Recetas ocultas

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Fueron llegando materias primas y candidatos. De hecho, durante varios días, llegaron de todos los rincones de la región, teniendo talento uno de cada mil aproximadamente, lo que significó poco más de veinte aprendices.

Eldi les enseño a todos, pero era evidente que la cantidad de plataformas mágicas se quedaba corta. Por ahora no había mucho problema, pero si todos subían de nivel, en el futuro no habría suficiente para todos. Aunque no era de por sí malo si eran capaces de gestionarlo, pues así ninguno de ellos se vería muy presionado y podían ir turnándose, aunque la producción sería mucho menor de lo que podría. De todas formas, no era algo que él pudiera solucionar.

También les enseñó cómo diferenciar el metal normal del mágico, pues había unos pocos fragmentos entre lo que habían traído, algo que maravilló a los ancianos, que se maldecían por haber tratado un material tan valioso como simple metal.

En cuanto a las recetas, Eldi fue probando todas las que pudo y, en lugar de enseñárselas a los aprendices, dejo que ellos las aprendieran a través de los escritos, pues así lo tendrían que hacer con las de mayor nivel en el futuro. Algunos, como Tica, habían llegado a nivel 4 en un par de días, y les había podido enseñar todas las recetas que sabía hasta ese nivel y no constaban entre las del pueblo-topo, si contaba con la materia prima. De esa forma, ellos podrían enseñarlas cuando llegaran a ser maestros.

Cabe decir que él también se vio beneficiado. No sólo aprendió recetas nuevas, y consiguió algunas materias primas difíciles de encontrar fuera de los túneles, sino que pudo hacerse equipo de nivel 30 y 35, e incluso 40, con lo que le proporcionó el pueblo-topo. Si bien no tenían acceso a las ramas y troncos de los árboles, las raíces también podía ser usadas como madera.

De hecho, hizo más piezas para enseñar a los aprendices, quienes a partir de ahora se encargarían de crear armaduras y armas de mucha mejor calidad, como pronto comprobaron unos guerreros entusiasmados, en especial con las armaduras de piel de serpiente que se ajustaban a su tamaño.

–Estas recetas las encontramos escondidas, guardadas con cuidado. Me temo que podrían ser peligrosas. ¿Qué opinas?– le preguntaron al extranjero.

Los ancianos habían querido hablar con él en privado. Luego le habían mostrado una serie de hojas antiguas con recetas que contenían algunos ingredientes que nunca había usado antes, pero reconoció alguno de ellos, pues los había encontrado en la mazmorra. Por ello, creyó saber que tipo de pociones estaban descritas allí.

–Esto... Disculpadme si os hago preguntas que no debiera, desconozco como tratáis este tipo de temas– empezó el hombre, sin saber muy bien como abordarlo. Sabía que había culturas que aquello era tabú, al menos en su mundo original.

–Pregunta lo que quieras. Siempre podemos no contestar– respondió una de las ancianas, encogiéndose de hombros e intrigada.

–¿No hay problema en hablar de sexo?– se intentó asegurar el hombre. No le avergonzaba el tema, sólo le preocupaba que fuera un problema.

–Bueno, a nuestra edad es algo ya pasado– rio ella, y siguió en tono de burla–. ¿Tienes algún problema que quieras consultar?

El también rio, un poco más relajado por no estar tocando ningún tema comprometido para aquel pueblo.

–No conozco las recetas, pero este componente es un hongo afrodisíaco. Y en esta otra receta... Es similar a la que proporciona energía. Así que, por el nombre, creo que podemos deducir para que sirve. Y los otros nombres nos dan pistas bastante claras.

–Jo, jo, jo. ¡Así que por eso estaban escondidas! Cierto, los nombres son bastante originales, pero sabiendo que tipo de recetas son, queda más claro: Levanta Alma, Fuente de interés, Ultra percepción, Deslizamiento, Seguridad, Dador de vida... Deberíamos hacerlas para asegurarnos, pero no creo que Tica... Es demasiado tímida.

–¿Qué estás maquinando, vieja bruja?– la provocó otro de los ancianos, que en realidad era su hermano menor.

–Oh, vamos, ¿cómo puedes pensar que yo...? Claro que, tener algún nieto más tampoco sería tan malo.

–Pues ahora que lo dices...– intervino otro.

Eldi los miraba divertido. En realidad se habían mostrado muy alegres estos últimos días. "Como si les hubieran quitado un gran peso de encima," había dicho Vato.

Excepto los ancianos, nadie supo que experimentos estaba realizando el hombre, pero las pociones resultantes eran exactamente lo que esperaban, incluidas una de control de natalidad y otra para reforzarla. Hizo unas cuantas a petición de los ancianos, que planeaban para más adelante abordar el tema con Tica, pues los otros alquimistas eran niños. Aunque más que preocupados por ello, se les veía joviales, como unos niños que están preparando una travesura.

Estuvo una semana allí, ayudando, enseñando y aprendiendo recetas, compartiendo su compañía y apreciando a un pueblo que vivía ajeno al exterior, como éste vive ajeno al interior. Le hubiera gustado proponerles algún tipo de relación comercial, proponer algún lugar seguro de intercambio que beneficiaría a todos, pero ahora mismo no estaba en disposición de hacerlo. Su relación con el exterior era complicada.

Y cuando finalmente partió hacia los túneles que cruzaban la montaña, no lo hizo solo. Varios guerreros de hasta nivel 45 lo acompañaron, pues el camino no había sido transitado durante mucho tiempo y podía ser peligroso. Además, querían aprovechar la ocasión para explorar y probar sus nuevos equipos. Y asegurar cuantos túneles fueran posibles, para ir avanzando en su objetivo: necesitaban mejores materiales y hacerse más fuertes.

Eldi había dejado una marca de portal en un lugar seguro. Cuando les había hablado de ello, y de que podría usarla como portal en el futuro, habían insistido en ello, y en que los visitara algún día. Estaría en un lugar aislado, pero con marcas mágicas que los avisarían de su llegada.

Todos sus aprendices, la mayoría niños, se abrazaron a él, pues habían cogido cariño a aquel amable pero feo extranjero. Incluso Tica lo hizo, y los otros tres aprendices de mayor edad, ninguno de los cuales pasaba la veintena. De hecho, es raro que pueda aprenderse la profesión pasada esa edad, aunque sí subir de nivel. Eso sí, el límite cambia con la raza, y la condición suele describirse como ser adolescente, aunque no es estricta.

De hecho, Tica, era un prodigio entre los suyos. Era nivel 40 con diecinueve años, algo al alcance de muy pocos, tanto en los túneles como en el exterior. Y ahora, con las perspectivas de exploración, tendría la posibilidad de aumentarlo, no dejando que la sobreprotección que sufriría por ser muy valiosa como alquimista la detuviera. Aunque poco pudo hacer para ir en aquel viaje.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora