La serpiente recibió la siguiente ráfaga de flechas, mientras que las dos orugas atacaron a los guerreros con ácido, que corroyó levemente la lanza con la que Eldi ejecutaba Molino.
Las orugas no son un enemigo fácil de enfrentar. Aunque su cuerpo es blando y fácil de atravesar, no hay órganos que dañar, además de que se recuperan con bastante rapidez de heridas físicas. Sin embargo, si esas armas están hechas de magia, el resultado puede no ser el mismo.
Eldi probó una Lanza de Hielo en una de las orugas y una de Fuego en la otra. Ambas resultaron ser efectivas, pero no tanto como la Eléctrica. En contra de lo que el creador de la lanza esperaba, el efecto fue demoledor, como si la oruga fuera electrocutada desde dentro. No parecía tener sentido y creyó que igual había sido casualidad, pero también resultó efectiva con la oruga que quedaba.
Le era imposible descubrir en aquel momento que aquellas orugas poseían una intrincada red nerviosa, a la que no afectaba perder una parte del cuerpo. Y que, sin embargo, eran incapaces de contrarrestar la electricidad que se propagaba por toda ella, afectando a cada rincón de su ser. No sería igual de efectivo en una oruga viva, solo lograría paralizarla, pero la corrupción le había desprovisto de la habilidad de recuperarse de aquel tipo de ataque.
Eldi y Omny se sentaron para descansar mientras los arqueros se acercaban. Había sido peligroso, pero menos de los que esperaban. Les había impresionado especialmente como habían caído las orugas, que normalmente no eran muy peligrosas pero sí difíciles de destruir.
Todos se sentían cansados pero satisfechos de su desempeño en la batalla, razón por la cual charlaban animadamente, aunque manteniendo siempre un ojo en el oscuro y traicionero Bosque Perdido.
Fue entonces cuando se acordaron del reptil alado que había sobrevivido, pues éste se estaba acercando a ellos. Sin embargo, había algo raro en él. Sus ojos habían perdido el color rojizo, y parecía estar haciendo esfuerzos para repeler el miasma que se suponía debía ayudarlo a regenerar su cuerpo.
Todos se levantaron y empuñaron sus armas, confusos pero cautelosos. Los arqueros dieron unos pasos atrás, tensaron los arcos y apuntaron sus flechas, mientras que los guerreros se plantaron delante de ellos, uno empuñando una larga espada y el otro una imponente hacha.
El reptil alado, con las alas rotas, prácticamente se arrastró hacia ellos, deteniéndose frente al elfo oscuro. Pero lejos de atacar o mostrar una actitud amenazante, se tumbó en el suelo, exponiendo su cuello, y emitiendo un extraño grito que no dejó a nadie indiferente, un grito de desesperación, tristeza y súplica.
–Descansa en paz.
Esas fueron las palabras solemnes del elfo antes de cercenar el cuello expuesto, sin dudar, desapareciendo aquel ser por completo, pero dejando atrás una profunda huella en los corazones de todo el grupo.
Ninguno de ellos ignoraba qué había sucedido, ni siquiera el recién llegado. Se sabía que aquellas criaturas podían llegar a recobrar la cordura por unos momentos, pero nunca recuperar la vida que había sido corrompida.
Y aquel reptil pertenecía a una especie que tenía una relación simbiótica con los elfos. Cuando crecían lo suficiente, eran usados como montura a cambio de protección y comida. Crecían juntos, y no era extraño ver a los jóvenes reptiles jugando con los jóvenes elfos.
Leales e inteligentes, aquel otrora joven reptil había pedido que lo mataran. Había preferido la muerte antes que volver a ser la criatura sedienta de sangre en la que la corrupción lo había convertido.
Guardaron silencio mientras descansaban, mirando a veces con ojos tristes al lugar donde se había desintegrado el cuerpo del reptil. Y a veces, con la mirada decidida, hacia la oscuridad del bosque.
Una vez hubieron recuperado las fuerzas, todos estaban más decididos que nunca a acabar con cuantos seres corruptos pudieran, en liberarlos de aquella maldición que los permitía no envejecer, pero que torturaba sus almas.
Cuando al final de la jornada volvieron al campamento, algunos reconocieron en ellos la mirada, pues habían pasado por lo mismo tiempo atrás. Como ellos, habían reconocido la importancia de su misión, la importancia de no dejar avanzar a aquel mal, de extirparlo de la faz del mundo antes de que hiciera más daño.
Pero si en alguien se fijaron fue en el visitante, dado que su identidad ya no revestía duda. Y, sobre todo, los que sabían cuál era su nivel antes de salir, y podían percibir que había subido nada menos que dos niveles en menos de un día, algo que debería ser imposible. Claro que éste contaba con varias bendiciones y, más que hacerse fuerte, estaba recuperando el poder que le había pertenecido en el juego.
En nivel 60 había desbloqueado Préstamo de Maná y Préstamo de Energía, que le permiten traspasar sus propias reservas a aliados, aunque parte se pierde en el proceso. A nivel 1 de afinidad, se perdía en 70%, sólo otorgando el 30%, mientras que a nivel 10 llegaba a una eficiencia de 75%.
Eran ambas muy útiles para ayudar a levear a personajes de bajo nivel, pero también podían serlo en situaciones excepcionales, en las que un extra de maná o energía para un compañero podía marcar la diferencia. Daban luz a nuevas posibilidades y estrategias, especialmente si se cuenta con un mago poderoso, pues los grandes hechizos requieren de mucho maná.
Estaban ambas en afinidad 10. No en vano, Gjaki lo había llamado en su día la "batería del grupo", algo que no había conseguido evitar el joven Eldi Hnefa, ni siquiera con las vacías amenazas de no volver a traspasarle "ni una sola gota más".
–¿En serio?
Es cierto que Lidia ya le había advertido, pero incluso así Milengor no acababa de creerse la velocidad con la que crecía la fuerza de su suegro, que supuestamente llegaría a superar la suya cuando recuperara todo su poder. No pudo dejar de preguntarse si ese sería el límite o podría ir más allá.
Asimismo, no acababa de comprender los métodos "de leveo" del visitante, y no creía que fueran aplicables al resto de los mortales, por no hablar de que no era fácil de averiguarlo. Al fin y al cabo, a los demás les llevaba mucho más tiempo comprobar el efecto.
No obstante, aceptó resignado que accediera a una zona de mayor nivel. Ni siquiera se sorprendió cuando varios grupos quisieron que fuera con ellos. Todos querían comprobarlo en persona, y acabaron haciendo turnos para formar grupo con él, algo que al propio interesado le resultó embarazoso.
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Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batalla
FantasyCuando muere en su cama debido a su avanzada edad, aún recuerda a una NPC de un MMORPG que jugó en su juventud, sin entender por qué nunca ha podido olvidarla. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra con la ruinas de lo que era el inicio d...