Aracnicidio

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No estaban quietas, la marabunta de arañas se movía desde y hacia varios montones de comida, lo que dejó a Eldi estupefacto. Alguien estaba alimentando, criando a aquellas arañas con una finalidad que no podía comprender. Era imposible para él saber si las arañas que habían invadido el bosque había sido un acto premeditado, o una consecuencia indeseada de aquella situación.

Eran silenciosas, pero con tantas de ellas moviéndose era imposible que no produjeran ningún sonido, además de que había continuas peleas entre ellas. El suave roce de sus patas multiplicado por miles de ellas era el sonido continuo que había escuchado anteriormente.

Y mientras contemplaba incrédulo la escena bajo sus pies, de repente se percató de dos figuras oscuras que levitaban sobre las arañas. Flotaban un poco por debajo del agujero en la pared sobre el que él se asomaba, y suficientemente alto como para estar fuera del alcance de las arañas.

Sus niveles estaban por encima de 70, lo cual los hacía excesivamente peligrosos si eran enemigos. Se ocultó en las sombras y usó Agudizar Sentidos para intentar escuchar lo que decían.

–El experimento fue un éxito. Quemaron parte del bosque para evitar que fuera a peor, pero ha quedado demostrado lo efectivas que son– dijo el primero de ellos.

–Excelente. Cuando las lancemos a todas no podrán controlarlo. Veremos si ahora no nos suplican ayuda– añadió el segundo.

–Quizás deberíamos dejarlos morir o usarlos como reservas de sangre. Los elfos son deliciosos– sugirió el primero.

–Es una pena, pero el Señor tiene usos para ellos.

–Qué se le va a hacer. Con suerte podremos conseguir alguno. Siempre los hay que se rebelan.

–Ja, ja, ja, nunca pierdes la esperanza. Eres demasiado glotón. Vámonos ya, este sitio es un asco. Con esto sobrevivirán un semana más. A ver si para entonces ya nos dan la orden de sacarlas de paseo.

–Ojalá. Este trabajo está siendo de lo más aburrido. Estoy deseando verlas en acción.

Eso fue lo más importante de la conversación que escuchó Eldi. La conclusión era clara, había una conspiración por parte de "el Señor", fuera quién fuera. No sería de extrañar que tuviera que ver con aquel poder en la sombra que empezaba a aparecer demasiado, o que fuera incluso ese mismo poder.

Además, aquellos dos seres eran vampiros, los cuales solían ser los "malos" en el juego, aunque había excepciones. Poco podía hacer contra ellos en estos momentos, no poseía suficiente poder. Por ahora, tenía que ocupare de aquel ejército de arañas.

No había en el inventario suficiente resina para quemarlas a toda, así que tuvo que optar por el único método que se le ocurrió. Era desagradable y peligroso, pero no podía permitir que invadieran los bosques, que se salieran con la suya. El mayor problema era cómo llegar hasta la comida sin ser atacado por cientos de ellas.



Una araña se acercó a la enorme pila de comida, como tantas otras lo estaban haciendo o lo habían hecho. Aunque ésta era un tanto extraña, pues dos piernas humanas salían por debajo de su estómago, algo que no preocupaba al resto de arañas. Cuando llegó a la enorme pila de comida, unas manos aparecieron y lanzaron algo sobre ésta.

Llegó a la segunda pila con gran dificultad, empujada e incluso atacada por otras arañas, y repitió la operación. Y lo mismo hizo con las otras dos. Finalmente se dirigió a lo que parecía una salida, al otro extremo del lugar desde el que había entrado a la enorme caverna.

Pronto los primeros cadáveres empezaron a aparecer, no dudando las arañas en devorarlos, envenenándose por el mismo veneno que había matado a sus congéneres. Era un método peligroso y cruel, pero el único que tenía disponible.

El veneno lo había conseguido en una misión tiempo atrás, un veneno que no servía para mucho en el juego y que había permanecido guardado en su inventario. De nivel 100, podía matar incluso a unas arañas con gran resistencia a ese tipo de ataques.

Pero, aun así, no lo hubiera usado si no fuera por una cualidad especial, la de desaparecer completamente tres días después de haber sido roto el precinto que lo sellaba. En caso contrario, no hubiera podido saber hasta dónde podrían haber llegado las consecuencias.

Se quedó mirando la terrible escena desde la seguridad de Escudo del Dormilón, una escena que le era sumamente atroz, pero que no podía dejar de mirar. Él era el principal culpable de aquello, por lo que consideraba que era su responsabilidad estar allí para contemplar las consecuencias de sus actos.

A pesar de ser arañas, a pesar de haber ya matado a unas cuantas de ellas, o a pesar de estar evitando un desastre y una conspiración, sentía una fuerte opresión en el pecho que apenas le dejaba respirar. La visión de aquella masacre era algo que tardaría en olvidar, si es que alguna vez lo hacía. Aunque fueran arañas, seguían siendo seres vivos.

Mientras veía caer a las arañas una tras otra, notó que la experiencia se iba a acumulando. Era un método tan efectivo como aterrador para subir de nivel, uno que no quería volver a repetir. No tardó en alcanzar en nivel 56, luego el 57, y acabó llegando a medio camino del 58.



En 56, había recuperado Renovación, que permite transformar energía en maná, llegando a una eficiencia del 50% en el nivel de afinidad 10, que es el que tenía. Lo había usado a menudo, ya fuera en batalla o mientras entrenaba.

El hechizo a nivel 57 fue Lanza de Fuego, que consiste en formar una lanza de dicho elemento, siendo su duración de un minuto por nivel de afinidad. Pueden usarse todas las habilidades de lanza con ella, mas no los hechizos como Toque de Hielo, y, por supuesto, tiene las características propias del elemento que la forma, como si fuera una lanza normal imbuida en fuego, pero más potente. La mayor desventaja, aparte de la limitación en el tiempo de uso, es que no tiene las bonificaciones de las armas normales. La tenía en 10, pues era muy guay empuñarla en el juego.

En 56, había recuperado también la habilidad Vigorizar, el equivalente a Renovación a la inversa, es decir, que transforma maná en energía. También lo tenía en 10.

La habilidad en 57 era Duelo, que impide, tanto a uno mismo como al rival, alejarse más de veinte metros durante su duración. Consume energía mientras está activa, consumo que se va reduciendo a medida que sube la afinidad. La tenía en 4, pues sólo la había usado ocasionalmente.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora