Día de descanso

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Los ojos de la máscara, que tapaban lo que pudiera haber detrás, miraron hacía el leve fulgor verde, que dio paso a una figura desarrapada y sucia. Hacia dos días que lo había visto marchar por ese mismo lugar, y no tenía la seguridad que fuera a volver sano y salvo. Aunque era el Oráculo, eso no significaba que lo supiera todo.

Eldi lo saludó con la cabeza y el Oráculo le devolvió el saludo aparentemente impasible, pues era imposible saber que se escondía tras aquella máscara. O si era la propia máscara la que estaba viva y el resto sólo un disfraz, como habían especulado algunos jugadores en una de las delirantes discusiones sobre los personajes del juego.

Visiblemente agotado, el hombre se apoyó en el yunque y empezó a sacar y reparar su equipo, dejando armas y flechas desparramadas por el suelo. Luego sacó la tienda, se metió dentro y se durmió apenas su cabeza tocó la almohada, mientras su asistente recogía las armas y las almacenaba. No le importó ensuciar el pijama de oso, pues sabía que se limpiaría al volverlo a guardar.


Cuando se levantó apenas había salido el sol, lo que significaba que había dormido casi un día entero. Se sentía soñoliento pero descansado, aunque sus músculos aún recordaban el esfuerzo realizado y se mostraban reticentes a moverse.

–Buenos días.

–Buenos días.

Fue refrescante librarse de la suciedad mediante un baño con agua calentada con magia, tras lo cual se vistió con la túnica de novato. Era sencilla y sin bonificaciones, pero la encontraba muy cómoda. Luego comió junto al Oráculo, quien simplemente lo miraba, pero también le hacía sentirse algo menos solo.

–¿Tiene alguna utilidad la carne de hormiga?

–Todo tiene utilidad en la naturaleza, pero encontrar una que sea beneficiosa para ti es algo que debes buscar por ti mismo– respondió sin responder el Oráculo.

Eldi se encogió de hombros, ya estaba acostumbrado a ese tipo de respuestas, pero no perdía nada por intentarlo.

Dedicó la mañana a preparar equipo de nivel 10 para poderlo usar en cuanto subiera de nivel, algo que aún no necesitaba con las armas. El próximo sería el último en el que las armas se adaptarían al suyo, así que quería también empezar con las de nivel 15 cuanto antes, para estar preparado si subía de nivel y no tenía los talleres a mano. De hecho, quería también adelantar con las siguientes si podía.

Aún le resultaba difuso el viaje de vuelta, como si fuera un sueño. Y eso que había intentado estar vigilante, ir con mucho cuidado, temiendo cometer un error por no estar suficientemente atento al peligro. No era la primera vez que se había encontrado en una situación así, completamente agotado y trabajando. Pero en aquel entonces se había prometido no volverlo a hacer, pues al día siguiente había tenido que arreglar los muchos errores que había cometido al trabajar con la mente incapaz de concentrarse adecuadamente. No obstante, contra las hormigas no había tenido otra opción.

Creó algunas pociones de nivel 5, bastantes más de nivel 10 y unas pocas de nivel 15, así como algunas sustancias corrosivas basadas en ácido fórmico, del que tenía una gran cantidad. Lamentó no tener recetas para usar otros materiales de las hormigas, y deseó poder encerrarse en un biblioteca e investigarlo, junto a todo lo que pudiera encontrar de este mundo, la magia, bestias, monstruos, mazmorras...


Después de comer se convenció a sí mismo que no valía la pena ir a la zona verde, pues no podría estar mucho tiempo ni adentrase, aunque bien sabía que era una excusa. Más de un día de intensa batalla le habían quitado todos los ánimos. Así que, después de crear una marca de portal, algo que no había hecho aún allí, y de intentar infructuosamente sacarle información útil al Oráculo sobre el bosque esmeralda, decidió empezar a hacer equipo de nivel 15.

Le faltaban pieles, tela y madera adecuada para algunas de las armas y ropas. La mayor parte de las existencias de ese nivel las había usado o vendido en el pasado, ya que no resultaban muy útiles cuando llegas a máximo nivel. De hecho, muchas se las había vendido a Gjaki, ya que esta se negaba a aceptarlas sin pagarlas y siempre apreciaba material con el que confeccionar sus diseños. Una vez más se arrepentía.

Hizo algunas pruebas con partes de hormigas, como mandíbulas, antenas o patas, pero no sabía como trabajarlas y no consiguió más que algún cuchillo rudimentario.

Estuvo también probando el Poder Canguro, y como consecuencia, Equilibrio. Claro que cuando fue consciente de la mirada del Oráculo, del que se había olvidado mientras experimentaba, se sintió un tanto avergonzado de su actitud excesivamente infantil. Avergonzado, pero teniendo que reconocer para sí mismo que hacía mucho que no se divertía así, y que tampoco le venía mal relajarse un poco. Miró para otro lado, pero no se sintió excesivamente culpable, e incluso una sonrisa se negaba a abandonar sus labios.

Asimismo, se atrevió a usar Provocar con el Oráculo, algo para lo que pidió permiso, aunque la primera intención había sido hacerlo sin, una travesura indigna de alguien de su edad y ante la idea de la cual, esta vez sí se sintió un poco culpable, pero sólo un poco. Cabe decir que no hubo ningún efecto apreciable en el Oráculo, algo que le llevo a una duda.

–¿Hay fuego amigo?

–Todos los seres están hechos de carne y magia, por lo que un poder no puede diferenciar más allá de sí mismo. Aunque no era el caso de cuando no erais seres del todo.

En resumen, la respuesta era . Hubiera sido conveniente que fuera como en el juego, pero nada se podía hacer.


Al día siguiente se despertó temprano, y temprano se dirigió al portal verde. A diferencia de unos días atrás, se sentía confiado al atravesar el escudo protector. No sólo había subido varios niveles, sino que se había habituado a luchar mediante un cursillo intensivo con hormigas.

No obstante, era consciente del peligro, así que se prometió a estar muy alerta mientras buscaba materiales para su futuro equipo de nivel 15.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora