección de la que venía, pero ni oía ni veía nada. Y fue eso precisamente lo que le preocupó, pues hasta ahora el bosque no había estado tan silencioso.
Se levantó de nuevo, intentando alejarse del silencio, de la extraña sensación de opresión que no acababa de comprender y que lo empujaba. Pero peor fue cuando del silencio surgió el sonido de unas pisadas que avanzaban al trote y que se hacían cada vez más fuertes. Y al cabo de un rato, un animal negro de dos metros de alto y tres de longitud apareció tras él: un oso abisal de nivel 15.
La enorme bestia, de color negro y un cuerno sobre su cabeza, despedía la inequívoca fragancia de la magia. Había detectado a aquel ser extraño en su dominio y había seguido su rastro, percibiendo que era una presa asequible.
Aún siendo más lento que los lobos, era más rápido que el alto humano que intentaba huir de él, por lo que éste alzó un muro que sorprendió al cazador. Pero tras comprobar que sólo era tierra compactada en forma de muro, lo destrozó con Garras Rápidas, embistiendo el siguiente muro sin contemplaciones, atravesándolo y no permitiéndole volver a ganar tiempo.
Probó con el hielo, pero este crujió y se partió bajo el peso de sus poderosas patas, sin apenas efecto, y mientras veía como el animal se acercaba peligrosamente.
Uso entonces otro muro para alcanzar la rama de un enorme árbol a casi cuatro metros de altura. Un fuerte dolor se produjo en su espalda cuando las garras del oso la atravesaron y el muro se desplomó, pero apretando los dientes y usando su hechizo de curación, consiguió mantener el equilibrio y no ser presa de las mandíbulas que lo esperaban más abajo.
Consiguió subirse a la rama y trepó hasta la siguiente para asegurarse estar fuera de su alcance. Acabó de curarse antes de ver como el oso, sin la menor vacilación, se acercaba al tronco y empezaba a escalarlo con facilidad.
Subió por otra rama, y otra, mientras el oso seguía con su implacable persecución, subiendo con destreza y arrinconándolo en una rama.
El oso avanzó por la rama hasta el punto que ésta no podía aguantar su peso y empezó a sacudirla, intentado quebrarla y obligando a Eldi a cogerse fuertemente a ella para no caer. Había intentado lanzarle flechas con fuego desde lo alto, pero la piel acorazada de la bestia era inmune a una diferencia de diez niveles.
Eldi consiguió llegar hasta la rama inferior, pero el oso lo siguió y volvió a atacar la rama, obligándolo a tomar una decisión. Finalmente decidió crear un nuevo muro y saltar sobre él, esperando que la tierra amortiguara el golpe. Y, aunque así fue, los seis metros que lo separaban del muro provocaron una caída dolorosa.
Sin opción para lamentarse, se levantó y perdió unos valioso segundos para salir de la tierra en la que estaba incrustado, usando el martillo para apartarla, y mientras se curaba. Luego siguió su carrera hacia la aldea, cercano a la desesperación, pues el oso no tardó en llegar al suelo y salir tras él.
La bestia atravesó un nuevo muro para encontrarse que su presa había cambiado de dirección, usando el muro como cortina de humo. En cuanto el oso se detuvo, un nuevo muro creció bajo él, intentando ganar un poco más de tiempo, pero apenas fueron unos segundos.
Volvió a usar un par de veces más el muro de esta forma, agotando sus reservas y rezando para que aquellos cazadores y aventureros que había temido encontrarse, acudieran ahora en su ayuda. Y fue cuando, una vez más el oso se acercaba peligrosamente, que se detuvo ante la barrera que Eldi había traspasado, la que cubría la aldea de iniciación.
Se desplomó en el suelo mientras contemplaba que todo estaba como recordaba excepto por un par de detalles: había un oso negro mirándolo desde el otro lado y estaba desierta.
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Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batalla
FantasyCuando muere en su cama debido a su avanzada edad, aún recuerda a una NPC de un MMORPG que jugó en su juventud, sin entender por qué nunca ha podido olvidarla. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra con la ruinas de lo que era el inicio d...