1vs1vs1 (II)

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Eldi paró la espada usando Bloquear. Había decidido probar con esta habilidad y dejar que el Aura Eléctrica fuera dañándolo, confiando en que en algún momento llegaría a aturdirlo y podría contraatacar. Pero se vio sorprendido por Choque, un golpe de escudo que no pudo evitar y que lo desequilibró.

Su adversario intentó aprovechar la ocasión, pero Equilibrio le permitió recuperarse con rapidez y usar Despedazar, que el mercenario paró alzando el escudo y ocultándose tras él, usando una habilidad llamada Muro de Escudo.

Lo que Dikgo no comprendía es el daño que recibía cada vez que conseguí ejecutar un ataque, pues Espejo Mágico es un hechizo que nadie quiere aprender. ¿Qué sentido tiene dejarse alcanzar para dañar al contrario? Además, dado que requiere mucho tiempo y trabajo aprender una habilidad o hechizo, hay otras más útiles.

Sin embargo, Eldi no lo había elegido, además de que podía curarse, algo aún más extraño en un guerrero. Y pocos magos guerreros existían, ninguno entre los humanos. Su esperanza de vida no les da el suficiente tiempo como para aprender las habilidades y hechizos para ser efectivos, por lo que tienen que elegir uno de los dos caminos.

Pero, aunque hacía daño, el alto humano no podía confiar sólo en ese hechizo. No era suficientemente rápido, no para evitar que pudiera tomar otra poción y recuperarse.

Y mientras, el esqueleto seguía disparando sus esferas, sin necesidad de cambiar de táctica sólo porque la mayoría fallaran o hicieran muy poco daño. Tampoco es que él estuviera siendo atacado, y estaba defendiendo el paso a la siguiente planta.



Las Explosiones eran casi imposibles de evitar, pero el gasto de maná era excesivo para su eficacia, y el Aura Eléctrica era también insuficiente si no conseguía aplicar su efecto, aunque era una molestia para el mercenario.

Dikgo volvió a intentar su ataque combinado de espada y escudo, pero esta vez, después de Bloquear, Eldi se giró en dirección contraria al escudo, manteniendo el contacto de ambas armas y escapando del alcance de Choque. El mercenario saltó entonces hacia atrás, para tener unos segundos para planear su siguiente estrategia, pero un hacha fue volando hacia él.

La esquivó y se lanzó hacia Eldi, aunque vigilante. Ya había hecho aparecer varias veces armas de la nada, algo que no había visto nunca. Pero se detuvo antes el Muro de Fuego que se alzó frente a él, y no vio el hacha que le atacaba por la espalda. Eldi no sólo la había lanzado, sino que había usado Boomerang, por lo que ésta tenía que volver.



El profundo corte en el hombro le dificultaba usar el escudo con destreza, al menos hasta poder usar otra poción, cinco minutos después de la anterior. Le interesaba ganar tiempo, así que intentó alejarse dando pasos hacia atrás, pero de nuevo el hacha fue lanzada hacia él.

La esquivó, esta vez vigilante a su vuelta, pero Eldi no había usado la habilidad. De esta forma, podía empuñar otra arma, en este caso una lanza nivel bajo que lanzó con Jabalina. Como esperaba, fue esquivada, pero había dado un paso hacia adelante, acercándose, y empuñaba otra. Lanzó cuatro seguidas, siempre acercándose, y consiguiendo que la última le hiciera un profundo corte en un costado, a la altura de la cintura.

Dolorido, el mercenario Rodó para alejarse de la zona de impacto de Terremoto, mientras las armas lanzadas por su enemigo volvían a él, recogidas por una extraña criatura. No entendía qué estaba pasando allí, por qué aquel Fínord podía usar tantas habilidades y hechizos, pero no tenía tiempo de pensar en ello. Estaba ocupado esquivando hacia atrás Aplastar Tierra, pues a los lados había Muros de Fuego, lo que le parecía un despilfarro de maná.

El ataque de un área mágica le hizo comprender su error. Su enemigo le había estado llevando hacia al jefe de planta, que había alcanzado a ambos con su ataque e intentaba patearlo. Intentó entonces abalanzarse sobre Eldi, pero no esperaba una habilidad con el martillo tan rápida como Apartad, que abolló su escudo y lo lanzó de nuevo contra el enorme esqueleto.

Eldi cambió de arma y usó de nuevo Colador, muy difícil de evitar si tienes un monstruo a tu espalda. Después de ser atravesado un par de veces por la lanza, el mercenario optó por volver a usar Rodar hacia un lado, asumiendo el daño del Muro de Fuego y escapando de aquella trampa.

Una Jabalina fue tras él, aunque apenas consiguió hacerle un rasguño en el brazo. Inmediatamente, le siguió un Terremoto, pero dando un paso atrás y usando Muro de Escudo, consiguió evitar el daño, dejándole en una posición óptima para contraatacar con Estocada.

La espada atravesó la armadura de Eldi, que aunque de mayor calidad que la de su adversario, era una armadura de piel, incapaz de detener el ataque directo del arma y la habilidad. El dolor le hizo soltar el martillo, ante la sonrisa de triunfo de su cansado enemigo, quien retorció y empujó la espada para aumentar el daño, soltando el escudo y usando ambas manos.

–Ya eres mío– fanfarroneó, aunque estaba atento a la aparición de otra arma. No podía permitirse cometer errores, además de que estaba sufriendo él mismo un daño que no se explicaba.

El dolor era intenso, casi imposible de soportar, pero no era la primera vez. Necesitaba sacárselo de encima y curarse lo antes posible, y Cabezazo fue lo mejor que se le ocurrió a Eldi.

El mercenario no lo esperaba y cayó hacia atrás, viéndose inmediatamente bloqueado por un Muro de Tierra. Dolorido, corrió hacia el cuerpo de Likthon y arrancó la lanza. No era su arma preferida, pero sabía usarla y era mejor que nada.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que el Muro de Roca había desaparecido y podía huir, pero no quería desaprovechar la ocasión, pues sabía que su enemigo estaba gravemente herido. Corrió hacía él con la lanza en la mano, rodeando el Muro de Tierra y encontrándoselo arrodillado de espaldas, con la espada ensangrentada en la mano, y cubriéndose la herida con la otra. Podía adivinar que se estaba curando, y no lo podía permitir, así que atacó con la lanza sin perder tiempo, apuntando a su cuello.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora