Penúltimo jefe

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Llegó a una bifurcación, y se refugió allí del ácido, hasta que los gusanos llegaran. Aprovechó para atacar a los que aparecían mientras aún no eran muchos y no tenía que evitar la lluvia de ácido. Pero, de nuevo, pronto el número creció más de lo que podía contener, forzándolo de nuevo a retirarse, además de curarse del doloroso ácido que ya no podía evitar.

Mientras comenzaba a correr usó Rugido de León, para intentar ganar algo de tiempo, siendo el resultado mucho mejor del esperado. Los gusanos que había en el cruce se dispersaron y retrocedieron. Y durante un rato no aparecieron más.

Eldi se acercó cautelosamente, para encontrarse con que un nutrido grupo de gusanos intentaba pasar a través del resto, retrasándolos y siendo aplastados, mientras los Muros de Hielo hacían su trabajo. Se acercó y volvió a usar Rugido de León, aumentando el número que quería huir de allí.

Fue una carnicería, en la que Eldi sólo tenía que ir atravesando a los gusanos que le daban la espalda, y cuyos cuerpos desaparecían poco después, dejando parte de su esencia en la piedra de maná. Nunca hubiera pensado que Rugido de León podía ser tan útil, y de hecho acabó subiendo hasta 8. Su mayor dificultad fue los enfrentamientos con los pocos que volvían de los otros túneles.

Muro de Hielo también subió hasta 8, seguramente porque dañaba a un gran número de enemigos durante toda su duración. Y Muro de Fuego hasta 9, pues una vez ya no necesitaba retenerlos usó el que hacía más daño.

Su nivel había subido a 26 y avanzado en él, desbloqueando el Aura Eléctrica y Decapitar. Ésta última es una habilidad de hacha que mata a un enemigo con menos del 5% de su vida disponible, siempre y cuando estén en el mismo nivel. El porcentaje de activación baja a la mitad por cada nivel en el que sea superior su enemigo, hasta un máximo de 5 niveles, no teniendo efecto más allá. La tenía en 10, pues era útil y en su día le había parecido guay.

También había que tenido que cambiar la piedra de maná, pues se había vuelto a llenar. Hubiera sido más cómodo para él si no hubiera decidido usar las pequeñas primero, aunque tampoco era un gran inconveniente. De todas formas, no sabía cuándo o dónde las podría vender, o si podría fabricar algo con ellas.

Cuando volvió a la caverna, había unos treinta gusanos allí, aparte del jefe, que no se movía de su posición. Estuvo un rato atrayéndolos al túnel con Provocar, usando también Rugido de León si eran muchos o para facilitarle el trabajo. Conociendo su punto débil y lo que les afectaba el miedo, resultaba fácil acabar con ellos, aunque era un tanto lento. No se atrevía a perseguirlos dentro de la caverna con el jefe allí, y acabó resultando algo tedioso. No obstante era mucho más seguro de esta forma.

Cuando finalmente acabó con ellos, se quedó un rato mirando a lo lejos al enorme gusano, preguntándose como enfrentarlo y recuperando sus fuerzas. Sin duda sería más fácil con un grupo, con Goldmi y Gjaki, pero debía hacerlo solo.

Finalmente se acercó poco a poco, mirando de reojo al túnel para refugiarse en caso necesario, y confiando en que aquel jefe de planta no se moviera de su sitio. A diferencia del perro del infierno, su agilidad era baja.

Cuando estuvo suficientemente cerca, probó con el arco, pero las flechas apenas le hacían ningún efecto, ni tampoco la magia imbuida en ellas, ya que apenas podían atravesar la gruesa piel del gusano. Así pues, no tuvo más remedio que acercarse un poco más.

El largo cuerpo del invertebrado se agitó levemente y una lluvia de ácido calló sobre Eldi, quien deseó en aquel momento tener un paraguas. Era como si varias decenas de lo más pequeños dispararan a la vez. No obstante, la velocidad de los proyectiles no era alta, lo que le permitió salir de la zona de impacto con relativa facilidad. Pero sería más difícil a medida que se acercara.

Y así fue. Tuvo que sacrificar una de las lanzas de menor nivel, usando Molino, para llegar a su altura, tras lo cual lo enfrentó con el hacha. Del juego, sabía que los gusanos jefes no tienen la misma debilidad, o, por lo menos, que es muy difícil clavar una lanza con la suficiente fuerza, dado que su piel es mucha más gruesa y dura.

Le sorprendió que usará Muelle contra él, dejando el camino libre a la siguiente planta, pero también lo usó para volver. Con la habilidad, podía recorrer la distancia con mucha más rapidez que el hombre.

Logró acercarse lo suficiente para saltar sobre él con Poder Canguro y atacarle con Doble Filo un par de veces, justo antes de que el jefe usara otra habilidad con nombre absurdo: Croqueta. Consiste en rodar sobre sí mismo a gran velocidad, y que a punto estuvo de aplastar a Eldi con todo el peso del enorme monstruo.

Probó con Jabalina, Boomerang, los tres muros, Despedazar y Aplastar Tierra, lo que tenía para atacar a cierta distancia, pero su efectividad era muy baja comparada con el maná y energía invertido. Como era de esperar, ni Terremoto ni Propulsar tuvieron un gran efecto, consiguiendo esta última poco más que hacerlo rodar un par de grados.

Es cierto que algo de daño le había hecho, pero poco menos que una quinta parte de su vida, mientras que él tenía su maná y energía en menos de la mitad. Y una lanza inservible.

Dudaba que las lanzas con Aguantar tuvieran un gran efecto, y Rugido de León no era efectivo como en sus hermanos pequeños. La mayor ventaja estaba en que no era muy rápido, excepto en los movimientos de sus habilidades, que se podían prever observándolo.

Le pareció que, probablemente, no le quedaría más remedio que un largo combate cuerpo a cuerpo, en el que tendría que ir con mucho cuidado, y en el que quería tener toda su energía y maná disponibles. Así que, aún a riesgo de perder el daño que ya le había hecho, se separó de su oponente y corrió hacia la protección del túnel.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora