Otra vez ellas

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Si el anterior túnel había parecido abandonado, comparado con el actual parecía recién construido. Agujeros o desprendimientos del techo y paredes podían encontrarse por toda su extensión, pero lo que más preocupaba eran las grietas, pues a algunas de ellas no se les veía el final.

Avanzaron unos metros en una de las direcciones para colocar alarmas, y después empezaron a recorrer el túnel en la dirección contraria.

–Esto está peor de lo que esperaba– frunció el ceño Jato, un hombre-topo de unos cincuenta años y nivel 44.

–Sí, es un completo desastre. Algo vive aquí y es dueño de este túnel, y debemos averiguar qué. Necesitamos saber a qué nos enfrentamos antes de nada– asintió Fita, una mujer-topo de similar edad, nivel 45 y que era la jefa de la expedición.

–El equipo de mantenimiento nos va a odiar cuando tomemos el túnel– se burló una mujer-topo más joven y nivel 42.

Todos sonrieron ante aquella observación. Conocían al viejo Domo, tan buena persona como cascarrabias. Se estaría quejando durante días mientras reparaban el túnel, pero primero había que hacerse con él.

–Esta grieta también es profunda– se lamentó Diko, el más joven de la expedición, un hombre-topo de nivel 40 y 25 años.

Los demás asintieron antes de repetir por enésima vez la operación, que consistía en sellarla parcialmente. Eldi entraba con un grupo para poner un Muro de Roca y proteger los trabajos. Luego, los demás se encargaban de acumular tierra y piedras, si las había, y colocar alarmas. Era un trabajo provisional para proteger su avance, pero más adelante tendrían que profundizar en esas grietas, al menos para sellarlas con materiales más resistentes. Por ahora, lo esencial era hacer un reconocimiento e intentar llevar al extranjero al otro lado. Sin embargo, no pudieron entrar en la grieta, pues algo la bloqueaba, una enorme hormiga marrón nivel 34.

–¡Una hormiga vigía!– exclamó uno de ellos.

No habían podido oírla, pues estas hormigas permanecían quietas, vigilando y siendo alimentadas por sus compañeras. Y, cumpliendo su función, la hormiga uso su habilidad para provocar un fuerte golpe en el suelo con sus dos patas delanteras.

–¡Salgamos de aquí! ¡Volvamos! ¡Eldi, un muro!– gritó Fita.

Él alzó un Muro de Roca para bloquear a la hormiga y todos salieron corriendo. De hecho, los exploradores-topo no temían a la hormiga, sino al aviso que había dado. Y Eldi no preguntó, pero, dada su experiencia, tenía una clara idea de que les preocupaba.

Sin embargo, poco les valieron sus prisas. Pronto, todas las alarmas empezaron a activarse, avisándolos que había enemigos cruzándolas, y no tardaron en encontrarse con hormigas en los pasillos intentando cortarles el paso. Consiguieron esquivar a las primeras, pero llegaban más.

No era buena idea enfrentarlas en el ancho túnel, donde la ventaja de número se haría más patente. Por ello, se refugiaron en una grieta que habían inspeccionado antes y que acababa a una profundidad de unos cuarenta metros.

–Tenemos que aguantar mientras cavamos un túnel. Jato y yo nos quedaremos atrás para daros tiempo– asumió Fita.

Era su costumbre. Los jóvenes debían sobrevivir.

–¿Y por qué no las enfrentamos? Solo pueden entrar de una en una, y nosotros podemos luchar de dos en dos. Llevará tiempo, pero podemos repelerlas– propuso Eldi.

–No lo entiendes. Son cientos y no pararán. Antes se romperán las armas que ellas se rindan– le contradijo Diko, ante el acuerdo general.

–Me enfrenté a algunas como ellas hace un tiempo. Eran cientos y casi no lo logro, pero al final conseguí acabar con ellas. Vuestras armas son mejores que antes, y yo tengo bastantes en reserva. Creo que tendremos suficientes. Además, ¿no queríais probar cuanto podían resistir?– les propuso con una sonrisa retadora.

Y mientras sus compañeros-topo se miraban entre sí y dudaban, Eldi puso tres Muros de Hielo, forzando a atravesarlos a la primera hormiga, nivel 35, que el mismo se adelantó a enfrentar. Conocía los movimientos, eran los mismos que la otra vez, y la esquivaba con facilidad para asombro de sus compañeros. La principal diferencia con la ocasión anterior era las habilidades de las hormigas, pero ni la de comunicarse, ni la de coordinación, ni la de detectar movimiento eran útiles contra él.

–Yo me ocupo de las siguientes. Observad sus movimientos. Una vez te acostumbras, son fáciles de esquivar.

El pueblo-topo rara vez se enfrenta con las hormigas, pues temen su venganza y su número. Pueden incluso pasarse semanas para invadir un túnel si saben que sus enemigos están allí. Por ello, ni siquiera se habían planteado plantarles cara, pero no tardaron en creer en las palabras del extranjero. Sus movimientos demostraban que no mentía, que ya lo había hecho una vez, y que con su ayuda sería aún más fácil.

La táctica básica era no dejar pasar a la hormiga más allá de los Muros, provocando que estos la dañaran continuamente, y atacar a sus patas. Una vez inmovilizada era presa fácil. Y aunque ellos usaban lanzas y no hachas, por lo que no podían cortarlas con tanta facilidad, pronto idearon estrategias para hundirlas en el suelo y atacar a las confundidas hormigas.

Se fueron turnando, luchando de dos en dos, y Eldi solo, pues su compenetración era mala con sus compañeros. Y aunque al principio eran reacios a aquel plan, pronto todos quisieron estar al frente y enfrentarse a las hormigas, por lo que al final se turnaban tras cada hormiga.

Eldi leecheaba siempre con sus bendiciones y con los muros, excepto cuando dormía. Entonces la lucha era un poco más difícil, pero todos se habían acostumbrado ya a los movimientos de sus enemigos, y el mayor problema era que tenían que esperar a que éstas sacaran los restos de las que habían caído, pues el asistente no podía actuar sin que Eldi le diera la orden.

Pasaron allí tres días, en los que algunos de los seres-topos se animaron a probar otras armas. E incluso algunos de ellos sintieron que tenían una afinidad natural a ellas. Y si bien la mayoría de las lanzas acabaron sumamente dañadas, Eldi cumplió lo prometido y les dejó las que había hecho para él.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora