1vs1vs1 (I)

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Asustados y magullados, los nobles se alejaron de él, mientras que el mercenario lidiaba con Eldi y con los ataques del esqueleto.

–¡No os quedéis ahí! Tiene dos habilidades, además de curar y ese muro, no puede tener más. Atacadle, y si vuelve a hacer lo mismo, tiráis hacia atrás, es fácil para vosotros que tenéis talento– insistió Dikgo, intentando apelar a su orgullo.

Lo temían, nunca se habían enfrentado a una situación así. Matar animales y monstruos había sido un juego para ellos, un paseo bajo la tutela de los guardianes que les hacían el trabajo sucio. Esta era la primera vez que tenían que enfrentarse a algo que no fuera una bronca de sus padres.

Se acercaron vacilantes, con sus armas temblándoles en las manos, indecisos. Y ni ellos ni Dikgo fueron capaces de esquivar una inesperada Explosión de Hielo. Eldi entonces aprovechó para dar un paso atrás para erigir Muros de Hielo entre él y el mercenario.

–Pero... ¿¡Qué eres tú!? ¡No! ¡Espera...!– gritó éste.

Pero el supuesto sanador ya se había vuelto hacia los nobles, empleando primero Abismo para empujar a los tres contra ellos mismos, provocando que cayeran y soltaran sus armas, e incluso se hirieran entre sí. Luego usó Despedazar, mientras el mercenario se decidía a cruzar el hielo y se encontraba con un agujero. Tuvo suerte de que su enemigo no había tenido tiempo de crear Carámbanos, pero había perdido un tiempo valioso.

Cuando subió, Lakduon estaba muerto, decapitado. Likthon agonizaba con su propia lanza clavada en el pecho. Y Aljhon, con un brazo menos, era lanzado con Propulsar hacia el jefe de planta, que no dudo en aceptar el regalo y pisotearlo.

–Maldita sea... ¿Por qué haces esto?– masculló Dikgo.

–¿Creéis que podéis hacer lo que queráis, matar, torturar, violar...?– le respondió con desprecio.

–¿Quién te crees que eres para juzgarnos? ¿Te crees Eldi Hnefa? Son nobles, pueden hacerlo, tienen ese derecho– le escupió.

–Ya no.

El mercenario apretó los dientes. Había fallado en su misión y reclamarían su cuello por ello, así que no le quedaba otra opción que huir una vez saliera de allí. Pero primero tenía que matar a quien lo había arruinado todo, alguien que parecía un mago y un guerrero a la vez, y que había sacado armas de la nada.

Por su parte, Eldi estaba preocupado. La diferencia de nivel se veía incluso invertida por la calidad de su equipo y bendiciones, pero no tenía experiencia en luchar con otros seres inteligentes, algo que había estado experimentando en los últimos minutos. Varios de sus ataques había sido esquivados o minimizados por su oponente, e incluso Doble Filo era ya poco efectivo, la había usado demasiadas veces.

Dikgo gritó, usando una habilidad parecida a Rugido del León, que no afectó al esqueleto al ser estos inmunes a ese tipo de ataques. Pero Eldi dejó caer el martillo, momento que aprovechó el mercenario para atacarlo con la espada. Sin embargo, la habilidad no había afectado al alto humano, que llevaba Corazón de León. Sin que su enemigo lo esperara, sacó otra lanza y usó Colador.

Le cogió por sorpresa y fue incapaz de repeler el gran número de ataques con la lanza, que si bien no traspasaron su armadura completamente, sí que consiguieron agujerearla y ocasionarle varias pequeñas heridas. La calidad de la lanza era superior a la de la armadura, aunque fuera algunos niveles menor, y era más difícil para ésta repeler el ataque concentrado en un solo punto de la lanza, que el más amplio del hacha.

Intentó Eldi entonces un Impacto Perforante, un ataque que podía ocasionar una herida mucho más profunda y que esperaba tener éxito, al estar su adversario desequilibrado. Sin embargo, éste logro desviarlo con su escudo y contraatacar con la espada. El ataque atravesó la túnica pero no el cuerpo, desviándose y provocando un corte en la mejilla.

–Llevas una armadura debajo– masculló.

Eldi no respondió. Estaba algo preocupado por haber consumido casi la mitad de su maná, el cual se recuperaba algo más lentamente de lo normal, y por lo que el corte de la mejilla representaba. Su adversario era peligroso, no dudaba y tenía experiencia. Su mayor ventaja es que aún tenía muchas habilidades disponibles y que podía curarse con facilidad, ventaja que se diluyó cuanto el mercenario, que se había alejado unos pasos, se tomó rápidamente una poción que empezó a cerrar sus heridas.

Él hizo lo propio con una de maná y otra de energía, que sacó demasiado rápido para que su rival pudiera evitarlo. Se agachó para recoger el martillo mientras guardaba la lanza, y daba un paso atrás, y mientras el jefe de planta seguía atacándolos, principalmente a Dikgo, pero a veces también a Eldi. Ambos lo esquivaban con facilidad, aunque era más molesto cuando estaban en medio de la pelea, al menos para Dikgo. Eldi tenía ¿Magia a mí?.

El mercenario se acercó para atacar con rapidez. Sabía que el martillo era una arma peligrosa, ya que la armadura era efectiva contra armas cortantes o punzantes, mas no contra golpes aplastantes. Pero también que era lenta. Lo que no esperaba es que el suelo estuviera resbaladizo, pues, al recoger el martillo, Eldi había hecho algo más.

El mercenario fue incapaz de esquivar Propulsar mientras patinaba, ni Terremoto mientras caía, pero el impacto no le noqueó, pues tenía bastante resistencia a ello. Así, pudo esquivar un peligroso Golpe Devastador, contraatacando e hiriendo el brazo de Eldi. No obstante, aún estaba aturdido por el golpe, por lo que no fue capaz de realizar un contraataque más efectivo.

El corte en el brazo era profundo, pero no lo suficiente para invertir maná en lugar de dejar que Regenerar hiciera su efecto, mientras que las heridas de Dikgo no sólo eran dolorosas, sino que habían abollado la armadura en el pecho y se incrustaba contra su cuerpo. No tuvo más remedio que quitársela, y también lo hizo con el resto. Si estaba expuesto en una parte, era mejor renunciar a la protección y ganar en agilidad.

Eldi cambió al hacha y la envolvió en fuego, dispuesto a atacar inmediatamente. Sabía que tenía unos minutos antes de que su adversario pudiera usar otra poción, y que estaba herido. Con suerte, tendría algún hueso roto. Debía aprovecharlo antes de que pudiera curarse, pues no sabía con cuántas pociones contaba.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora