Túneles abandonados

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El túnel acababa en una gruesa pared de piedra, en la que se encontraba una puerta que recordaba a una enorme caja de caudales acorazada. Estaba semiabierta y vigilada por una docena de soldados-topo, parte en el interior y parte en la estancia que la puerta separaba. Otra puerta acorazada se encontraba en aquella estancia, esta vez cerrada, puerta que estaba siendo monitorizada por dos soldados, con la oreja pegada a ésta y a la pared.

Era lo que podía llamarse una cámara de seguridad, un espacio intermedio entre los túneles seguros y los que estaban fuera de su control, una precaución necesaria para pasar de un lado a otro sin peligro de que se colaran alguna de las amenazas que podían encontrarse tras la puerta.

Entraron en la estancia y salieron quienes vigilaban, cerrando la primera puerta tras de sí. Entonces, sus acompañantes abrieron la segunda puerta y la volvieron a cerrar al traspasarla. Tal y como le habían explicado, los otros comprobarían que la zona era segura antes de abrir la primera puerta de nuevo, y se quedarían escuchando a que volvieran y los llamaran. Entonces, la primera puerta volvería a cerrarse y uno de los soldados se quedaría en la sala para abrir la segunda.

La diferencia era patente en aquel túnel abandonado. Estaba sucio, con partes del techo y paredes que se había desprendido, con el suelo irregular y repleto de agujeros. Hasta ese momento, no había sido consciente de la dedicación del pueblo-topo en el cuidado de sus túneles, pero ahora el contraste lo hacía patente.

Caminaron despacio, con algunos de los exploradores escuchando el suelo cada pocos pasos, pues el sonido se transmite más rápido en un cuerpo sólido que en el aire. No tardó en llegar el primer aviso.

–Son dos, parecen escarabajos– anunció uno de ellos.

No tardaron en encontrarlos. Dos escarabajos de metro y medio de alto, color negro con franjas difusas de un rojo oscuro y de nivel 40. Los hombres-topo querían probar sus armas y los escarabajos eran de un nivel un poco alto para él, por lo que se quedó atrás, probando con flechas que no podían traspasar la coraza de los insectos, y con Jabalina, que apenas les hizo unos rasguños. Su vientre y cabeza eran vulnerables, pero difícil de acertar desde la distancia, así que no pudo participar activamente en la batalla.

Con su nuevo equipo, las bendiciones extras que el visitante les había conferido, superándolos en número y en nivel, no tuvieron mayor problema para vencer a aquellos dos insectos. Eldi consiguió bastante experiencia a causa de las bendiciones, algo por lo que en el juego quizás le hubieran llamado leecher, pero no así en la realidad, pues cualquier ayuda que proporcione seguridad es bienvenida. La alternativa si algo sale mal no es el respawn, sino la muerte.

Dada la diferencia de nivel, de haber conseguido matarlos él solo, hubiera subido varios niveles, pero en aquella ocasión sólo subió uno. Una gran recompensa para el poco esfuerzo realizado. Ahora era nivel 32, y, como siempre, sus estadísticas habían subido y había desbloqueado un nuevo hechizo, Explosión de Hielo, análogo al de fuego pero con el atributo de hielo, lo que implica menos daño pero que ralentiza a los enemigos. También lo tenía en 4.

Y había desbloqueado Abismo, una habilidad de hacha que crea un corte en el propio espacio, empujando a los enemigos hacia él. Hace poco daño, pero es útil para interrumpir, detener y confundir a un grupo numeroso de rivales, además de agruparlos en un mismo lugar. Esto último la hacía especialmente interesante para ataques de área, por la que solían usarlo a menudo para farmear cuando iban en grupo. La tenía en 9.

A pesar de la dureza de la coraza y de la diferencia de nivel, su asistente no tuvo ningún problema en separar y extraer las diferentes partes, aunque sólo se quedó una pequeña cantidad para él, y porque no le dejaron negarse. Consideraba que era propiedad de sus acompañantes, pero estos insistieron, tanto por las bendiciones como por el increíble y rápido trabajo del asistente, además de por las armas. Estaban encantados con ellas y con la eficacia que habían demostrado.

Hubo cuatro escarabajos más y Eldi se unió a la lucha, sorprendiendo a quienes no conocían sus habilidades por la gran variedad de recursos que tenía a su disposición. Lamentablemente, eran de nivel inferior a los primeros, por lo que no logró subir otro nivel, aunque quedó cerca.

También encontraron un par de lombrices, pero ni ellos atacaron ni ellas se mostraron hostiles. Son seres tímidos, comida de algunos de los seres que viven bajo tierra, y altamente beneficiosas para el pueblo-topo. Fertilizan la tierra, ayudando a que crezcan hongos que sirven como alimento, además de que sus estrechos túneles son sellados a medida que pasan por ellos. Son apreciados y se prohíbe su caza, aunque su carne es comestible, si se sabe cocinar y se posee un estómago resistente.

El túnel no era muy largo, pues era sólo un túnel de acceso a una red más extensa, una que en el pasado había pertenecido al pueblo-topo. La expedición se había asegurado de revisarlo a conciencia, teniendo siempre un par de miembros golpeando las paredes y escuchando los sonidos, intentado descubrir si había peligros ocultos tras ellas, como huecos que pudieran pertenecer a los seres hostiles que habitan las profundidades.

Cuando llegaron al final y encontraron que la puerta acorazada, aunque abierta y algo oxidada, era aún funcional, se dieron más que por satisfechos. Y cuando comprobaron que la cámara intermedia y la siguiente también estaban en condiciones, casi gritaron entusiasmados. Aunque se contuvieron, pues eso hubiera sido como una invitación a los seres que dominaban el otro lado.

De hecho, la cámara contenía un gran número de huevos de escarabajo, y la salida estaba tapada con tierra, para disimularla. Aquello suponía una deliciosa fuente de provisiones, por lo que avisaron para que viniera un grupo a transportarlas, grupo que se uniría al que había estado esperando la llamada de esta avanzadilla. Tenían la misión de asegurar, limpiar y reparar ese túnel, y cuantos la expedición pudiera asegurar.

El grupo de Eldi los esperaría allí, descansando y realizando los trabajos esenciales de seguridad, el más importante de los cuales era asegurarse del buen funcionamiento de ambas puertas, lo cual requería engrasarlas, limpiarlas y volver a aplicar encantamientos de sellado y alarma, especialidad de una mujer-topo de nivel 41 que los acompañaba.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora