El Oráculo (II)

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Eldi no sabía si volvería a ver al Oráculo, por lo que debía hacerle todas las preguntas posibles, resolver cuantas dudas pudiera. Así que siguió preguntando todo lo que se le ocurría.

–¿Por qué volví como nivel 1, pero con todas mis habilidades, con mi inventario? ¿Por qué tengo todos los objetos?

–Las habilidades son conocimiento, el conocimiento se graba en el alma y el alma no ha cambiado. El poder reside en el cuerpo, en el avatar, y éste fue puesto dormir a la espera, algo que no puede hacerse si no se drena su poder. Lo que llamáis inventario es acceso a una dimensión estampada con la huella del alma, por lo que un alma accederá siempre a la misma. Dicha dimensión ya no está sujeta a las limitaciones de los desarrolladores.

Asintió. De hecho, eso explicaba por qué le parecía que el espacio disponible había aumentado. Ni siquiera estaba seguro a cuánto podría llegar a caber.

–¿Y cómo es que los objetos son reales si no interactuábamos con el mundo? ¿Y por qué algunos son parecidos a los de mi mundo?

–Sin duda, sólo unos pocos eran reales en su momento y en tu caso, ninguno para la mayoría de los jugadores. Pero igual que tú te has manifestado por completo, estos también lo han hecho, la imagen que tenías de ellos se ha solidificado al solidificarse la tuya.

Eldi miró al Oráculo sin entender lo que aquello significaba, aunque no era nuevo. Muchas veces éste hablaba así y, al parecer, no era cosa del juego. Suspiró resignado, era imposible sacar respuestas claras cuando no las daba de entrada.

–¿Cuánto tiempo ha pasado?

–Unos noventa años desde tu última visita– respondió el Oráculo.

Eldi lo miró extrañado. Le había parecido percibir algo en su voz, un atisbo de emoción, aunque seguramente lo había imaginado.

–El sistema del juego, las habilidades, los hechizos, los niveles, los parámetros, el maná ¿qué significa? ¿Es así en este mundo? ¿Por qué ahora las mejoras son continuas y no al cambiar de nivel?

–El sistema del juego, como vosotros los llamáis, es una expresión de la realidad del mundo a través del poder de los desarrolladores, para que sea amigable para quienes son ajenos. Siempre ha sido continuo, sólo que vosotros no lo sabíais. Los hechizos y habilidades se aprenden con entrenamiento si se posee la destreza, la compatibilidad y el poder para controlarlos, son el conocimiento sobre el control de la propia esencia, pero vuestro sistema permitía implantarlo en el alma, entrenando al instante vuestro cuerpo por moldear, aunque también tenía su límite. Eso ya no es posible una vez te has manifestado por completo.

»El maná es la energía que fluye. Cada cuerpo es capaz de absorber una determinada cantidad, aunque puede aumentar con el tiempo y entrenamiento. Un hechizo es una forma de extraer y moldear esa energía, y una vez extraída, puede volver a absorberse más del entorno.

»Las habilidades son la manipulación de la propia energía del cuerpo, energía que crece cuando el cuerpo se hace más fuerte.

Asintió de nuevo, aunque no lo comprendiera por completo.

–Entonces, ¿puedo aprender nuevos hechizos y habilidades si los entreno? ¿Cuánto tiempo haría falta?

–Sí. El tiempo no es fijo y depende de muchos factores, como compatibilidad, esfuerzo, maestros o complejidad. Pueden ser unos minutos o pueden ser años.

Eldi se preguntó cuánto de su conocimiento hubiera requerido años de estudio y entrenamiento. Quizás una vida no fuera suficiente para aprenderlos todos.

–¿Cómo incremento el poder? ¿Son seguros esos portales? ¿Se puede volver como antes? ¿Es peligroso ir allí?

–Vuestra palabra sería leveando. Absorbiendo la esencia de los seres que matáis, como es ley de la naturaleza. Hay quienes matan sin miramientos para aumentar su poder. Hay quienes son más selectivos. Tú debes elegir tu propio camino.

»Los portales son seguros, te llevan al mismo lugar protegido de entonces, desde el que se puede volver de la misma forma. Sólo tienen acceso los antiguos jugadores, y algunos seres como yo. Los destinos se eligieron por ser la dificultad adecuada para vosotros, y aún lo sigue siendo, aunque en su momento se vigilaban para que no hubieran intrusos. Deberás ir con cuidado, podría haberlos, seres que van a cazar, de mayor nivel y mayor peligro. El verde entre 5 y 14. El azul entre 15 y 24. El rojo entre 25 y 34.

Era como en el juego, pero con mayor incertidumbre. Lo dejó a un lado, ya pensaría en ello más tarde.

–No se puede revivir, ¿verdad?.

–No, no se puede. La muerte en el juego no era real, por lo que podía parecer que revivías. Aunque hubiera sido problemática en las misiones exclusivas, si eran reales. Aquellos que las fallaron no tuvieron la oportunidad de volver.

Volvió a tragar saliva. Había estado a punto de morir en ellas, aunque siempre se hacían con mucho cuidado. Ahora entendía por qué se fallaban si morías en ellas.

–¿Y el mapa? ¿Por qué están tantas zonas oscuras?

–El mapa es la manifestación de tu conocimiento del mundo. Y el mundo ha cambiado en noventa años.

Se quedó en silencio, estrujándose el cerebro, pues no quería dejarse nada por preguntar. Pero el Oráculo le interrumpió.

–Estaré por aquí un tiempo, o te encontraré en otros lugares si es necesario, pues apenas hay quien requiera de mi guía. Espero que no te moleste mi presencia.

–No, claro que no– se apresuró a negar Eldi.

De hecho, a pesar de que era un ser un tanto extraño, era agradable tener a alguien con quien hablar, alguien en quien encomendarse.

–Pues sigue con tus experimentos, son muy interesantes. No te preocupes por mí, no necesito nada que no pueda proveerme. Y recuerda que tan sólo soy guía, no puedo ayudarte en nada más.

Eldi asintió, aunque a pesar de ello le ofreció un poco de desayuno que el Oráculo rechazó.

Tras ello y aunque era un poco más tarde de lo previsto, se dirigió al taller de joyería para hacer algunos experimentos, ya que el Oráculo se había negado a profundizar en el conocimiento de la magia. Tampoco había querido hablar de la situación interna de los reinos e imperios, o de otros héroes y aventureros. Eso lo debía descubrir por su cuenta.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora