"Grandes" amistades

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Decidió finalmente no levear en zonas más altas, además de que igual no se lo hubieran permitido, ya que a partir de 67 podían encontrarse generales, e incluso podían aparecer en las de nivel 66. Por lo tanto, fue bastante más lento subir hasta 66, aunque también le sirvió para familiarizarse con sus enemigos, y con los elfos y su cultura.

Tardó unas dos semanas en subir a 65, y más de un mes en llegar a 66. Era quizás algo lento para él, pero increíble para otros. Fue entonces cuando se movió a la zona nivel 66, decidiendo que se plantearía intentar llegar a zonas más altas cuando comprobara la situación. Tenía cierta prisa por subir de nivel, pero tampoco podía ser temerario.



En 65, había reobtenido el hechizo Tu Magia es Mía, que, una vez aplicado a un arma, permite absorber maná del enemigo, al igual que Toque Vampírico absorbe vida. Eso sí, necesitas estar cerca, por lo que no sirve con flechas, y tampoco con habilidades como Jabalina o Boomerang. Lo tenía en 10, pues era extremadamente útil en el juego. No obstante, el coste inicial de maná es alto, por lo que sólo debe usarse si vas a usar una misma arma continuamente.

En 66, estaba Tu Energía es Mía, análogo al anterior, pero que absorbe energía en lugar de maná, y que también tenía en 10.

En cuanto a habilidades, en 65 desbloqueó Dos Mejor que Una, que permite empuñar dos arma a dos manos, usando una mano por arma. Consume bastante energía por segundo, y el coste de las habilidades se multiplica por cuatro, por lo que sólo puede usarse durante un breve espacio de tiempo. La tenía en 6, pues en el juego le gustaba su imagen usando ambas armas, pero era costosa de entrenar.

Y en 66, la habilidad de lanza Zancadilla, que ayuda a meter el arma hábilmente entre las piernas del enemigo y hacerlo caer, incluso los que caminan a cuatro patas. Aunque es inútil contra un ciempiés, y poco efectiva contra una araña. La había subido en el juego a 10, pues era muy útil contra cierto tipo de enemigos y tenía un coste bajo, y gran sinergia con Punzada Desgarradora.

Además de eso, protegiendo a magos o arqueros de sus atacantes, había subido Duelo a 5. Dado que estos solían quedarse en el Área de Ataque, también ésta había subido, a 9. Y al otorgar bendiciones a sus aliados, varias habían mejorado su afinidad, como Espejo Mágico a 8, y Espejo Físico, ¿Proyectiles a mí? y ¿Magia a mí? a 9.

Por último, debido al uso continuado, Agudizar Sentidos estaba en 7. Los ataques a rango de los perdidos habían ayudado a llevar Molino a 8, Equilibrio había llegado a 6 gracias a los ataques subterráneos, y Tiritas para Todos a 8, al curar al grupo completo en multitud de ocasiones, normalmente de heridas menores.



Llevaba ya una semana en la zona 66. El principal cambio era que iban en grupos numerosos, pues también podían encontrar enemigos en grupos grandes, principalmente debido a la presencia cercana de un general. No obstante, los encuentros eran menos frecuentes, lo que hacía disminuir la velocidad de leveo. Aun así, había decidido permanecer allí hasta alcanzar el siguiente nivel. Después de todo lo que le habían contado, le parecía un riesgo excesivo intentar levear más rápido en zonas de nivel superior.

Había dejado algunos amigos en las zonas anteriores, pero también había hecho nuevos allí. Es cierto que no todos los elfos son amigables, y más cuando hablamos de la dureza del campo de batalla, pero el luchar codo con codo lima las diferencias.

Curiosamente, se llevaba especialmente bien con un joven matrimonio de gigantes de piedra, seres de casi cuatro metros de altos y grandes habilidades físicas, aunque pocas mágicas. Al principio le habían parecido algo distantes, quizás por su tamaño, o porque el resto solían guardar la distancia para evitar accidentes. Pero después de interaccionar con ellos y compartir el campo de batalla, había establecido camaradería primero y amistad después.

Habitantes de las montañas que hacen frontera con el bosque, habían perdido familia y amigos tiempo atrás por culpa de la corrupción. Había otros de su raza combatiendo en aquel frente, pero de nivel más alto, pues este matrimonio ni siquiera llegaba a los doscientos años de edad. Estaban allí en parte como venganza, en parte por responsabilidad, en parte para devolver a la piedra a los congéneres perdidos, y en parte para recuperar la zona de la montaña que estaba bajo la influencia del miasma.

Eran alegres y honestos, muy directos, y prácticamente incapaces de mentir o engañar. Su mayor problema es que les costaba ser conscientes de la diferencia de fuerza y tamaño, algo que había sufrido Eldi con un golpe amistoso en el hombro que casi le había roto algunos huesos, además de hundirlo unos cuantos centímetros en el suelo.

Dakgror, el gigante, se había disculpado varias veces, preocupado por haber vuelto a meter la pata, además de haber exasperando a Dafkra, su mujer, algo más cuidadosa que él, aunque no libre de toda culpa.

Sí, había dolido, pero se había curado rápidamente y no le había dado mayor importancia. Aunque, a partir de ese momento, se había mantenido vigilante cerca de sus nuevos amigos, sin que ello le hubiera impedido entablar amistad con ellos. Eso sí, si bebía de más, se lo dejaba a su mujer. Y, si bebían los dos, eran inmovilizados por el resto antes de que causaran daños mayores.



De nuevo partieron en un grupo de casi cien integrantes. Había guerreros de distinto tipo, arqueros, magos variados, además de exploradores. Eldi iba otorgando bendiciones, manteniendo siempre un 80% de sus reservas, y asegurándose de que las tuvieran algunos integrantes concretos, como los arqueros que tenían mayor rango, los guerreros más rápidos y los gigantes. Si bien no era el único que podía otorgar bendiciones, algunas sólo las tenía él.

La razón era sencilla: unos eran los primeros en entrar en acción, mientras que los gigantes eran capaces ellos solos de mantener una parte de la línea de defensiva, que hubiera necesitado a una decena o más de los otros guerreros.

Llevaban una hora recorriendo el borde del Bosque Perdido, atacando árboles y con algunas pequeñas escaramuzas, cuando, de repente, oyeron un sonido a su espalda, como un pequeño terremoto.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora