Mazmorra, penúltima planta

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Eldi creo Muros Eléctricos entre él y el jefe, no porque creyera que iba a caer en ellos, sino para ganar tiempo. Y mientras el monstruo los rodeaba con rapidez, usó Aguantar con tres de sus lanzas y alzó un Muro de Tierra para ocultarlas. Luego se apartó de allí, esperando el momento adecuado.

Cuando lo tuvo en línea de tiro, el enorme perro lanzó dos Bolas de Fuego que Eldi ya esperaba y esquivó, corriendo hacia el túnel, que no estaba muy lejos. Pero, como creía que iba a pasar, el jefe le cortó el paso y se disponía a lanzar otras dos Bolas de Fuego desde más cerca.

Usó Terremoto y Propulsar, interrumpiéndolo, aturdiéndolo y agotando un poco más su energía, y salió corriendo hacia el muro de tierra que había creado. Tal y como esperaba, pues era la misma distancia que en la ocasión anterior, tras recobrarse el perro del infierno usó de nuevo Abalanzarse. Dada la rapidez de dicha habilidad, no tuvo más remedio que encomendarse a Reacción Gatuna, la última vez que podría usarla en un rato. Era arriesgado pero salió bien, pues el jefe de planta chocó contra el muro y quedó empalado por las lanzas que ocultaba y estaban fijas en el suelo.

Inmediatamente y antes de que pudiera soltarse, uso sobre él un Muro Eléctrico y dos de fuego, quedando aturdido por el efecto del muro. Inmediatamente, lo atacó con el martillo, consiguiendo así que las lanzas penetraran más en su cuerpo, pero sin usar ninguna habilidad.

Atascado en la trampa e incapaz de hacer uso de su agilidad, el monstruo no tardó en sucumbir a los continuos ataques del martillo, el fuego imbuido en él, las lanzas clavadas y los muros. Y mientras, Aguantar había subido a 4.

Una regenerada hada se encargó de recoger las armas que había alrededor, mientras otras dos recolectaban los hongos de la caverna y unas vetas de metal, y mientras Eldi descansaba junto al paso a la siguiente planta. Y cuando finalmente bajó a la penúltima planta, de nuevo Eldi se dirigió directamente al área de descanso.


Al día siguiente, al menos desde su perspectiva, salió del área y empezó a recorrer los túneles. Encontró vetas de metal mágico, como en los otros pisos, lo cual indicaba que aquella mazmorra no había sido visitada en los últimos tiempos. O no lo había sido por alguien capaz de identificar y extraer los minerales.

También encontró hongos, con la novedad de un hongo de propiedades alucinógenas, que podía ser refinado en algún tipo de droga. No le hacía mucha gracia, pero a pesar de ello lo guardó.

Lo que más le molestaba era no haber encontrado ningún monstruo. Le recordaba a la primera planta, donde estaban los limos reunidos en una gran caverna. Y, mientras meditaba sobre ellos, su sensor de peligro le avisó de que algo había cerca, probablemente en un túnel lateral que se abría un poco más adelante.

De hecho, lo que encontró no fue un túnel, sino una cavidad en la que había un enorme gusano de cuatro metros de largo y uno de diámetro. Y que le disparó algo nada más apareció. Por precaución y para subirlo de nivel, llevaba ¿Proyectiles a mí?, que bloqueó la sustancia.

Lo que le disparó era un ácido corrosivo, probablemente similar al de los limos Aquel monstruo era un gusano de las cavernas, un ser ciego, capaz de disparar ácido, con bastante resistencia a la magia y a la mayoría de ataques físicos, y capaz de lanzarse contra su presa. En el juego, era un monstruo incómodo, pero tenía un punto débil para quienes eran hábiles con armas punzantes.

Eldi se apartó cuando vio que el gusano se contraía como un muelle, por lo que el monstruo falló e impactó contra la otra pared. Sin dudarlo, el hombre empuñó la lanza y, usando Impacto Perforante, le atravesó la cabeza. Un ataque así en otro punto sólo le habría hecho un poco de daño, pero aquel era su punto débil, algo que Goldmi sabía explotar a la perfección. Podía acabar con cientos de ellos usando una sola flecha para cada uno, algo que él sabía que no sería capaz. No tenía las habilidades para perforar aquella piel hasta tal punto.

Siguió explorando la cueva, usando Molino contra los pocos gusanos que encontró y teniendo desigual suerte con Jabalina. Y no encontró nada digno de mención hasta que, al igual que en el caso de los limos, encontró una enorme caverna.

Los gusanos no estaban en el techo, sino amontonados alrededor de un gusano enorme de tres metros de diámetro y doce de largo. Y en cuanto sintieron su presencia empezaron a moverse y dispararle. Pronto, la salida del túnel estuvo impregnada de aquel ácido corrosivo, que había comprobado que dañaba levemente la lanza al usar Molino.

Eldi ya se había alejado de la entrada cuando el primer gusano llegó y usó Muelle en su dirección. Lo esquivó con facilidad y lo atravesó con la lanza, al igual que al siguiente. Pero no tardaron en llegar en mayor número.

Los Muros de Hielo eran eficientes en retrasarlos y hacerles un poco de daño, pero no suficiente. Y no podían impedir que dispararan, algo que Muro de Tierra sólo lograba por un segundo. Los gusanos pronto se acumularon en la entrada al túnel, unos encima de otros, todos moviéndose hacia él y disparando, sin preocuparse por dar a los demás.

Probó las flechas, pero como esperaba no eran muy eficaces para alguien no experto en arquería. Y Molino era capaz de parar el ácido de los gusanos, aunque no podía confiarlo todo en esa habilidad. Con tantos a la vez, la velocidad a la que se degradaba la lanza aumentaba. Y aunque tenía varias, no podía desperdiciarlas sin más.

Sin un plan para enfrentar a aquella marabunta de gusanos, fue retrocediendo, dejando que los muros fueran dañando poco a poco a los monstruos, demasiado poco a poco. Ya había colocado más de quince muros, probando todos los tipos, y su reserva de maná estaba a menos de la mitad, por lo que serían insuficientes para acabar con ellos si la situación no cambiaba.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora