Huida

934 153 0
                                    

Los diez guerreros-topo salieron de la biblioteca por el nivel inferior, comprobando que nadie había relevado a los tres sapos eliminados por sus salvadores. Su intención era volver a casa, mientras que los otros harían lo propio algo después.

Sus sentimientos eran contradictorios, pues, junto al deseo de volver, estaba el miedo a repetir la experiencia de ser acorralados, pero al menos ahora tenían información del terreno.

Y tal y como se temían, era una trampa. Les habían querido hacer creer que podían escapar, cortándoles luego la retirada y rodeándolos. Entraron en una pequeña construcción para refugiarse, pero la entrada era amplia, y uno de sus perseguidores entró tras ellos, cayendo en el agujero en el que ya había sido aniquilado uno de los suyos.

Habían colocado lanzas para sustituir los carámbanos ya desaparecidos, y no dudaron en atacar al anfibio atrapado. Acabaron con él, pero pronto vinieron más. Sin embargo, no encontraron a sus presas, pues, tal y como los guerreros-topo habían sido informados, había un paso hacia el otro lado.

Frustrado, el enorme sapo nivel 63 que vigilaba desde atrás, ordenó a todos que rodearan el túnel, y a unos cuantos que se ocultaran cerca del lugar de donde habían venido originalmente. Confiaba en emboscarlos y degustar un exótico manjar.

Cuando alcanzaron el otro lado, no había ni rastro de sus presas, ni tampoco en el camino que suponían que debían tomar. De repente, un grito los alertó de que algo andaba mal en la retaguardia. Pero cuando llegaron, los sapos que habían dejado atrás no estaban. No menos de diez anfibios habían desaparecido sin dejar rastro.

El enorme sapo estaba furioso. Desde que había llegado a aquella ciudad había gozado del absoluto control. Nadie había podido plantarle cara. Ninguna presa a la que hubiera señalada se había escapado, por lo que había estado irritable a causa de que aquellos seres habían permanecido escondidos tanto tiempo. Y, cuando creía que al fin habían caído en su trampa, eran ellos los que había caído en la suya.

Tuvo miedo. Por primera vez desde que había ganado inteligencia, tuvo miedo. Estaba seguro de que tan pocos de ellos no podían haber acabado con sus guerreros. Sólo eran diez, a los que ya habían acorralado y malherido días atrás. Estaba sucediendo algo que se escapaba de sus planes, de su control, lo que era una sensación nueva para él. Una sensación desagradable.

Y, por ello, ordenó reunirse a sus tropas, para enfrentar al enemigo invisible que amenazaba su reinado.

–Por este lado se están agrupando– comunicó uno de los equipos.

–Por este también– informó otro.

–Aquí lo mismo– aseguró el tercero.

–De aquí se están yendo, así que igual también van a agruparse– supuso el cuarto.

–El camino al nexo está limpio– anunció el quinto.

Era uno de los posibles escenarios, que se asustaran y se juntaran para protegerse, y el preferido por ellos. La otra opción es que fueran a cazarlos con todo, lo que era mucho más peligroso, tanto para ellos como para los anfibios. Y siempre podía pasar que hubiera una tercera no prevista, por lo que estaban atentos a sus movimientos.

En una pared de la biblioteca estaba grabado el mapa de la ciudad, lo que los había ayudado a distribuirse, a localizar lugares seguros con múltiples salidas. Algunos los habían encontrado inutilizables, pero sabiendo dónde mirar, era más fácil hallar otros.

Con precaución, escuchando los sonidos transmitidos por la tierra, y vigilantes ante cualquier trampa, los cinco grupos se fueron reuniendo y dirigiéndose hacia el nexo por el que habían entrado Eldi y sus compañeros, pues era el más cercano y aún estaba operativo.

Mientras, el jefe sapo ordenaba reforzar sus posiciones, bunkerizándose, colocando estratégicamente a sus soldados ante el inminente ataque de sus enemigos. Estaba confiado en cogerlos desprevenidos, conocía aquella zona mejor que nadie y había reunido a todos sus subordinados. Quería aplastar a aquellos que habían osado invadir su territorio.

Pero la espera se hizo primero larga y después eterna. Un día más tarde, estaba convencido de que era una trampa para que se confiaran y salieran de su posición segura. Dos días después los alababa por su paciencia. Al cabo de tres días, envió un pequeño grupo de exploración. Una semana más tarde estaba furioso, creía que se habían reído de él.

No había ni rastro de los intrusos o de hacia dónde habían ido, así que atacó el nexo por el que había venido los primeros intrusos, pero después de que el grupo de asalto, tras varios días, logró atravesar la primera puerta y empezaban a atacar la segunda, quedaron sepultados por el desprendimiento del material comprimido en el techo, el procedimiento de emergencia de sellado del túnel de contención.

Sintiéndose humillado, prometió vengarse de aquellos pequeños seres. Pero eso sólo le produjo frustración, pues no había forma de llegar hasta ellos.

No se sintieron a salvo hasta que la puerta del nexo se cerró tras ellos y se reunieron con los que los esperaban al otro lado, los cuales se sorprendieron al encontrar a hermanos de otra zona, pues hacía mucho que los lazos y comunicaciones se habían cortado. Quizás hubiera reticencia o desconfianza, pero también alegría de encontrarlos de nuevo.

Eldi y otros diez los acompañaron por el túnel que llevaba al otro nexo, túnel que seguramente sería arreglado y mantenido si los lazos de amistad podían ser rehechos. Eldi iba para encontrar la salida que buscaba, y con la promesa de enseñarles artesanía, mientras que los otros iban como una primera toma de contacto entre sus pueblos, a la espera de que delegaciones oficiales se encontraran para tratar los términos de sus futuras relaciones.

Cabe decir que no hubo grandes problemas en aquel túnel olvidado, pues aunque allí los seres podían llegar a 50, los de más alto nivel no se agrupaban, y ellos eran muchos y bien equipados. Y además tenían a Eldi, que no había superado aún el 48 pero estaba a medio camino.

El alto humano tenía la seguridad de que ambos pueblos llegarían a un acuerdo. Al fin y al cabo, era evidente que la relación entre los dos grupos que habían luchado juntos se había estrechado, e incluso a él lo habían aceptado. Aunque ello no evitó que tuviera que esperar fuera cuando alcanzaron el siguiente nexo, donde los aliados del grupo rescatado esperaban ansiosos. Era necesario algo de tiempo y unos cuantos "¡Os habéis vuelto locos!" antes de poder presentarlo.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora