Bosque Perdido

824 121 1
                                    

Eldi prefirió luchar solo. Algunos lo miraban con cierta prepotencia, seguros de que, como tantos otros antes que él, pronto se arrepentiría y rogaría formar parte de algún grupo. Fueron los grupos de apoyo los primeros en darse cuenta de que había algo especial en aquel humano al que había recibido el mismísimo Melingor

La norma era tener a la vista a un grupo a cada lado, para poder acudir en su ayuda en caso de necesidad, lo que se llamaba grupos de apoyo. Aquellos que tenían cerca al humano se sorprendieron de que les ofreciera bendiciones, que aceptaron de buen grado, pues cualquier ayuda era más que bienvenida. Sin embargo, eso significaba que no podía tener muchas otras habilidades o hechizos a su disposición, o eso hubiera sido lo normal de no ser un visitante.

Más de una vez se pararon a admirar la inconcebible variedad de recursos, ya fueran habilidades marciales o hechizos, algunos de los cuales nunca habían visto. También era notable la calidad de su equipo, o la cantidad de poder mágico que poseía, o quizás la velocidad a la que lo recuperaba. Incluso podía renovarles las bendiciones cada media hora, o curarlos. También es cierto que alto humano no sólo lo hacía por altruismo, sino que se beneficiaba de ello, compartiendo parte de la experiencia que los otros grupos conseguían a través de su ayuda en forma de bendiciones.

Estaba en una zona ligeramente más baja de su nivel, entre 55 y 57, pues había preferido no forzar para familiarizarse con aquellos enemigos. El primero al que se enfrentó era algo parecido a una pantera, cuyo pelaje se había vuelto mucho más rígido, punzante y oscuro, así como sus ojos más tenebrosos y rojizos. Su nivel era 57 y lo atacó en cuanto lo vio.

No tardó en notar que la agresividad de aquellos seres era mayor de lo normal, parecían estar obsesionado con matar a su enemigo como fuera, hasta el punto de resultar temerarios y predecibles. Cuando lo apartó con Propulsar, el perdido inmediatamente se dio media vuelta y se lanzó de nuevo hacia él, traspasando el Muro de Fuego y volviéndose a estrellarse contra el martillo, que lo envió de nuevo hacia atrás a través del fuego.

Cabe decir que no había peligro de incendiar aquella parte del bosque, pues los árboles oscurecidos no ardían con facilidad. De hecho, ya lo habrían quemado hace tiempo de poder hacerlo. Se quemaban poco a poco si había una fuente continua de fuego, pero no servían como combustible para propagarlo.

La tercera vez que el felino corrompido se lanzó hacia su enemigo, con las fauces abiertas y las garras estiradas para intentar atraparlo, se encontró con una Lanza de Fuego en lugar del martillo, que entró por su boca y lo atravesó. Eldi había usado Impacto Perforante, empalándolo y quemándolo desde dentro.

Aunque ya se lo habían explicado, no era lo mismo ver en persona como, cuando la vida antinatural llegó a su fin, el cuerpo se desintegró.

Recogió entonces la Lanza de Fuego y la lanzó con Jabalina a uno de los árboles cercanos, pues quería comprobar su efecto. Tras ello, blandió el hacha y se acercó, esperando que lo atacaran los seres que defendían el perímetro del Bosque Perdido.

Otro de aquellos felinos, dos serpientes de casi diez metros de longitud y un especie de ciervo salieron a su encuentro. El aspecto del ciervo, que debería de haber sido un herbívoro, resultaba tan siniestro como el de los demás. Desde sus huesos, habían crecido unas púas que sobresalían de su piel, y su expresión era igualmente amenazante.

A diferente velocidad, los cuatro se lanzaron contra él. Tenían niveles entre 55 y 57, y no dudaron en atravesar el Muro de Fuego en lugar de dar un rodeo, tras lo cual se encontraron con uno de Hielo y otro Eléctrico, pues Eldi quería comprobar cuan efectivos eran cada uno de ellos. El resultado fue el esperado, pues ninguno de aquellos seres era especialmente vulnerable o resistente a aquellos elementos.

Contrarrestó los ataque del felino y el ciervo con Hacha Danzante, pero dejó de usarla cuando las serpientes se acercaron. Temía que no fuera eficaz contra el ataque envolvente de éstas, aunque le sorprendió aún más que optaran por otro tipo de estrategia. Saltaron sobre sí mismas, creando una especie de temblor que tenía el objetivo de hacerlo caer. Y lo consiguió con la pantera y el ciervo, pero no con su objetivo principal, pues estaba usando Estabilidad.

Aprovechó que dos de ellos estaban en el suelo para atacarlos, consiguiendo cortar el cuello del ciervo y una de las patas del felino. Cuando las serpientes cejaron en su empeño y éste logró ponerse en pie, su potencial de ataque había decrecido enormemente. Aun así, intentó atacar mientras las serpientes lanzaban un veneno negruzco que Eldi decidió ignorar. Prefería tener que renovar ¿Proyectiles a mí? a perder la oportunidad de acabar con uno de sus enemigos mientras aún estaba solo.

El felino saltó hacia él, impulsado por sus patas traseras y con más velocidad de lo que parecía posible, pues era una de sus habilidades. Sin embargo, el ataque era menos peligroso ahora que tenía una garra menos, la cual no parecía ocasionarle dolor, ni siquiera sangraba.

Su enemigo ya había visto antes ese ataque, tres veces, así que volvió a hacerle tragar una Lanza de Fuego, esquivándolo a la vez por el costado menos peligroso, aquel sin garra. Atravesado y quemado desde sus entrañas, falleció incluso antes de que las serpientes se acercaran.

Los dos reptiles formaron una especie de Muelle con su cuerpo y se impulsaron hacia un ser que sentían que debían destruir, pues estaba vivo. Su objetivo era rodearlo con sus cuerpos y aplastarlo, pero éste usó Reacción Gatuna para esquivarlas y salir de su alcance, dejando un Muro de Hielo en su lugar, con el objetivo de ralentizarlas. Y mientras estaban en el Muro, usó Abismo continuamente para no dejarlas salir de allí.

No eran tan vulnerables al fuego como las otras serpientes que había encontrado en la selva, pero tampoco su cuerpo era tan resistente. Despedazar y Abismo eran suficientes para mantenerlas a raya e ir acabando con su vida. Podía haber añadido alguna Explosión de Fuego o de Hielo, pero había consumido más maná que energía y prefería ahorrarla.

Cuando el cuerpo de ambas serpientes se desintegró, arrojó la Lanza de Fuego que aún estaba en el suelo contra el mismo árbol que antes, y espero a ver su efecto, mientras recobraba maná y energía. No se acercaría más hasta que estuviera al 100%. Si querían atacarlo, los esperaba allí.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora